Las Milicias Nacionales Revolucionarias, es
una organización de carácter popular constituida el 26 de
octubre de 1959 en Cuba para defender a la isla de las
amenazas de agresión militar provenientes de Estados Unidos y para la
protección de objetivos civiles contra acciones de grupos terroristas que
actuaban tanto en Cuba como desde territorio de Estados Unidos y otros países del
Caribe.
Después del triunfo Revolucionario
del 1 de enero de 1959, el gobierno cubano se dedicó a trabajar
en bien del pueblo cubano. El pueblo unido en un solo haz compartía las tareas
de construcción y reconstrucción de una sociedad en la que todos serían iguales
y compartirían los mismos derechos y deberes.
Por otro lado el gobierno de Estados Unidos
inició toda una serie de agresiones contra la naciente Revolución, para lo cual
emplearon toda una gama de acciones para revestirla, desde la guerra
económica, el terrorismo de estado, el espionaje y la subversión, los planes de
asesinato de sus dirigentes y el fomento de la contrarrevolución, no solo en
las ciudades sino también en las zonas montañosas, creándose de esta forma las
bandas terroristas.
En correspondencia con esa política agresiva
la dirección de la
Revolución adoptó las medidas necesarias para fortalecer la
defensa del país y garantizar el proceso de grandes transformaciones
revolucionarias que se realizaba en la sociedad cubana, para ello se crearos
las Fuerzas Tácticas de Combate que cubrían todo el territorio
nacional,
las Columnas Especiales de Combate, así como la reorganización de las unidades
de tanques, aviación y Marina de Guerra, se reactivaron las escuelas de cadetes
y oficiales con una concepción revolucionaria de la defensa en las nuevas
condiciones, conformaron las medidas militares principales de aquella primera
etapa.
Como colofón se creó el Ministerio de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias, al frente del cual se designó al entonces
comandante Raúl Castro Ruz.
La llamada conspiración trujillista,
engendrada por la CIA
y ejecutada por el régimen tiránico dominicano, en complicidad con grupúsculos
de la reacción interna, fue derrotada en las operaciones dirigidas personalmente
por Fidel Castro en la ciudad de Trinidad, quien utilizó magistralmente
las medidas de inteligencia, las acciones del Ejército Rebelde y la cooperación
ciudadana.
Los hombres y mujeres del pueblo, con un
elevado sentido de patriotismo y enardecidos ante los ataques y agresiones del
enemigo, solicitaban un puesto en la trinchera con las armas en la mano, así
nace la idea de las milicias.
A fines de agosto de 1959, el Comandante en
Jefe Fidel Castro se dirige a la provincia de Pinar del Río con el
fin de fundar la primera granja del pueblo en la región de Viñales.
La derrota de los mercenarios de Trujillo en
Trinidad, apenas 15 días atrás, lejos de deslumbrarlo en un sentido
triunfalista, le indicaban la necesidad de tomar las medidas que permitieran
enfrentar con éxito la próxima agresión, mucho más poderosa, que se prepara
desde la vecina superpotencia del norte.
Para lograrlo, aún faltaba un elemento
primordial: la participación del pueblo con las armas en la mano.
Informado Fidel de la existencia de una
pequeña banda dirigida por un prófugo de la justicia revolucionaria, indicó
reunir a 12 campesinos de la región a los que propuso organizarse, armarse y
operar contra la cuadrilla. Leandro Rodríguez Malagón, a quien todos
conocían por su segundo apellido, fue designado jefe de la patrulla conocida
desde entonces como Los Malagones.
Durante el mes de septiembre se prepararon
en el Campamento Militar de Managua. A fines de dicho mes, el Comandante
en Jefe dio por concluido el curso y les planteó la misión: capturar a la
mencionada banda, en un plazo no mayor de tres meses.
Fidel fundamentó la orden señalando que
ellos conocían el terreno, a los habitantes, a los alzados y poseían las
condiciones físicas y cualidades morales necesarias para derrotarlos. Cuando
los despidió, les expresó: Malagón, si ustedes triunfan habrá milicias en
Cuba.
Los primeros milicianos solo necesitaron
poco más de dos semanas para capturar a los contrarrevolucionarios. Los
Malagones se convirtieron en símbolo y modelo para organizar en cada rincón de la Isla un ejército
multitudinario sin precedentes en la historia de la defensa del poder
revolucionario. Primero fueron patrullas de milicias, después compañías y luego
batallones de combate.
El 26 de octubre, durante un acto de
masas en protesta por las agresiones provenientes del territorio
estadounidense, Fidel proclamó la creación de las Milicias Nacionales
Revolucionarias (MNR).
Estas se instituyeron, según su primer
reglamento, como una fuerza militar voluntaria del pueblo, subordinada al
MINFAR para actuar en defensa de la
Patria y la
Revolución. Al principio se organizaron por sectores
sociales, es decir, milicias obreras, campesinas, y estudiantiles.
Estos destacamentos recibían clases de infantería,
arme y desarme y hacían guardias en los centros de trabajo y objetivos
priorizados. Para marzo de 1960, a menos de cinco meses de creadas las
MNR, aproximadamente medio millón de hombres y mujeres estaban organizados en
sus filas.
El 4 de marzo fue saboteado
el vapor francés La Coubre en
la bahía de La Habana ,
en los momentos en que descargaba armas y municiones adquiridas en Europa. Más
de un centenar de muertos entre cubanos y franceses fue el saldo macabro de
aquella agresión.
