Nació el 16 de octubre de 1868. Federico Villoch ha sido
llamado “el Lope de Vega criollo” por su prolífica producción teatral. Se le
atribuyen más de cuatrocientas obras para la escena, de las cuales solamente
siete han llegado hasta el presente.
Con la habilidad de un cronista convertía la
actualidad en suceso teatral presentado con gracia y soltura, por ello sus
obras resultan un fresco de las primeras décadas republicanas.
Entre sus títulos iniciales destaca La
mulata María, zarzuela bufa que, con música de Raimundo Valenzuela, fue
estrenada en 1896 con gran éxito de público. En 1900 formó empresa con el
escenógrafo Miguel Arias y los hermanos José (Pirolo) y Regino López, actores
ambos, para dar inicio a la leyenda del Teatro Alhambra, con sus treinta y
cinco años de intensa vida artística, escenario de la mayoría de sus éxitos.
A su oficio y talento como dramaturgo, Federico
Villoch unió su extraordinaria capacidad como empresario teatral que, en medio
de decenas de compañías rivales, contribuyó a hacer del Teatro
Alhambra la institución más importante del período y uno de los mitos de
la historia teatral cubana.
En su producción dramática resaltan:
Napoleón (1908), La casita criolla (1912), La danza de los millones (1916) y La
isla de las cotorras (1923), una de las obras más populares y representadas del
enorme repertorio de la compañía; todas con música de Jorge Anckermann.
En 1936 la compañía de zarzuelas
del Martí estrenó su última pieza, Guamá, con música de Rodrigo Prats. También incluyó en su
repertorio ocho de las obras anteriores de este gustado autor.
Como periodista fundó la revista Luz y
Sombra. Fue
redactor de El Fígaro. Colaboró en Unión Española, La
Caricatura y La Habana Elegante. Durante muchos años escribió la
columna Viejas postales descoloridas en el Diario de la Marina, una
singular contribución a la historia del teatro en Cuba.
Murió en La Habana, el 11 de noviembre de
1954.
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