Ante este juicio, Fidel Castro, entonces
licenciado en Derecho Civil, decide asumir su propia defensa. En el documento, Fidel
Castro señala los males de la Cuba de entonces, resumidos en seis
problemas fundamentales: el problema de la tierra, la industrialización, la
vivienda, el desempleo, la educación, y la salud.
Entre las cuestiones principales destacaba
el 85% de los pequeños agricultores cubanos pagaba renta y sufría la amenaza
perenne del desalojo cuando más de la mitad de las mejores tierras estaban en
poder de compañías extranjeras y una gran proporción de la población era
analfabeta, las 400.000 familias del campo y la ciudad vivían hacinadas y casi
dos millones y medio de la población urbana pagaba altos alquileres por las
casas que ocupaban, el 90% de los niños del campo eran devorados por los
parásitos, y la existencia de más de un millón de desempleados.
Los acusados de participar en los sucesos
del 26 de julio de 1953 fueron juzgados en la Causa No. 37
de ese año, que se inició el lunes 21 de septiembre. El Palacio de Justicia
santiaguero fue la sede de un juicio nunca antes visto.
Ante el asombro del tribunal y los demás
presentes, los acusados se convirtieron en acusadores. Al final del proceso
judicial, el 6 de octubre, 29 de los 102 acusados fueron sentenciados a
condenas de entre siete meses y trece años de privación de libertad.
Fidel
Castro había sido mantenido alejado del tribunal desde el final de la
primera sesión. Su juicio tuvo lugar el 16 de octubre en una pequeña
sala del Hospital Civil Saturnino Lora. Junto al líder del grupo fueron
juzgados Abelardo Crespo, acostado en una cama debido a las múltiples
heridas recibidas, y Gerardo Poll Cabrera.
Como ocurrió en el juicio anterior, los
acusados se tornaron acusadores, denunciando los crímenes cometidos contra sus
compañeros. Es
en ese momento cuando comienza a tomar forma uno de los mitos más impactantes
del asalto al Cuartel Moncada.
Había pocas personas presente cuando Fidel
Castro se levantó para asumir su propia defensa. El juicio había durado cuatro horas,
de las cuales Fidel consumió la mitad denunciando el golpe de estado, los
crímenes contra sus compañeros, su programa de gobierno si hubiera triunfado, y
otras consideraciones de interés nacional. Al final, fue sentenciado a 15 años
de privación de libertad.
Al llegar al presidio, el dirigente de
la Generación del Centenario (por coincidir 1953 con el
centenario del nacimiento de José Martí), elaboró un plan de trabajo
centrado en la propaganda.
En una carta a Melba
Hernández del 17 de abril de 1954, le dice que no se puede
abandonar un minuto la propaganda porque es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener su
estilo propio y ajustarse a las circunstancias.
Luego le dice que su esposa Mirta le hablará
de un folleto de importancia decisiva por su contenido ideológico y sus
tremendas acusaciones y le pide que le presten el mayor interés. Se refería a
La Historia me absolverá. Fue escrito en presidio entre su llegada en
octubre de 1953 y abril de 1954, con la ayuda de una
biblioteca personal que, dos meses después de ingresar al presidio, contaba con
unos 300 volúmenes.
De ese folleto, que se convertiría en el
medio propagandístico de mayor valor por su impacto en la población, le dice
que deben distribuir cien mil en un plazo de cuatro meses en toda la isla.
Aunque la distribución real sólo alcanzó la
décima parte de esa cifra, el folleto resultó una victoria total.
El folleto no circuló hasta un año después
del juicio, en octubre de 1954.
Tomado
de la Internet
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