Gabriel García Márquez (izq), junto a Jorge Ricardo Masetti |
Por
Miguel Fernández Martínez
El tradicional pase de lista en la agencia
Prensa Latina (PL) amaneció inconcluso porque Gabriel García Márquez, uno de
sus fundadores hace 55 años, acaba de irse en estampida.
Junto a los argentinos Jorge Ricardo
Masetti, Rodolfo Walsh, Rogelio García Lupo, Jorge Timossi y el uruguayo Carlos
María Gutiérrez, entre otros, García Márquez cerró filas con aquel grupo de
periodistas cubanos y latinoamericanos que hicieron posible abrir una ventana a
la verdad, frente a la guerra mediática y despiadada que los grandes medios de
prensa desplegaron contra Cuba y su Revolución.
Ahí estuvo el Gabo, como todos lo conocían,
reportando para Prensa Latina, primero desde Bogotá, para confirmar que el
sueño de Fidel Castro, