Cuando el ensordecedor aullido del viento encoge el corazón y las más terribles imágenes vienen a la mente, siempre hay quien, ante las caras asustadas, se viste de coraje y al mal tiempo pone buena cara con un cuento de Pepito u otra ocurrencia típica del cubano. También está la brigada de mujeres, encargada de engañar a las preocupaciones con chuchearías y el traguito de café caliente.
En días de ciclón nunca faltan aquellos que tratan de dormir para no pensar en lo peor o porque saben que la siguiente jornada demandara de todo su esfuerzo. Son esos los que provocan la risa de los presentes cuando al escuchar un estruendo se incorporan como un resorte y con los ojos bien abiertos preguntan: ¿qué pasó?
Los cubanos ayudamos en la adversidad, y más si se trata de los vecinos que son como familia. El huracán Sandy a su paso por Cuba se llevó la alegría de muchos y la cambió por dolor, pero no pudo llevarse la voluntad de ayudar y de reconstruir los sueños de nuestra gente. Pasada la tormenta todo mundo puso manos a la obra en las tareas de recuperación. Algunos ya no tienen sus casas o están maltrechas, pero saben que no están solos.
En Holguín y en toda la región oriental, Sandy dejó mucho trabajo por hacer, pero desde todas partes del país ya llega la ayuda para satisfacer las necesidades más urgentes. Un contingente de trabajadores de
Cuando de huracanes se trata, la solidaridad invade este archipiélago, que parece atraerlos y ponerlos de mal humor cada vez que se recupera de sus embates.
Los ciclones continuarán hostigándonos, pero no harán que nos queramos menos, ni que al mal tiempo tengamos el valor de poner buena cara y extender nuestras manos a quien las necesite.
Un texto de Malena Almarales
Rodríguez, tomado del sitio digital de Radio Angulo, en Holguín
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