el autor, conversando con del presidente salvadoreño Salvador Sánchez Cerén |
por Miguel Fernández Martínez
Ya El Salvador tiene un presidente de
pueblo, un hombre salido de las entrañas de Quezaltepeque, tierra de indios pipiles; un
maestro formado en una familia de artesanos, un comandante guerrillero que
fusil en mano, luchó para su pequeño país tuviera una vida más justa.
Salvador Sánchez Cerén, o el Profe, o el
comandante Leonel, como muchos le dicen, llegó a la presidencia de El Salvador
después de una ardua campaña electoral, donde tuve el placer de conocerle, de
tratarle, de entrevistarle en más una oportunidad.
Seguir la ruta de Salvador, junto a su
compañero de fórmula presidencial Oscar Ortiz, visitando municipios, poblados,
encontrándose con estudiantes y obreros, compartiendo con gente de pueblo, fue
una de mis experiencias más importantes de los últimos años.
Desde La Habana seguí el acto de investidura
presidencial en los predios del Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFCO),
de San Salvador, un lugar donde tuve la oportunidad de participar de la última Convención
Nacional del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la
fuerza política que llegó al poder en justa puja electoral.
Me emocionó oírle recordar al poeta revolucionario Roque Dalton, al luchador comunista
Shacfik Handal y a la combatiente guerrillera Mélida Amaya Montes, como referentes de un país que busca enrumbar
su proa al desarrollo. Le escuché prometer ejercer una presidencia con honradez
y transparencia y construir un país para todos los salvadoreños.
Hoy me sentí feliz de haber estado al lado
de Salvador Sánchez Cerén y Oscar Ortiz, porque una nueva luz anuncia que iluminará
a ese Pulgarcito de América que sigue soñando por ser un mejor país.
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