Un
puertorriqueño que luchó por la independencia de América junto al Libertador
Simón Bolívar
El general Antonio Valero de
Bernabé fue un puertorriqueño que acompañó al Libertador de
América Simón Bolívar en su gesta libertaria llegando a ostentar el
grado de General. Fue en el pueblo de Fajardo, en Puerto
Rico, el 26 de octubre de 1790 donde nació Antonio Vicente
Miguel Valero de Bernabé Pacheco.
Su padre, Cayetano Valero de Bernabé, era
oficial español de defensa y su madre, Rosa Pacheco de Onormandía, criolla
nativa de hacendada familia. Cuando su padre muere, al cumplir los treces años,
su tío lo envía a España a estudiar la carrera militar.
Con grado de teniente a los 18 años sale en
campaña contra las tropas de Napoleón que invaden la Nación. Seis años duró la
guerra y Antonio Valero demostró un valor excepcional en el campo de batalla
que le llenó de numerosas condecoraciones, títulos y ascensos. A la edad de 24
años es Coronel.
Para Valero, y sus compañeros cercanos de
armas, como Juan de O'Donojú, el combate era por la libertad y la
independencia de una patria frente al invasor. La Libertad y las nuevas ideas
liberales eran los temas más importantes del momento, por eso las logias
masónicas fueron centros de reuniones que atrajeron a muchos oficiales como
Antonio Valero.
Todos sus miembros deseaban el fin del
régimen absolutista de Fernando VII que al terminar la guerra es restituido al
trono. Fernando VII comienza una persecución contra todo aquel de ideas
liberales, restableciendo el tribunal de inquisición y el envío de tropas a las
colonias en América para retener su dominio y combatir las fuerzas militares
libertadoras.
Estos fueron los años del inicio de la
conciencia emancipadora de Antonio Valero. Él siempre se sintió americano entre
los peninsulares. "Nací en la isla de Puerto Rico, y obligado
desde mi juventud, a buscar educación y carrera que no podíamos hallar en
nuestro país, bajo el gobierno español, pasé a la Península en el
año 1803; allí escogí la carrera militar".
A comienzos de 1821, decide trasladarse
a México, como ayudante de su amigo personal el General Juan O´Donojú,
quien acaba de ser nombrado Virrey de México. El movimiento separatista en
México, estaba en su más alto apogeo y la soberanía española era casi
inexistente. O´Donojú de ideas liberales, desea un pacto con el
General Agustín Iturbide, jefe de los revolucionarios con pretensiones de
emperador y se logra el Tratado de Córdova.
Con este tratado, México se declara
independiente de España. El Coronel Antonio Valero es nombrado Jefe Mayor del
ejército mexicano y se le otorga la Medalla de los Libertadores de México. Sólo
pasan unos diez meses cuando fallece repentinamente su amigo O´Donojú.
Apenas de un año de la nueva república,
Iturbide se proclama Emperador y es respaldado por la mayoría del nuevo
congreso. Valero que siempre ha repudiado la monarquía y sabiendo que pronto
será perseguido por sus ideales liberales, decide dejar el país. El reinado de
Iturbide no dura dos años. Es derribado por uno de sus generales, perseguido y
finalmente fusilado.
Antonio Valero sale del puerto
de Veracruz con destino a Jamaica cuando estando cerca
de Cuba, es abordado por piratas que entregan la embarcación a las
autoridades españolas."Estuve algunos días oculto, fui luego descubierto y
confinado a un castillo.
Los buenos patriotas, que allí no faltan, me
auxiliaron para mi fuga; y después de haber tocado en los Estados Unidos,
tuve la anhelada satisfacción de llegar al puerto de La Guaira".
Los buenos patriotas, que nos narra Valero
eran miembros del llamado movimiento separatista Conspiración los Rayos y
Soles de Bolívar. Estos provenían de Argentina, Colombia,
Ecuador y Cuba. Es con ellos que Valero desarrolla un plan militar, que
conduce hacia la expedición libertadora de Puerto Rico.
El plan era en acorde con el ideal
bolivariano que Puerto Rico se integrara a la Gran Colombia. Hacer un
estado independiente llamado Borinquen, su antiguo nombre, y honrar la
Constitución de la Gran Colombia.
Antes de su llegada a Venezuela,
desembarca en la Isla de San Thomas por unos días y establece
relación con representantes del movimiento separatista de Puerto Rico.
