De naturaleza débil y enfermiza, pues desde
niño padeció de un aneurisma, no dejó de completar la enseñanza primaria en la
escuela del poeta Eligio Capiró, pasando a los 20 años a Boston,
Estados Unidos, para completar su educación.
Marchó luego a Europa donde visitó
Alemania, Francia, España, Bélgica, Italia, Suiza y
otros, radicándose definitivamente en París, donde comenzó la carrera de
ingeniero mientras a la vez perfecciona el francés y aprende alemán.
En las vacaciones viaja a España e Italia,
donde residió algún tiempo en la ciudad de Pisa. En 1863 se traslada
a Alemania para continuar allí los estudios de ingeniería, y al
mismo tiempo recibe lecciones de hebreo y de ruso.
A Rusia viaja en 1864 y a su
regreso a Germania publica un librito titulado Cuba y la emancipación de
los esclavos y poco después, Plácido, poeta y mártir.
En 1866, debido a la enfermedad de su madre
regresa a su ciudad natal y allí funda con su amigo Salvador
Domínguez el periódico La Época, "desde cuyas columnas exalta y
estimula todo noble empeño de proyección cultural y humano" y libra, en
ése y otros órganos de prensa, ardorosas campañas políticas.
Después de haber realizado actos de justicia
en favor de su antigua maestra Nicolasa y el poeta Capiró, en abril del 67
vuelve a Europa y recorre casi todos los países que visitara antes.
De regreso nuevamente en Cuba, y arreglados
los documentos de la herencia materna, se inicia en la conspiración
separatista en la Junta Revolucionaria de Villa Clara y el 6 de
febrero de 1869 se incorpora a la Revolución en San Gil, donde
pasó a integrar con Miguel Jerónimo Gutiérrez, Arcadio S. García, Tranquilino
Valdés y Antonio Lorda la Junta de Gobierno, encargada de regir las
actividades separatistas de la región villareña.
Fue partidario de marchar hacia occidente
para destruir los ingenios de Colón y Cárdenas, en Matanzas,
levantar en armas a los esclavos y continuar hacia La Habana. No obstante,
la mayoría de la Junta acordó que los villaclareños se dirigieran
a Camagüey y a Oriente.
En la Asamblea de Guáimaro fue
elegido vicesecretario de la Cámara de Representantes el 12 de
abril de 1869 y el 26 de julio de 1869 ocupó el cargo
de primer secretario.
Fue de los que con más ahínco solicitó la
deposición de Carlos Manuel de Céspedes como presidente de la República
en Armas, el 27 de octubre de 1873, en Bijagual. El 8 de
noviembre de 1873 fue elegido vicepresidente de la Cámara y
el 24 de julio de 1874 se hizo cargo de la presidencia de
ese órgano.
En la primera deliberación de la Cámara fue
él quien propuso y obtuvo por unanimidad que se proclamara enseña de la patria
la bandera tremolada por López en Cárdenas en 1850.
El 5 de mayo de 1875 se
entrevistó con el mayor general Vicente García, en Potosí, para
persuadirlo de las demandas presentadas por los sediciosos de Lagunas de Varona
desde el 26 de abril de 1875 y, aunque no se obtuvo una solución
definitiva, logró que de las ocho demandas exigidas se redujeran a cuatro.
A mediados de 1875 cesó en sus funciones
como presidente de la Cámara y continuó como diputado hasta el 20 de
marzo de 1876, en que fue elegido presidente por segunda ocasión.
El 22 de enero de 1877 regresó a la vicepresidencia.
En el segundo semestre de 1877, ya
maltrecha la Cámara, se incorporó como un soldado más al Regimiento de
Caballería de Agramonte, bajo el mando del coronel Enrique Loret de Mola.
En un encuentro casual sostenido por ésta
con la fuerza española que mandaba el coronel Otero, en Arroyo Colorado
(Camagüey), el ilustre bibliófilo, ingeniero, políglota, legislador y por
encima de todo patriota y mártir, fue herido por una bala el 16 de
octubre de 1877 y rematado a machetazos.
Su cadáver fue conducido por los
guerrilleros a Puerto Príncipe. Allí un familiar lo identificó y fue entonces
que los españoles supieron que habían matado al vicepresidente de la Cámara de
Representantes. Se le dio sepultura en la bóveda de la familia de su prometida,
Adela Machado Batista.
Fue el último sobreviviente de la Junta
Revolucionaria de Villa Clara. No está precisado si recibió grado militar
alguno.
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