Ese mismo mes el general Eisenhower estampó
su firma en el documento titulado Programa de acción encubierta contra el
régimen de Castro, con el objetivo de desestabilizar el país hasta paralizarlo
y finalmente invadirlo. Luego el presidente estadounidense recordaría:
El 17 de marzo de 1960 le ordené a
la Agencia Central
de Inteligencia que comenzara a organizar el entrenamiento de los exiliados
cubanos, principalmente en Guatemala, para un posible día futuro en que ellos
pudieran regresar a su patria. Otra idea fue de que comenzáramos a construir
una fuerza anticastrista en la propia Cuba.
El Jefe de la Revolución decidió
reorganizar los destacamentos de milicias con un sentido táctico—territorial y
convertirlos en batallones de combate. Incalculables eran los problemas que se
presentaban para cumplir con aquella gigantesca misión, entre los que se
destacaban: armamentos, cuadros de mando e instrucción.
Fusiles, ametralladoras, morteros y piezas
de artillería terrestre y antiaérea, procedentes de los países socialistas
comenzaron a entrar a puertos cubanos y en carrera contra el tiempo se
entregaban a las recién formadas baterías, compañías y batallones.
Del mismo seno de las milicias fueron
seleccionados los milicianos más capaces, dispuestos y con cualidades para el
mando de las tropas, y después de subir varias veces el pico Turquino,
ingresaron en el primer curso de oficiales de milicias. Los egresados se
incorporaron de inmediato a la instrucción de las unidades milicianas.
En todas las provincias se organizaron los
centros de preparación necesarios, durante 15 días los milicianos recibían
clases de armamento, tiro, y táctica elemental del soldado. La graduación se
efectuaba luego de vencer la marcha de los 62 kilómetros . La
boina verde olivo se convirtió en el símbolo de haber pasado por todas las
pruebas del curso.
Durante el segundo semestre de 1960, el
archipiélago cubano se convirtió en una gigantesca escuela de combatientes
revolucionarios. Bastaron unos meses para realizar la hazaña sin precedentes de
organizar, armar y preparar al pueblo con vistas a combatir a la agresión
imperialista que transitaba por la recta final de su preparación.
En noviembre de 1960 se produjeron las
elecciones presidenciales en la nación norteña, en las que el demócrata Jonh
F. Kennedy venció al candidato republicano Richard Nixon.
En las nuevas condiciones, arreció la
campaña de prensa contra Cuba, se intensificaron los sabotajes dentro de la Isla y se hicieron públicos
como nunca antes los trajines de la invasión mercenaria en los territorios de
los Estados Unidos y Centroamérica.
Fidel analizó la situación y vislumbró que
la agresión podía desencadenarse antes del 20 de enero, fecha del cambio
presidencial, como último acto del Gobierno saliente, que incluso comenzó el
nuevo año rompiendo unilateralmente las relaciones diplomáticas con Cuba.
El Comandante en Jefe ordenó la movilización
de los recién formados batallones de infantería y baterías de artillería, que
se atrincheraron en las áreas asignadas. Nunca los imperialistas habían
enfrentado un despliegue tal de tropas populares y por lo tanto se vieron
obligados a no precipitarse; aunque, todavía no distinguieron el fenómeno
revolucionario en toda su magnitud.
Estamos obteniendo una idea real de la
fuerza de nuestro pueblo —dijo Fidel a la tropa— y hemos conocido la
fuerza de nuestras ideas y la idea de nuestra fuerza.
En su primera variante la CIA seleccionó a la ciudad de
Trinidad para realizar el desembarco con el apoyo de los grupos de alzados en
el Escambray. Cientos de ellos aguardaban por los lanzamientos aéreos de
armas mediante la llamada Operación Silencio.
El Comandante en Jefe interpretó la idea de
maniobra del enemigo y ordenó la Operación Jaula , consistente en cercar totalmente
al Escambray, dividirlo en cuatro sectores, ocupar con escuadras los puntos más
importantes, peinar las zonas cercadas, realizar un trabajo político directo y
efectivo con las familias campesinas, e intensificar las transformaciones
económicas y sociales en toda la región.
Hacia el Escambray se movilizaron 80
batallones de milicias provenientes de las seis provincias del país.
Durante la operación, que concluyó en los
primeros días de abril de 1961, fueron neutralizados unos 600 alzados,
cerca de un millar de armas de guerra, y se desarticularon todas las bandas.
El enemigo se vio obligado a cambiar el
lugar del desembarco. Las milicias tuvieron su bautismo de fuego y un
entrenamiento en campaña que las preparó óptimamente para los combates que estaban
por venir.
Cuando el 17 de abril la brigada
2506 desembarcó por Playa Larga y Playa Girón, inmediatamente
fue contraatacada por las milicias locales. Después se desarrolló la ofensiva
ininterrumpida por todas las vías de acceso a la cabeza de playa ocupada por
los invasores.
Los miembros de las MNR constituyeron la
mayoría de las tropas de infantería y la totalidad de las dotaciones de las
baterías de artillería terrestre y antiaérea que participaron en la batalla.
Junto a las columnas especiales de combate,
las dotaciones de tanques y el batallón de la PNR , cuyos combatientes provenían del Ejército
Rebelde y la lucha clandestina, las milicias cumplieron el papel asignado por
Fidel como fuerza combativa imprescindible en defensa de la patria y la Revolución.
Más allá del entorno de la batalla, el papel
de las milicias fue un digno y temprano ejemplo de lo que hoy se conoce en Cuba
como la guerra de todo el pueblo.
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