Por Fernando Ravsberg, corresponsal de BBC en Cuba. En
diciembre el Comandante Fidel Castro entró al Libro de los Récords Guinnes
porque lo intentaron asesinar en 638 ocasiones. Empresa en la que coordinaron
esfuerzos la Casa Blanca, la mafia, la CIA y los exiliados de Miami.
No tuvieron éxito a pesar de que contrataron a los
mejores asesinos, compraron a algunos allegados de Castro, contrabandearon
fusiles y bazucas, convirtieron cámaras en pistolas, inventaron venenos y
contaminaron regalos.
Sin embargo, lo que no lograron estos especialistas
armados hasta los dientes lo han hecho los medios de Miami. Realmente los
Récords Guinnes deberían inscribir a Castro también como la persona que más
veces murió... en la prensa.
Allá por los años 90, en una cena con un grupo de
corresponsales extranjeros, el entonces Presidente Fidel Castro, nos dijo en
tono burlón que los periodistas habíamos anunciado tanto su muerte que el día
en que suceda nadie nos iba a creer.
Hacía poco tiempo que en La Florida habían publicado un
nuevo informe sobre su deceso a pesar de lo cual reapareció en la inauguración
del curso escolar. Acudió toda la prensa acreditada y nos empapamos viéndolo
hablar bajo la lluvia.
Las fuentes que originan los rumores son lo
suficientemente cercanas a él como para darles credibilidad y lo bastante
difusas para nunca poder comprobarlos, son "militares de alto rango",
"familiares de dirigentes cubanos" o "miembros del equipo
médico".
Pero las profecías del exilio anticastrista pocas veces
se cumplen, lo cual no parece importarles mucho, es como si apostaran por la
cocreación, la habilidad de convertir los deseos en realidad utilizando solo la
fuerza del pensamiento.
Nosotros nos guiamos por hechos comprobados, no
publicamos rumores de Twitter pero los investigamos aunque todo lo que tiene
que ver con la vida íntima -salud incluida- de los dirigentes cubanos son
secretos de Estado celosamente guardados.
En principio descartamos la posibilidad de que hubiera
fallecido a comienzos de diciembre porque es muy improbable que su hermano, el
actual presidente, mantenga los festejos de fin de año y en todas las emisoras
de radio se oiga música salsa.
Tampoco se nos ocurre una razón para ocultar su muerte
durante un mes. El seísmo social y político ya ocurrió hace 5 años cuando su
secretario personal sorprendió a la nación leyendo un comunicado del Comandante
en el que cedía todos sus cargos.
Lo gracioso es que en esa ocasión, cuando Fidel Castro
realmente estuvo al borde de la muerte, no hubo rumores previos. Seguramente
ese verano, las fuentes que la prensa de Miami tiene dentro del gobierno cubano
estaban en Varadero de vacaciones.
Los periodistas nos ahorraríamos fracasos si nos
centráramos en informar sobre lo que ocurre y dejáramos las predicciones para
los astrólogos mayas. Mucho más si nos toca escribir sobre un país tan
impredecible como Cuba.
Una revolución verde que resultó ser roja, la que los
americanos iban a derrocar en unos meses, hasta que vieron misiles rusos
asomados entre las palmas. Nunca pudo producir más leche que Holanda ni evitar
que "el hombre nuevo" emigre pero sobrevivió al derrumbe soviético.
Se trata de un país de paradojas en el que un Papa
excomulga al presidente y otros dos Papas lo visitan como si nada hubiera
pasado. Donde Fidel nunca iba a renunciar, Raúl sería incapaz de sostenerse en
el poder y los ortodoxos no tolerarían reformas.
Para entender esta nación es imprescindible aceptar que
aquí nada es lo que parece, el salario no es el ingreso, los pobres no están
desnutridos, el profesor gana menos que un portero y la Salud es el sector que
más dinero aporta pesar de ser gratuita.
Es una sociedad en la que la gente no roba pero
"resuelve", lo que no es lo mismo aunque al profano le parezca igual.
De gente muy nacionalista que, sin embargo, aceptan el liderazgo de generales y
comandantes extranjeros en sus guerras.
Y si difícil es entender el acontecer de la nación mucho
más es predecir la fecha exacta del fallecimiento de uno de sus hijos. Por esa
razón lo más cuerdo y profesional parece ser informar del hecho cuando tengamos
una confirmación oficial.
Sentarse a esperar la muerte del adversario anunciándola
una y otra vez como voceros de funeraria, es humanamente poco ético,
periodísticamente de escasa credibilidad y políticamente implica una confesión
pública de su propio fracaso.
Tomado del blog Cartas
desde Cuba, del periodista Fernando Ravsberg
No hay comentarios:
Publicar un comentario