periodista brasileño Paulo Cannabrava Filho |
Por
Paulo Cannabrava Filho*
A fines de la década de 1950, en Brasil y
demás países latinoamericanos, los grandes medios de comunicación seguían en
manos de oligarquías tradicionales.
De una
manera general, todos los medios miraban al mundo a través de los ojos de unas pocas
agencias de noticias que se desarrollaron en función de los intereses de los
países coloniales, o del emergente imperio estadounidense
En el primer caso, las agencias Reuters, con
sede en el Reino Unidos, y France Press, con su matriz en Francia. En el
segundo, disputando la hegemonía mundial, las agencias estadounidenses
Associated Press y United Press.
Materiales de esas agencias ocupaban el 90
por ciento, en algunos casos hasta el 100 por ciento del noticiario
internacional, incluso los textos de opinión, y en ocasiones hasta noticias
sobre acontecimientos nacionales.
Es increíble, pero realidad: los medios
propiedad de las oligarquías en Nuestra América se comportaban (y siguen) como
voceros oficiales de los países colonialistas e imperiales.
Esa desinformación ayudó el desarrollo de
una conciencia distorsionada sobre la realidad mundial y la misma realidad de
nuestros pueblos. Ayer como hoy, la prensa hegemónica prisionera de un
pensamiento único contrario a los intereses nacionales.
En Brasil, como en toda Nuestra América, la
saga heroica de los guerrilleros y la victoriosa Revolución Cubana, libertaria
y socialista, llenó de entusiasmo los corazones de los demócratas, socialistas
y comunistas, principalmente de la juventud. Era posible, no apenas un sueño,
liberarse del yugo imperialista.
Rompiendo
el monopolio
Fidel Castro tan pronto asumió el poder,
consciente de que una revolución no tendría apoyo sino enemigos en los medios,
proclamó la necesidad de una prensa que defienda a los pueblos en su lucha por
la democracia, contraparte a las campañas confusionistas empeñadas a desfigurar
la verdad.
En Estados Unidos, Eisenhower y luego
Kennedy consideraban como su patio trasero a los países latinoamericanos.
Hablar de independencia, desarrollo integrado, planificación de la economía,
sonaba como alinearse a la Unión Soviética, país de economía planificada,
antagónica a los de economía de mercado, liberal.
En 1958, en un mundo polarizado entre
Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, el presidente brasileño Juscelino
Kubitschek propone la creación de la OPA, Operación Panamericana, con el
objetivo de unir los países de la América en un proyecto de desarrollo con
mecanismos de financiación.
Él había roto con el FMI por no concordar
con el aprieto económico y disminución de la deuda externa. Hay una secuencia
de hechos muy importantes e impactantes en el calendario de las Américas de
entonces.
En 1960 se inaugura la ciudad de Brasilia
para ser la nueva capital del país. En ese mismo año se crea elBanco
Interamericano de Desarrollo (BID) y la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio (ALALC). En abril de 1961 Estados Unidos promueve la invasión contra
Cuba derrotada por el pueblo y el ejército revolucionario en Playa Girón (Bahía
de Cochinos).
Los brasileños pudimos conocer la realidad
de esa vergonzosa derrota estadounidense a través del trabajo (casi
clandestino) de Prensa Latina (PL) Inconformado Washington, en lugar de la OPA
crea la Alianza para el Progreso y en consecuencia logra la expulsión de Cuba
del Sistema Interamericano y obliga a los gobiernos sumisos a romper relaciones
con la isla caribeña.
Los 20 mil millones de dólares en 10 años de
la Alianza significó que de cada dólar entrante salieron cuatro para los
Estados Unidos.
Prensa
Latina en Rio
Prensa Latina llegó a Brasil en el inicio de
1960 y se instaló en Río de Janeiro, en el Edificio Avenida Central, en la
avenida Rio Branco, principal calle en el centro. Río de Janeiro ya no era
capital del país.
Era una ciudad-estado con el nombre de
Guanabara, gobernada por Carlos Lacerda, un furibundo derechista americanófilo.
Prensa Latina comenzó allí bajo el comando del periodista cubano José Prado que
luego se hizo acompañar del brasileño Aroldo Wall.
En 1 de enero de 1961, Janio Quadros había
asumido la Presidencia de la República. El periodista argentino Jorge Ricardo
Masetti, había fundado en La Habana en junio de 1959, a pocos meses del triunfo
de la Revolución y con el apoyo de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, la
Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina, junto con periodistas e
intelectuales ilustres de la región.
