El poeta Virgilio (Publio Virgilio Marón)
nació en Andes, actual Pietole, cerca de Mantua, en la Región
X, Venetia, hoy Lombardía italiana, el 15 de
octubre de 70 a. C. y murió en Brundisium,
actual Brindisi, el 21 de septiembre de
19 a. C.
Fue un poeta romano, autor de
la Eneida, las
Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante
Alighieri, La Divina Comedia, fue su guía a través del Infierno y del
Purgatorio.
Formado en las escuelas
de Mantua, Cremona,
Milán, Roma y Nápoles, se
mantuvo siempre en contacto con los círculos culturales más notables. Estudió
filosofía, matemáticas y retórica, y se interesó por la astrología, medicina,
zoología y botánica.
De una primera etapa influido por el epicureísmo,
evolucionó hacia un platonismo místico, por lo que su producción se
considera una de las más perfectas síntesis de las corrientes espirituales de
Roma.
Fue el creador de una grandiosa obra en la
que se muestra como un fiel reflejo del hombre de su época, con sus ilusiones y
sus sufrimientos, a través de una forma de gran perfección estilística.
Aunque hijo de padres modestos, Virgilio
estudió retórica y lengua y filosofía griegas en Cremona, Milán, Roma y
Nápoles.
Si bien no intervino de modo directo en la
vida política, desde muy pronto Virgilio disfrutó del apoyo de mecenas y amigos,
como Cayo Mecenas, el poeta Horacio e incluso Octavio, el futuro emperador
Augusto, en parte propiciado por el éxito de su primera obra mayor,
las Bucólicas, en las que desarrolla muchos temas de la tradición
pastoril, tomados sobre todo de los Idilios de Teócrito, aunque
introdujo numerosas alusiones a personajes y situaciones de su época.
Incitado por sus protectores, escribió
las Geórgicas, en apoyo de la política imperial de relanzar la agricultura
en Italia, en las cuales recrea la belleza de la vida campesina y sus distintos
aspectos: labranza, ganadería y apicultura.
La vertiente pública de la poesía de
Virgilio llegó a su cima cuando afrontó la tarea de escribir un ambicioso poema
patriótico a imagen de las grandes epopeyas homéricas, la Eneida, que
debía cantar las virtudes del pueblo romano y cimentar una mitología propia
para la nación.
Para ello escogió la conocida figura
legendaria del héroe troyano Eneas. Durante otros doce años trabajó en la composición de
esta su obra maestra, poema épico que incluye doce cantos.
Al principio, Eneas logra huir del desastre
de Troya llevando sobre los hombros a su anciano padre, Anguises, y a su hijo
Ascanio de la mano; reúne una flota y zarpa con los supervivientes troyanos
rumbo a Tracia, Creta, Epiro y Sicilia, antes de abordar las costas de África.
Luego relata los amores de la reina de
Cartago, Dido, con Eneas, y el suicidio de ella tras la partida del héroe. Tras un interludio, la
última parte narra la llegada de Eneas a Italia, y la guerra que sostiene con
Turno, rey de los rútulos; la victoria le otorga la mano de Lavinia, princesa
del Lacio.
El verso de Virgilio en la Eneida fue
considerado en su propia época, y a partir de entonces, como modelo de
perfección literaria tanto por su equilibrio métrico como por su musicalidad. Sin embargo, el poeta no
pudo terminar su obra, pues en el 19 a.C. emprendió un viaje por Grecia y Asia
con la intención de corroborar sobre el terreno las referencias paisajísticas y
geográficas de su obra maestra, práticamente finalizada para entonces, y para
profundizar en el estudio de la filosofía.
Durante el viaje enfermó gravemente, y en su
lecho de muerte pidió a sus amigos Vario y Plocio que destruyeran la Eneida,
por considerarla imperfecta, ruego que no fue atendido por orden de Augusto.
Se atribuye asimismo a Virgilio la
composición de un conjunto de obras menores de carácter épico, elegíaco y
didáctico, conocido como el Appendix vergiliana, que quizás podrían ser
obras de juventud, aunque no está bien dilucidada su autoría.
El renombre de que gozó fue enorme no sólo
en su época, sino a lo largo de toda la Edad Media, que le consideró como un
cristiano anticipado, e incluso se llegó a ver en una de
sus Bucólicas una profecía de la llegada del Mesías.
En su Divina Comedia, Dante lo
convirtió en su guía a través del Infierno y el Purgatorio, y le consideró su
maestro.
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