El agrónomo, divulgador científico y
reformador agrario Francisco de Frías y Jacott, nació en la La
Habana el día 24 de septiembre de 1809. A los diez años de
edad fue a los Estados Unidos, donde se educó y regresó a los veinte años.
Después viajó por España en 1832 y diez años más tarde
viajó a París para estudiar ciencias físico-químicas.
En 1848 heredó el título de Conde de Pozos Dulces.
Su labor como director y fundador
del periódico El Siglo, entre 1863 y 1868, fue influyente
en la vida científica y política de Cuba. Durante su vida política fluctuó
entre el reformismo y el independentismo. Cursó además estudios de
agricultura aplicada y de Geología.
Aumentada de modo notable su cultura y de
vuelta en Cuba, en 1844, se dedicó desde entonces y durante toda su vida,
a trabajar por la libertad de Cuba.
Ocupó los cargos de consejero de la Junta
de Fomento y de inspector del Instituto de Investigaciones Químicas.
Fue elegido socio de número de la Sociedad Económica de Amigos del
País en 1851 y más tarde presidente de su Sección de Agricultura
y Comercio.
Complicado en 1852 en
la Conspiración de Vuelta Abajo, fue encarcelado y condenado a
confinamiento en la Península. Volvió a Francia y a Estados
Unidos donde se vinculó a la Junta Cubana Revolucionaria.
En 1854 ocupó su vicepresidencia.
Disuelta la Junta, regresó a París y comenzó sus correspondencias en El
Correo de la Tarde (1857-1858), publicó artículos en El Porvenir del
Carmelo y trabajó como corresponsal del Liceo de La Habana.
En 1858, en los Juegos Florales del Liceo, ganó medalla de oro y el título
de socio de mérito por su trabajo.
Tras su regreso a Cuba en 1861, fue
nombrado secretario de la Compañía de Ferrocarriles, dirigió El
Siglo (1863) y llevó a cabo desde sus páginas una campaña para lograr
reformas sociales, económicas y políticas para Cuba, que culminó con la creación
de la Junta de Información.
Elegido para formar parte de la misma, se
traslada a España. Volvió a Cuba después del fracaso de la Junta, en la que
ocupó la presidencia de la Sección de Inmigración. Fue nombrado regidor del
Ayuntamiento de La Habana y nuevamente director de El Siglo.
Fue uno de los promotores del Instituto
de Investigaciones Químicas de La Habana desde que José Luis
Casaseca Silván lo fundara en 1848, y después que Álvaro
Reynoso lo transformase en Estación Agronómica, en 1859. En 1861 propuso
la creación del Instituto Agrónomo Cubano.
En la sociedad Económica de Amigos del País
impartió clases de agricultura en la cátedra creada en 1865, y
ocupó la presidencia de su Sección de Agricultura y Estadística
entre 1867 y 1868. De igual forma, la Real Academia de Ciencias
Médicas, Físicas y Naturales de La Habana lo nombró Socio de Número
en 1868, año en que fue el primer expositor público de algunos aspectos de
la teoría darwiniana, aunque discrepaba de ella.
Como abolicionista, pensaba que no se podría
fundar una patria libre en una tierra de esclavos, y como José de la Luz y
Caballero, y Gaspar Cisneros Betancourt, El Lugareño y como todo
cubano de criterio moral elevado, era opuesto de a la esclavitud.
Vio fracasar todas las conspiraciones y
expediciones invasoras de su cuñado Narciso López. Por eso pensó que
todavía el pueblo de Cuba no estaba preparado para la libertad, y empezó su
labor política, que fue su obra más sobresaliente.
Era un excelente escritor y lo nombraron
director del periódico El Siglo y realizó una propaganda activa y fecunda que
aspiraba que Cuba fuera como una provincia española.
Esta propaganda dio origen al Partido
Reformista y a la junta de Información.
En 1868 renuncia
a El Siglo y colabora en El Ateneo, en Revista Crítica de Ciencias,
Artes y Literatura y es nombrado socio de número de la Real Academia
de Ciencias Médicas.
Al estallar la Guerra del 68 se
traslada a París, desde donde colaboró en diversos periódicos latinoamericanos,
fue corresponsal de los periódicos habaneros El Correo de la Tarde, una serie
de correspondencias, que más tarde en 1860 reunió su amigo Domingo G.
Arozarena, y las publicó con el título Colección de escritos sobre
Agricultura, Industria, Ciencias y otros ramos de interés para la isla de
Cuba y El Porvenir del Carmelo, 1857 y 1860, periódico de
Artes e Industria, en el cual aparecieron sus observaciones sobre la cría
caballar, así como de diversos periódicos sudamericanos y norteamericanos, entre
ellos El Deber (Valparaíso), La Patria (Lima), La
República (Santiago de Chile), El Educador Popular, (Nueva
York), La Legalidad, (La Habana), entre otros.
Publicó cartas en la Revista Cubana. Es
autor de trabajos de carácter científico, como la Memoria sobre la
industria pecuaria en la isla de Cuba, publicados en los Anales de la Real
Junta de Fomento y Sociedad Económica de La Habana y en los Anales de
la Real Academia de Ciencias de La Habana.
Durante su permanencia en París también
publicó La cuestión del trabajo agrícola y de la población de la Isla de
Cuba, teórica y prácticamente examinada (París, 1860).
Con este folleto inició en Cuba el estudio
de la agricultura científica. El Conde de Pozos Dulces, heredero con su familia
de un importante patrimonio agropecuario, intervino decididamente en la
modernización de las explotaciones agrarias y la industria pecuaria en Cuba.
Deseaba que las tierras fuesen pequeñas
fincas y hubiese variedad de cultivos. Pensaba que sería mejor que hubiese
muchos propietarios libres, de pequeñas fincas que cultivasen todo que muchos
trabajadores esclavos de pocos dueños, porque así esos hombre serían dueños de
sí mismos y estarían mejor preparados para el ejercicio de la libertad.
Después del estallido de la Guerra de
los Diez Años, pasó a residir en Francia en 1869. Sus problemas de salud
le impidieron encargarse de la dirección de la Escuela de Agricultura de
Lima, que le había propuesto el presidente de la República del Perú.
Murió en París el 25 de
octubre de 1877. Fueron estas su últimas palabras: "Muero con el
desconsuelo de no ver realizado el sueño de toda mi vida: la Libertad de
Cuba" Francisco Frías, Conde de Pozos Dulces
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