viernes, 19 de octubre de 2012

José Pertierra: “Es hora de que Washington elimine la Ley de Ajuste Cubano”

José Pertierra llegó a los Estados Unidos desde Cuba a los 9 años. Obtuvo un Bachelor of Arts en Loyola University, Los Ángeles; y se graduó en leyes por la Universidad de Georgetown en Washington DC, ciudad donde reside y tiene su bufete. Como profesional se ha especializado en casos de Derechos Humanos e Inmigración. Representa al gobierno venezolano en el caso para la extradición del terrorista Luis Posada Carriles. A propósito de las modificaciones a la política migratoria cubana nos concedió la siguiente entrevista.

¿Qué opinión le merecen las modificaciones a la política migratoria cubana teniendo en cuenta su doble condición de emigrado cubano en Estados Unidos y jurista especializado en temas migratorios en la capital de ese país?

-La nueva reforma migratoria anunciada por Cuba el 16 de octubre es bienvenida por todos los cubanos. Llevábamos años esperando el anuncio.

Es prudente que los niños tengan que pedirle autorización a sus padres para poder salir de su casa a pasear, pero no se le debe restringir de esa manera a los adultos. Los requisitos de la tarjeta blanca y la carta de invitación son ejemplos de un paternalismo desbordado que no hacía nada más que generar un resentimiento innecesario entre la población.

Nadie tiene el derecho de entrar a un país extranjero. Es un privilegio poder recibir visas para visitar a otros países, pero sí tenemos el derecho de salir y volver a entrar a nuestro propio país sin tener que pedirle permiso a nadie.

El requisito de la Tarjeta Blanca fue una medida que ya existía desde la época de Batista y que la Revolución aprovechó para evitar la fuga del país de los esbirros de la dictadura de Fulgencio Batista. La restricción continuó como una forma de contrarrestar la politización de las leyes de inmigración de parte del gobierno de los Estados Unidos, que ha tratado por décadas de estimular la fuga de cerebros cubanos para así desestabilizar al país.

Sin embargo, las restricciones impuestas para poder salir del país han resultado contraproducentes para la propia Revolución, y a pesar de que Washington sigue politizando sus leyes de inmigración este paso que ha tomado Cuba es uno de principios que muestra respeto a sus ciudadanos.

Sin embargo, aún quedan algunos ciudadanos cubanos que necesitan pedir permiso para salir del país. Por ejemplo, los que están sujetos a proceso penal y los que tienen pendiente el cumplimiento de alguna sanción penal. Esto tiene su lógica, y es consistente con la política migratoria de la gran mayoría de los países del mundo. Una persona que tiene pendiente un proceso penal pierde el derecho a salir del país, mientras que tenga los cargos o el cumplimiento de alguna sanción penal pendiente.

También se les impone límites a los que están sujetos a cumplir servicio militar en el país, y personas que ejercen ciertas profesiones u oficios que la nación considera necesarias para el desarrollo económico o científico, así como para la seguridad nacional.

Espero que las personas afectadas por esas restricciones tengan el derecho de revisar la evidencia relacionada a su caso y que se establezca un proceso de apelación. Es importante que cualquier decisión negativa no sea ni arbitraria ni misteriosa. La apelación debiese ser un proceso transparente.

-¿Hay alguna medida importante que queda por anunciarse?

-Sí, aún quedan unas cuantas, pero ojalá pronto la Revolución permita a los balseros que salieron ilegalmente de Cuba durante el periodo especial poder regresar a su país. Decenas de miles todavía no han podido regresar a ver sus familiares. Ya han pasado 20 años desde esa ola migratoria y no es justo seguir castigando a los que decidieron irse del país en balsas en esa época.

Todo cubano tiene el derecho de entrar y salir de su propio país, y ese derecho debiese ser respetado por la Revolución. La manera de castigar a los ciudadanos que violan las leyes es a través de un proceso legal en Cuba, pero nunca se le debe prohibir a un cubano regresar a la patria.

-¿Pudiera resumir cuán diferente y cuán semejante es la emigración cubana en Estados Unidos de las de otros orígenes?

-El fenómeno de la emigración cubana se parece a todas las demás. Es fundamentalmente económico: los migrantes son personas que deciden emigrar para tratar de mejorar su situación económica en otro país donde quizás tengan más oportunidades para ganar un mejor salario.

Incluso, al principio de la Revolución los que salieron del país, alegando razones políticas, lo hicieron porque perdieron su posición privilegiada en Cuba y vieron a Miami como una mejor opción para seguir viviendo como una clase privilegiada.

Muchos no lo saben, pero el bloqueo impide que los deportistas, artistas y profesionales cubanos trabajen temporalmente en los Estados Unidos. Para poder ganar dinero en los Estados Unidos, los cubanos tienen que primero salir de Cuba de forma definitiva, abandonar a su país y a sus familiares, establecerse allá y entonces reciben autorización de empleo. Esa restricción solamente existe para los cubanos. La idea es estimular la fuga de talento y cerebros de Cuba.

El imán de la emigración es económico. La decisión de emigrar no es fácil. El emigrado tiene que dejar atrás a sus familiares, costumbres, historias compartidas, olores y sabores y vivir en suelo ajeno, mientras que trate de aprender otro idioma y tristemente ver que sus hijos, nacidos y criados fuera de la patria, carecen de cubanía.

-¿Cuál cree que sea la reacción del gobierno norteamericano en términos jurídicos y políticos ante el nuevo escenario que crean estas normas?

-La diferencia en los Estados Unidos entre el inmigrante cubano y el inmigrante de cualquier otro país del mundo es que los Estados Unidos premia a los cubanos que llegan a sus tierras y persigue a los demás. Deporta a los mexicanos, mientras que a los cubanos le regalan la Green Card (residencia permanente) y un desfile en Miami, aunque hayan ingresado ilegalmente a los Estados Unidos.

Los Estados Unidos tienen una política incoherente en relación al tema de la inmigración cubana. La ley de ajuste cubano estimula la emigración ilegal y riesgosa, porque premia a los que se lanzan al mar y logran llegar a terra firme estadounidense con los “pies secos”, pero esa misma ley sirve como pretexto para que la SINA le niegue las visas de visitante a la abrumadora mayoría de los cubanos que quieren viajar temporalmente a ese país.

Es que hay una presunción legal que rige toda solicitud de visa temporal a los Estados Unidos: se presume que los que piden visas de turismo quieren quedarse a vivir permanente en los Estados Unidos. Por eso, el solicitante tiene el peso de la prueba que va a salir del país y regresar a su casa, cuando se le vaya a vencer su estadía en los Estados Unidos.

Eso es lo que impide que generalmente los Estados Unidos otorguen más visas de turismo. Si a esa presunción legal le añadimos el hecho que existe una norma llamada La Ley de Ajuste Cubano—que permite que todo cubano que esté en los Estados Unidos por un año y un día pueda quedarse legalmente, incluso con autorización de empleo—no sorprende que la SINA rechace tantas solicitudes de visa de parte de cubanos. Irónicamente, la ley de ajuste cubano milita contra las posibilidades de poder viajar legalmente a los Estados Unidos.

Es hora de que Washington la elimine y normalice el flujo migratorio entre los dos países. Sin la Ley de Ajuste Cubano, más cubanos pudieran recibir visas para visitar a sus familiares en los Estados Unidos sin tener que arriesgarse a perder sus vidas tratando de cruzar el estrecho de la Florida en una balsa.

Desde hace tiempo Cuba viene flexibilizando las medidas migratorias, mientras que los Estados Unidos ha ido endureciéndolas. Quizás el Presidente Obama vea la ironía que Cuba reconozca el derecho de sus ciudadanos de visitar a los Estados Unidos, pero que Washington le siga violando el derecho de los estadounidenses de visitar a La Habana.

Creo que todos los cubanos de buena voluntad añoran la normalidad las medidas migratorias: de parte Cuba y también de parte de los Estados Unidos. Ahora le toca a los Estados Unidos responder a las medidas anunciadas por Cuba. El Presidente Obama debiese:

1. Eliminar las restricciones que impiden que los estadounidenses viajen a Cuba libremente.

2. Eliminar la ley de ajuste cubano y todos sus componentes, incluyendo las medidas diseñadas para seducir a los médicos cubanos con el fin de que abandonen sus responsabilidades en terceros países para emigrar a Miami.


Tomado del sitio digital La Pupila Insomne

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