Tiene 33 años cuando toca tierra venezolana
y de inmediato se presenta al General Carlos Soublette que
desempeñaba la Intendencia de Venezuela y estaba encargado de la Dirección de
la Guerra en los Departamentos del Norte de la República.
Éste lo acoge por su deseo de servir a la
causa bolivariana, por su educación y capacidad militar que tanto se necesita
en esos momentos. Soublette, le propuso al General Francisco de Paula
Santander, Vicepresidente de la República de Colombia, el nombramiento de
Valero con el rango de General de Brigada en el ejército colombiano.
Se le nombra Jefe de la Segunda Columna y su
primera misión es la de auxiliar las tropas de Bolívar en el Perú.
Antes de su partida, acompañado por una
comisión recién llegada de Cuba le presentan a Santander el plan para liberar a
Puerto Rico y Cuba. Santander les explica que por el momento la atención del
ejército colombiano es expulsar al ejército español del Perú.
En marcha, se encuentra con el
General Antonio José de Sucre que derrota al ejército realista en
la Batalla de Ayacucho, consumando la independencia del Perú y, en
definitiva, la de toda la América del Sur. Al llegar a Lima a
principios de 1825, se presenta al Libertador.
Bolívar ese mismo día le escribe a
Santander: "Hoy ha llegado el General Valero con su hermoso batallón,
y he dicho que le pongan el nombre de Caracas, que dejó en Ayacucho; porque es
preciso que la cuna de la independencia tenga siempre su nombre en el ejército.
No he hecho más que verlo, pero me parece un
excelente oficial, por lo que he oído de él y por su fisonomía. Le he dado el
mando de la división que sitia al Callao a las órdenes del General Sálom".
El Callao era el único territorio peruano de donde todavía no se habían podido
expulsar las tropas españolas y resistieron por largo tiempo el asedio del
ejército libertador.
Valero, siempre con el deseo de liberar a
Cuba y Puerto Rico le presenta el plan a Bolívar. Este le responde las mismas
razones que Santander le ofreció, pero le comenta que tiene el deseo de la
liberación de las islas antillanas. Se sabe que Antonio Valero era un hombre
apuesto, gentil con el sexo opuesto, fuerte de carácter, firme en sus palabras,
culto, cordial, un poco sedentario, nómada, nada sosegado, sociable, y
excelente ventrílocuo.
Este don en que en una época era considerado
como sobrenatural, le salvó la vida en varias ocasiones y lo utilizaba con
humor. En una ocasión, en un banquete, un famoso general se proponía cortar un
camarón y éste le dijo con voz de lástima: "No me coma usted, por
amor de Dios, soy padre de familia y tengo a quien hacerle falta". El
general dejó caer los cubiertos y se quedó perplejo al oír hablar al crustáceo.
Cuentan sus amigos que en el campo de
batalla era "un león desencadenado". Durante su estadía en el Perú
traduce del francés la obra Consideraciones del Arte de la Guerra del
Barón de Rogniat, la cual se la dedica a Simón Bolívar.
A principio de 1826, se le ordena ir
a Panamá a defender sus costas de los intentos de reconquista por
España que provenían de Cuba y Puerto Rico, cuando el general Soublette lo
designa Subjefe de Estado Mayor General del Ejército de Colombia; también se le
concede el busto del Libertador del Perú y la medalla del Callao por su
valerosa campaña en contra de los realistas. Valero se siente agradecido por el
honor recibido.
La guerra de independencia americana en esta
parte del continente ha terminado. El poder de España en América había llegado
a su fin. Sólo Puerto Rico y Cuba quedaban bajo el dominio español que
inmediatamente las refuerzan militarmente por todos lados.
El genio de Bolívar ha liberado a lo que es
hoy Venezuela, Ecuador, Perú, Colombia, Panamá y creado a Bolivia. El
Libertador con su colosal empresa de unir a todas las nuevas naciones invita a
México, Chile, Argentina y las Provincias Unidas de Centro
América formadas por Guatemala, Costa
Rica y Nicaragua, a ser parte de una confederación, llamándolas a
reunirse en una asamblea general, El Congreso de Panamá.
Después de cinco años de campaña en el sur
del continente, Bolívar regresa a Bogotá. Es el General Antonio Valero
quien lo recibe y parten juntos hacia Panamá.
La
guerra contra España había terminado, pero la guerra política interna era cada
vez más violenta. Tan pronto se independizaron, comenzaron sus líderes en
conjunto con la vieja y nueva oligarquía a querer la desunión de la Gran
Colombia. Bolívar era un estorbo para sus planes.
El Congreso antes de comenzar tenía un
fracaso asegurado, pues las presiones de discordia que existían entre los
líderes de las nuevas naciones, en especial el antagonismo entre los
generales José Antonio Páez de Venezuela y Francisco de Paula
Santander de Colombia eran graves.
Entre los temas a discutir estaba la
expedición para liberar a Cuba y Puerto Rico. Tanto para Valero como Bolívar la
expedición representaba una integral liberación de toda la América que ha sido
hispana y el aseguramiento de su defensa.
El plan de Bolívar, desde el punto de vista
político y militar, era por tanto perfectamente lógico.
Pero este tema era de importancia especial
en los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y México. Cada uno de ellos tenía su
propio interés en las islas. Esta compleja situación llevó a Bolívar a volver a
considerar su expedición, pues en esos momentos su más importante deseo era que
los países europeos y los Estados Unidos reconocieran a las nuevas naciones y
sin el apoyo económico y político de Inglaterra, la expedición libertadora
no se podía lograr y mantener.
En definitiva, la expedición no se efectuó. Bolívar
la siguió considerando en varias oportunidades, hasta que durante su visita a
Caracas en 1827, primero volvió a examinar como posible, y luego desistió
definitivamente de ella.
Valero observó cómo se desvanecía su
esperanza, y también observó cómo Bolívar hizo todo lo posible a su alcance por
lograrlo. Desde estos momentos se engrandeció la confianza y la amistad entre
los dos que estuvo latente toda la vida.
Eran tiempos críticos para el Libertador,
pues su ideal de integrar a todos los territorios liberados en una sola y
poderosa nación era destruida antes sus ojos.
Antonio Valero se expresa indignado por los
acontecimientos: "Mientras los gobernantes alienten ellos mismos las
pasiones haciéndose banderías los gobiernos, sin respeto a la ley, la justicia
y la razón, y no procuren con medidas sabias mejorar las costumbres y calmar
las pasiones, sin perseguir a los ciudadanos, sin hacer distinción de
vencedores y vencidos, no habrá tranquilidad y progreso."
El gobierno de Venezuela lo nombra
Comandante de Armas de la provincia de Caracas y Simón Bolívar lo
integra a la Junta de Generales que redactará la Ordenanza Militar de
Venezuela. Estos títulos fueron las bases para nuevos nombramientos.
Mientras tanto, con una maquiavélica
sutileza, Páez va tramando con apoyo de militares y civiles ser el caudillo de
la nueva nación. Nombra a Valero, Jefe de Estado Mayor del Ejército de
Venezuela y Secretario de Estado para el Despacho de Guerra y Marina. Páez no
confiaba en Valero, pues todos sabían su sentido de lealtad a Bolívar.
Los ataques contra el Libertador continúan
despiadadamente. Se conspira contra su vida, se rebelan contra sus decretos, su
presidencia, dueños de periódicos organizan campañas de descrédito, en fin nada
positivo se producía en torno suyo. Bolívar comenta en esos
momentos: "Ardua y grande es la obra de constituir un pueblo que sale
de la opresión por medio de la anarquía y la guerra civil, sin estar preparado
previamente para recibir la saludable reforma a que aspiraba".
En 1829 el Congreso de
Venezuela convoca a una asamblea declarando su separación de la Gran
Colombia, encarga a Páez al nuevo mando, declara una nueva Constitución y
proscribe a Bolívar fuera de su territorio. Valero fue uno de los pocos que
permaneció fiel al Libertador y en medio de aquel acto de traición alzó su voz
de protesta.
De inmediato se le fabricó un caso de ser
cómplice en una conspiración, pero nunca se le probó su culpabilidad, si no
presunciones y deciden expulsarlo del país. En octubre de 1830, es
expatriado de Venezuela, estableciéndolo en la isla danesa de San Thomas. Dos
meses más tarde se entera de la muerte de su gran amigo. Bolívar expira
en Santa Marta, Colombia.
