De Irma
González
Salanueva, hija mayor del Héroe de la República de Cuba René González, uno de
los Cinco antiterroristas cubanos, que cumplió más de 13 años de injusta
condena en cárceles de Estados Unidos por monitorear a grupos extremistas
anticubanos asentados en Miami.
Acabo
de ver el fragmento del programa televisivo donde intentaron acusarte de
violentar a las ¨Damas de Blanco¨ y no pude evitar recordar el asedio que
sufrió mi familia en septiembre de 1998 cuando arrestaron a mi padre.
Aquellos
sucesos dejaron en mí una impronta que por tan dolorosa, de ella pocas veces
hablo. Sin embargo, al ver tú rostro notablemente sorprendido por un inesperado
ataque de ofensas y mentiras no pude evitar vivir una vez más el odio del que
una vez fuimos víctimas. Por eso te escribo estas letras.
Yo
tenía tan solo 14 años cuando Ninoska Pérez, quien en estos momentos te está
llenando de improperios de los cuales es mejor no hacerse eco, llamaba a mi
mamá por teléfono para ofenderla.
El FBI acababa prácticamente de llevarse de
nuestra casa a su esposo, mi padre, y estábamos solas las dos junto a mi
hermanita de 4 meses , sumidas en una gran angustia que se hacía más
insoportable cuando sonaba el teléfono y la voz de aquella señora la
interrogaba en vivo: ¿Qué se siente al ser la mujer de un espía?.
Luego
pintaron en nuestra puerta una hoz y un martillo y esos mismos canales
televisivos que hoy te acusan hicieron creer a todos que nosotras éramos las
autoras de aquello. Al mismo tiempo que una llamada amenazante intentaba
persuadir al jefe de mi mamá para que la despidieran de su trabajo, sin pensar
que este era el único sustento de ella y sus dos hijas.
El
tramo del parqueo a la corte del Downtown de Miami, donde tendría lugar la
primera vista legal del caso de mi padre fue de los momentos más tensos y
prolongados de mi vida, pues la prensa apenas nos dejaba caminar, violando
nuestro espacio y acosándonos con todos tipo de preguntas, mientras yo lo único
que quería era llegar de una vez para saber que mi papá estaba bien.
Si
imponerse frívola y despiadadamente en la vida de una mujer y dos niñas que
acaban de ver como arrestaban violentamente a uno de sus seres queridos, sin
importar su sufrimiento no es violencia. ¿Entonces qué lo es?
Si
difamar en vivo sobre un detenido, cuyo jurado podría estar entre las personas
que escucharon esa emisión, poniéndole a este el nombre de espía y utilizando
la vulnerabilidad de sus seres queridos, no es violencia ¿Entonces qué lo es?
Si
manipular información y utilizar el chantaje para lograr un fin evidentemente
desalmado no es violentar los derechos humanos. ¿Entonces qué lo es?
El
“tribunal” del programa Arrebatado, me recuerda mucho a aquellos fiscales que
juzgaron a mi padre y a sus hermanos. Nunca necesitaron evidencia para
condenarlos, el odio y el poder eran suficiente.
Aquellos señores que trataron
de hacerte lo mismo pretendían compensar sus mentiras con vulgaridad y
resentimiento. Hiciste bien en marcharte, no se puede razonar con personas que
de tan arrogantes se creen que no lo necesitan. ¡Y eso que se dicen defensores
de la libertad de expresión! No vi que hicieran pausa suficiente para que
pudieses cabalmente ejercer la tuya.
Hoy te
tocó a ti ser diana de calumnias y manipulaciones, pero estoy segura de que tu
buen ánimo y desbordante humanismo no sentirán mella alguna, pues como suele
decir mi papá: “La mierda no deja huella”.
Mi caso
es diferente, aquellos actos de agresión dejaron una marca difícil de borrar,
pero era apenas una niña y por suerte millones de actos de solidaridad y
nobleza, hicieron de mí una persona alegre y optimista.
Soy testigo fiel de que
en esa misma ciudad, como mismo hay personas llenas de rencor, hay muchas más
llenas de amor y sentido de justicia. Solo lamento que a ellos no hayas podido
regalarle tu música.
Estoy segura de que los hubieses conquistado.
Desgraciadamente los que intentaron acorralarte les arrebataron ese privilegio,
pero es lógico, cuando se tiene el corazón tan corroído no se puede apreciar la
importancia espiritual de una obra con tanta luz, lo esencial se les hace
acríticamente invisible.
Te
preguntaron por el tema Balseros, intentaban claro está, manipular tus versos
para satanizarte. Yo les pregunto ¿por qué no te pidieron que cantaras Madre?
Si fueran sinceros la respuesta sería evidente, quien componga tan sublime
tema, no puede lacerar a mujer alguna.
Regresa
a tu Cuba con la cabeza en alto. Tu público que es tan diverso , que viene de
aquí y de allá , que vive aquí y en todas partes , sabe que todo eso que de ti
dicen es una farsa.
Sigue
cantándole a los que te siguen con la integridad y sencillez que te caracteriza
y no te lo tomes como asunto personal, esa pequeña guerra que te hicieron ha
estado dirigida a muchos hombres dignos. Eso solo demuestra que eres uno de
ellos.
Un
abrazo,
Irma
González Salanueva
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