Nació en Matanzas, el 18 de
octubre de 1893. Su madre María Isabel Duarte, había sido educadas en
el colegio católico de monjas francesas Saint Joseph, en Long
Island, Estados Unidos, y dominaba el inglés y el francés a la perfección,
y de ella fueron recibidas las primeras clases de estos idiomas que aprendió el
joven Tallet. Fue monaguillo de la iglesia de Versalles, y como otros niños de
su edad junto a sus hermanos jugaba con los amigos del barrio.
De esos años infantiles tuvo Tallet sus
mejores amiguitos en los muchachos de las respectivas cuadras, pero serían
algunos de sus condiscípulos con los que trabaría amistad de por vida.
Tallet hizo estudios primarios y algunas
asignaturas de los secundarios, latín y griego en el colegio del Sagrado
Corazón de los Padres Paúles, en su ciudad natal. Al entrar en la adolescencia,
Tallet tuvo inclinaciones religiosas y comenzó a prepararse para el sacerdocio,
junto con su condiscípulo de la primaria José Manuel Acosta, en el propio
colegio en que habían estudiado ambos.
En su
poema Remembranzas, dedicado “A José Manuel Acosta”, Tallet hace un recorrido
de todas las cuitas de los dos, desde chicos, y recuerda esta etapa, que él
llamó alguna vez “la de la curática”, y allí dice:
“¿Has
olvidado, Acosta, cómo a pique
estuvimos ambos
de ser un par de clérigos tonsurados?”
estuvimos ambos
de ser un par de clérigos tonsurados?”
Pero cuando se convenció que ese no era su
rumbo, “salió al mundo”, como él decía. Antes ya había salido Acosta de la vida
“curática”. Un día, en un paseo de carnaval, quedó enamorado de una linda
chiquilla trigueña, de ojos negrísimos, de unos trece años, que junto a su
hermana menor recorrían, en coche tirado por caballos, los alrededores de la
Plaza de Armas (que ya se llamaba Parque de la Libertad).
Era él de los tímidos y nunca le habló a la
muchacha, sino que comenzó a escribirle cartas, pero ella nunca le contestó.
Sus amigos le oían las monsergas sobre la bella matancerita, y algo guasones le
decían que era “su novia, pero ella no lo sabía”. Las penas de este amor mal
correspondido durarían años en el corazón del poeta.
Entre 1912 y 1915 estuvo
en el Heffley Institute of Comerce, de Brooklyn, donde se graduó de
contador y perito mercantil. Permaneció en Estados Unidos hasta 1917.
En su estancia norteamericana echó las bases de su cultura autodidacta. Llegó a
ser un erudito en áreas diversas (Historia y lengua española, sobre todo).
Siempre quiso regresar a Cuba y
así lo hizo, casi al terminar la Primera Guerra Mundial. Al regresar
de Nueva York, Tallet se quedó en La Habana donde realizó trabajos
disímiles: oficinista, tenedor de libros, secretario, cajero, escribiente...
hasta que en 1926 ingresó profesionalmente en el periodismo, labor
que no abandonaría nunca.
Fue traductor de cables, jefe de
departamento y director del magazine del periódico El
Mundo (1927-1933); subdirector del diario Ahora (1933-1935);
editorialista de El noticiero mercantil (1936); redactor de la
revista Baraguá (1937); articulista y cronista en El País y
El Mundo durante muchos años.
Fue miembro del consejo de dirección de la
revista Venezuela Libre (1925), editor y adminitrador de
la Revista América Libre (1927), y editor de la Revista de
Avance (1927-1928). Además, colaboró con infinidad de publicaciones.
En 1922 Tallet establece contacto
con la avanzada de la intelectualidad cubana y junto a ella participa en un
grupo de acciones que sacuden a la sociedad en la llamada «década crítica»
(1923-1933): la Protesta de los Trece, la Falange de Acción Cubana,
el Grupo Minorista, el Movimiento de Veteranos y Patriotas,
la Universidad Popular José Martí y la Liga antimperialista.
Tallet se casó en tres ocasiones:
en 1927, con Judit Martínez Villena (murió en 1938). Después de
quedar viudo, como no tenía familiares, su hijo Jorge de diez años pasaba
temporadas en casas de distintas familias amigas, pero quienes se hicieron
cargo de él por años fueron Juan Antonio Llames y su esposa Amparo, que vivían
circunstancialmente en La Habana, pero poco después los tres fueron a vivir al
pueblo de Cidra, cuna de Amparo.
Semana tras semana, los viernes por la noche
Tallet salía en tren hacia Matanzas, o también, aunque pocas veces, hacia Unión
de Reyes, para desde cualquiera de estos dos lugares tomar algún transporte que
le llevara por carretera hasta Cidra, situada en medio de ellos y distante a
muchos kilómetros. Así, al desplazarse Llames a Cidra, para Tallet fue Cidra
una extensión de su natal Matanzas.
Dos años después contrajo matrimonio con
Teresa de Cárdenas, en 1940. Y con Aida Mesa, en 1951. Tuvo dos
hijos: Jorge (con Judit, en 1928); y Leticia (con Teresa, en 1941). En ese
ciclo vital escribió poemas, crónicas y artículos con una gracia y originalidad
tal, que dejaron honda huella en la literatura y el periodismo cubanos.
José
Zacarías Tallet publica sus primeros poemas en 1923, en dos revistas, e
inmediatamente adquiere reconocimiento.
Su nombre comienza a figurar en Antologías
desde 1926. En 1928 escribe «La rumba», uno de los primeros
textos de la poesía negra, el cual difundiera internacionalmente Berta
Singerman (Popularisado en la radio y la televisión por Xiomara Fernández.
Sin embargo, hasta 1951, en que
aparece La semilla estéril, no logra ver su poesía reunida en un libro.
Después de muchos años de silencio, en 1965 emerge una nueva
generación poética en Cuba que lo reconoce como uno de sus padres inspiradores
y el poeta renace.
Por su prestigio intelectual, Tallet
integró, desde su fundación en 1943, el claustro de profesores de la
Escuela Profesional de Periodismo «Manuel Márquez Sterling». En
1959 fue nombrado director de la misma. En 1960 dirigió un
departamento de política regional en el ministerio de relaciones exteriores.
En 1968 se retiró oficialmente del
periodismo, pero siguió colaborando con la revista Bohemia en la
sección "Gazapos", dando continuidad a una labor que comenzara
en El Mundo para contribuir a la limpieza del idioma español. Cada
semana, en un breve párrafo, mostraba su erudición, su sentido del humor, su
genialidad. Así fue hasta que dijo: «Adiós, hermanos, adiós, ¡hasta que
ñanguere!».
Murió en La Habana el 21 de
diciembre de 1989. Cuando lo sorprendió la muerte, a los 96 años,
Tallet llevaba muchos años tuteándola, burlándola, trascendiéndola.
En 1984,
José Zacarías Tallet recibió el Premio Nacional de Literatura.
En ese mismo año le fue otorgado el título
de Doctor Honoris Causa en la Universidad de La Habana. Por sus altos
méritos a la cultura y la nación, le fue impuesta la Orden Félix Varela,
de Primer Grado, en 1982. Por su contribución al periodismo, mereció la
medalla Julius Fucik, por la OIP.
Con el propósito de rendir homenaje al
reconocido intelectual cubano y continuar su labor en pro de la pulcritud del
español; labor que, con el criollismo que lo caracterizaba, él supo llevar a
cabo desde su sección Gazapos, en las páginas de la revista Bohemia, en el
Instituto Internacional de Periodismo "José Martí" se constituyó la
cátedra José Zacarías Tallet, que se propone revalidar la labor del corrector,
a quien también corresponde una tarea esencial en el logro de la calidad de
cualquier publicación.
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