La vida de destierro es dura, sin familia y
solo. Una amarga desesperanza le acompañaba. Su tierra natal era una silueta a
la vista. Escribe constantemente al gobierno de Venezuela de su deseo de
volver. De todos los que fueron expulsados al destierro en San Thomas, él fue
el único que no la abandonó. Después de un año, la Suprema Corte Marcial
suspende la inhabilitación política que lo había desterrado.
Antonio Valero se había casado en España a
los 21 años con María Madrid, mujer de acerado temple que lo acompañó a México,
en la prisión de La Habana y en su compromiso libertario. Al regreso a
Venezuela fija su residencia en el pueblo de San Sebastián de los Reyes con su
esposa y sus dos hijas adolescentes. Retirado a la vida privada, en un ambiente
apacible, rodeado de nuevos amigos, funda un establecimiento mercantil y una
siembra de café.
A comienzos de 1834, finaliza el
período presidencial de Páez y éste recomienda la candidatura del
Doctor José María Vargas. El Dr. Vargas quien estuvo residiendo en Puerto
Rico por varios años, gana por elección la presidencia de la nación. Pero
aquellos militares que participaron en la guerra de independencia no lo aceptan
y en menos de un año le quitan el poder por la fuerza, en una guerra de sangre
y destrucción.
Antonio Valero decide mantener neutralidad
en el conflicto, pues tenía amigos de ambos lados. Pero el sereno quehacer de
su vida es interrumpido por la muerte de su esposa. Mientras el tiempo mitiga
su pesadumbre, decide hacer un largo viaje por el país. Antes del viaje conoce
a Trinidad Lara Martínez y a su regreso a la edad de 50 años, contrae
segundas nupcias. Con Trinidad Lara procrean ocho hijos en el curso de sus
vidas.
En 1842, doce años después de haber
muerto El Libertador, sus restos son enviados a Caracas y entre su escolta, se
encuentra el General Antonio Valero vestido con su uniforme militar.
A su regreso decide ser agente corresponsal
en San Sebastián del periódico El Venezolano, el diario más importante del país
y comienza un cierto activismo político. En 1847 el nuevo presidente
es José Tadeo Monagas, antiguo colaborador de Páez y ex-compañero de armas
de Antonio Valero.
Desde la muerte del Libertador, el país ha
estado en una continua lucha de poderes y alzamientos militares entre los
conservadores y liberales. Monagas fue electo por el voto conservador, pero
hace una política propia alejándose de Antonio Páez, y de los oligarcas,
acercándose al partido liberal. En San Sebastián como en el resto del país la
lucha política enfebrecía y encrespaba las pasiones. Páez se alza contra
Monagas y hace un llamado por su derrocamiento.
El General Monagas llama al servicio a
Valero y lo designa Comandantes de Armas de la Provincia de Coro. Su deseo era
estar con su trabajo y su familia, pero él era un militar natural y luchador.
Por su valor, sacrificio, vencedor de
importantes batallas y en defensa de la nación se le ascendió a General de
División. Después de la guerra regresa a San Sebastián con su familia y su
negocios.
A fines del año 1850 cuando el
General Antonio Valero de Bernabé tiene 60 años se le condecora con el Busto
del Libertador, su más preciado honor. En los próximos años es ascendido a
Comandante de Armas de Cumaná y de Caracas y luego desempeñó la Secretaría
de Guerra y Marina.
En 1855 es electo el
General José Gregorio Monagas hermano del saliente presidente. José
Gregorio, ejerce un gobierno más aristocrático, arrogante, de corrupción
administrativa, que da comienzo al disgusto del pueblo y de los líderes
políticos. La larga administración de los Monagas termina en 1858 cuando el
General Julián Castro con el apoyo de una unidad temporera entre liberales y
conservadores derrota sin mucha resistencia a Monagas.
Como dijo Bolívar, "Cuando yo deje
de existir, esos demagogos se devorarán entre sí, como lo hacen los lobos, y el
edificio que construí con esfuerzos sobrehumanos se desmoronará en el fango de
las revoluciones".
Tan pronto como Castro asumió la
presidencia, las fuerzas conservadoras tomaron el control y con Castro a su
lado expulsan del país a altos líderes liberales. Esto es el comienzo de la
Guerra Federal que por cinco años incendia al país desde sus mismas raíces.