Masetti vino a Brasil y realizó la primera
entrevista con el nuevo presidente, el día 5 de marzo, que tuvo una gran
repercusión.
A mediados de 1960, no me acuerdo la fecha
ni la circunstancia, me encuentro en São Paulo, con Alberto Granados. Un tipo
humano fascinante que había recorrido parte de Nuestra América en bicicleta
acompañando al joven médico argentino Ernesto Guevara de la Serna.
Conversamos mucho y me preguntó si no me
gustaría colaborar con la Revolución Cubana y me ofreció trabajar con Prensa Latina.
Dijo que hablaría con Prado en Río pues sabía que él necesitaba de quien le
diera apoyo en São Paulo.
Viajé a Río y conocí a José Prado y Aroldo
Wall. Regresé a casa con dos tareas: hacer cobertura periodística típica de
agencia: revisar los periódicos del día, hacer el primer cast con resumen de
los principales acontecimientos, entrevistas, recibir y proponer temas para
reportajes. Otra, llevar material de Prensa Latina a los medios de
comunicación, intentar lograr la instalación de teletipos.
Tarea difícil. El único contrato que se
logró firmar en São Paulo fue con Ruy Mesquita, uno de los propietarios del
conservador diario O Estado de São Paulo. Publicaba especiales, principalmente
los firmados por intelectuales. Otros diarios, como Diário de São Paulo, Última
Hora (de Río de Janeiro, São Paulo, Recife, Curitiba y Porto Alegre) y Folha de
São Paulo, además del Terra Livre, y otros del Partido Comunista, adquirían los
especiales de PL, los reportajes ilustrados.
El Diário de SP, de Assis Chateaubriand,
dueño de la mayor cadena de diarios, revistas, emisoras de radio y televisión
jamás vista, tenía diarios y radios en 20 Estados. Sus vehículos mostraban el
mundo visto por las agencias AP, UPI y France Press.
La publicación de materiales de Prensa
Latina en Sao Paulo tuvo gran repercusión en los demás periódicos. Esa red
entró en decadencia a partir de los años 1970
Con más intensidad después de Girón, los
periodistas e intelectuales, líderes del movimiento estudiantil y sindical,
querían saber más sobre Cuba y buscaban información con los corresponsales de
PL. Y eso se fue generalizando al tiempo que nombres importantes del periodismo
nacional empezaron a colaborar con sus textos.
Renuncia
de Jânio Quadros
Menos de ocho meses de la toma de posesión,
el 25 de agosto de 1961, el presidente Jânio Quadros renunció provocando gran
trauma nacional que fue aprovechado por la derecha para perpetrar un golpe de
Estado. Diez días antes, el presidente había recibido y condecorado el ministro
de Industria de Cuba, Ernesto Che Guevara, quien representara a la isla en la
reunión del Comité Interamericano Económico y Social (CIES)celebrada en Punta
del Este, Uruguay.
El histórico discurso del Che, denunciando
las intenciones de Estados Unidos, divulgado por PL tuvo un gran impacto y
colocó la derecha brasileña en su contra.
El 28 de agosto, Carlos Lacerda con sus
tropas y policía y sus matones, provocaron el caos en Río, con invasión de
sindicatos, prisión ilegal de comunistas y líderes populares. Prensa Latina se
quedó sin comunicaciones y Prado tuvo que esconderse y volver a La Habana para
no ser apresado.
Aroldo Wall, con la ayuda de Ruy Mauro
Marini, desde Río, me instruyó a conectarme con los compañeros de PL en
Montevideo y me encontré informando paso a paso los sucesos que culminaron con
el alzamiento de la población de Río Grande do Sul y del III Ejército, que
liderada por el gobernador Leonel Brizola, frustró el intento de golpe y
garantizó la toma de posesión del vicepresidente electo, João Goulart, cariñosamente
llamado por su pueblo de Jango.
La
democracia de Jango
Goulart tomó posesión bajo el régimen
parlamentarista impuesto por los golpistas y un Congreso tradicionalmente
conservador. No tardó para regresar al régimen presidencialista aprobado por
Plebiscito Nacional.
La democracia de Jango duró poco, pero
garantizó gran avance y fortalecimiento del movimiento sindical, obrero y
campesino. Se radicalizaron las reivindicaciones por la Reformas Estructurales
y también dio tiempo para la reorganización de la derecha, patrocinada por
Estados Unidos y empresarios y políticos sumisos.
En noviembre de 1963 en la Reunión
Ministerial del Cies en São Paulo la posición brasileña se contrapone a la de
Estados Unidos. Un único periódico, A Nação, defiende a la delegación
brasileña. Ese diario y la red de televisión del grupo Simonsen, por ser
democrático, fueron destruidos por la dictadura, así como el diario Ultima
Hora, de Samuel Wainer, aliado de los trabajadores.
Todos los demás periódicos del país, apoyaron
a los golpistas y se enriquecieron y crecieron protegidos por la dictadura de
1964 a 1988.
La visión que el mundo tenía de Brasil era
dada por una oligarquía frustrada y vendida que se oponía a la emergencia de
los movimientos populares y las cuatro agencias internacionales de noticias.
La única versión correcta y ética de los
hechos era dada por los periodistas comprometidos con Prensa Latina o pequeños
medios alternativos sin expresión nacional.
Este recuento histórico es importante porque
hoy se repite el mismo guión en otros escenarios Pero los personajes son los
mismos: las oligarquías sumisas, las potencias coloniales decadentes y el
imperio hegemónico que se oponen a los avances a favor de la democracia y del
bienestar del pueblo.
Cuando la derecha militar se impone y
desfecha el golpe contra el gobierno de Goulart, en ese mismo 1 de abril de
1964, Prensa Latina en Río es de nuevo allanada. La saña derechista, civil y
militar, empieza una implacable persecución a todo lo que les olía a comunista
o nacionalista, trabajador y antiestadounidense.
Simultáneamente, rompen relaciones con Cuba
y expulsan la delegación de la República Popular China.
Prado, había retornado a Río en 1963, quedó
poco tiempo y salió antes del auge de la represión. Aroldo Wall se refugia en
mi casa en Sao Paulo y comienza el largo y arduo trabajo de organizar su salida
del país.
Prensa Latina regresa a Brasil, después de
la Constituyente de 1988, con un corresponsal en Río de Janeiro y recursos
mínimos para trabajar. Ahora está instalada en Brasilia. La agencia está mejor
estructurada, con corresponsalías en más de 30 países del mundo y planes de
expansión. Ofrece una cobertura única sobre los avances de los pueblos que conquistaron
y tienen gobiernos progresistas, democráticos y antiimperialistas.
Tras 55 años de fundada, Prensa Latina se
constituye como fuente indispensable para los medios de comunicación
alternativos, publicaciones en Internet y redes sociales, que ganan gran
impulso en todo el mundo, particularmente en América Latina.
PL sigue enfrentando, no obstante, en Brasil
las mismas dificultades para imponerse en lo que ahora se conoce como mercado
de la información, antes propiedad de familias oligárquicas y ahora en manos de
grandes corporaciones que tienen como principal objetivo el lucro y la defensa
de la economía liberal de mercado.
La información deja de ser servicio público
para atender a un derecho humano y pasa a ser vendida como commodities.
Los medios de comunicación independientes,
alternativos, sobreviven con gran dificultad, aunque crece en la población la
consciencia de que son víctimas del monopolio mediático, de pensamiento único y
alienante.
Esa conciencia resultó en la realización de
la Conferencia Nacional de Comunicación -Confecom- que sistematizó y organizó
la lucha por la democratización de las comunicaciones.
Por primera vez en la historia, en el
gobierno de Luis Ignacio Lula da Silva se creó un Sistema Nacional de
Comunicación. Pero todavía queda mucho por avanzar.
*Paulo
Cannabrava Filho - Editor de la revista digital bilingüe Diálogos del Sur,
presidente honorario de la Asociación Brasileña de la Propiedad Intelectual de
los Periodistas y miembro del Consejo de la Asociación Brasileña de Amnistiados
Políticos. Trabajó en Prensa Latina de 1960 a 1964 y en Radio Habana Cuba entre
1968 y 1969. Fue editor y corresponsal en La Paz, Bolivia entre 1970 y 1972,
editor en el diario Expreso, de Lima Perú del 1973 al 1977 y responsable por la
comunicación de la Oficina Panameña de la Comisión de Negociación de los Nuevos
Tratados del Canal de Panamá entre 1977 y 1980.
Tomado
del sitio digital de Prensa Latina
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