Antonio Valero responde el llamado de Castro
a ser pacificador en la contienda, pero palpa que es inútil y renuncia a su
cargo. Era una guerra entre los liberales y conservadores, ahora llamados
federales y centralistas.
Tiene 69 años y sólo desea reposo y vida
familiar antes que la guerra. No sólo son los acontecimientos, sino también la
presión de sus amigos hace que acepte a unirse a las fuerzas federales. Los
centralistas reemplazan a Castro por su vicepresidente Manuel Felipe
Tovar.
Los federalistas eran encabezados por
Ezequiel Zamora y Juan Falcón antiguos subalternos de Valero. Según Antonio
Valero "El General Ezequiel Zamora es la cabeza del
ejército y el alma de la revolución". Pero al morir Zamora en
combate, Falcón asume la dirigencia de
los ejércitos. Valero asenta un juicio crítico y descarnado sobre Falcón
acusándolo de indisciplinado con las tropas y torpe e imbécil en sus maniobras
militares que causan la derrota de las fuerzas federales, "Se
disolvió un ejército tan numeroso que tres días antes era el porvenir de la
Federación venezolana".
No tiene más remedio que refugiarse en
tierras colombianas y emprende un impresionante y peligroso viaje por las
cordilleras andinas de altas cumbres, profundos precipicios y fragosas sendas,
este guerrero que avanza con vigoroso temple a la edad de 70 años.
Al llegar a Bogotá, Valero es bien recibido
por sus viejos amigos, pero siente la angustia de estar de regreso con su
esposa y su familia. Se establece en Cúcuta, en la frontera con Venezuela,
cuando comienza a sentirse enfermo. En un momento de meditación y reflexión:
"Esta vista diaria del suelo de la
patria, agrava mi situación y enfermedad. Me encontraba en lucha continua de
encontrados efectos y de opuestos sentimientos y deseos. Por un lado me
arrastraba el de volver a la patria querida, en donde he dejado las afecciones
más caras de la vida, esposa, hijos e intereses. Por otro, el temor que
naturalmente engendra los peligros de las persecuciones y el malestar que se
debe experimentar por consecuencia de las pasiones que son consiguientes en la lucha
sangrienta sostenida en una guerra, por dos partidos que se odian y se detestan
disputándose el poder uno para libertar la República y el otro para
esclavizarla con el dominio de esa misma tierra, que tuvimos precisión de
abandonar por consecuencia de la lucha (...) y refugiarse en tierra extraña
aunque amiga y hospitalaria, sin recursos para comer el amargo pan del
ostracismo; y mucho más se padece, sí día y noche se tiene a la vista la tierra
amada sin facultad de poder ir a pisar su territorio".
En
Venezuela, el gobierno hace un llamado a Páez que se hallaba emigrado en la
ciudad de Nueva York para que tome el mando de la república y éste lo
acepta. Antonio Valero hace varios intentos para poder regresar con su familia,
pero Páez se lo impide.
Es en
medio de su desesperación cuando el General Tomás Cipriano de Mosquera,
antiguo compañero suyo, ha sido nombrado por el Congreso, Presidente
Provisional de Colombia. Mosquera da un decreto de derecho a sueldo y pensión a
los militares de la antigua Colombia, que hubieran hecho la "Guerra Mayor
de la Independencia".
También le nombra Comandante en Jefe de la
1ra División, con destino al Estado de Boyacá y luego Jefe del Estado Mayor del
Ejército de Colombia.
En abril de 1863 termina la Guerra
Federal en Venezuela y Valero decide regresar a su familia, renunciando a su
posición en el ejército de Colombia. Pero Antonio Valero nunca vuelve a ver a
su esposa y a sus hijos. Un repentino ataque apopléjico corta su vida y
el 7 de junio de 1863, a la edad de 73 años muere el prócer
americano.
Su cadáver fue conducido al Cementerio, pero
como no tenía familiares en Bogotá, ni nadie que cuidase por sus intereses, no
hubo señalamiento especial del sitio donde fue enterrado.
1874 el Presidente de Venezuela, Guzmán
Blanco, erigía el Panteón Nacional en donde serían conservados los restos de
los Próceres de la Independencia, entre los cuales se incluía al General
Antonio Valero de Bernabé, pero nunca se encontraron sus restos.
Simón
Bolívar dijo una vez: "El que lo abandona todo por ser útil a su
país, no pierde nada y gana cuanto le consagra".
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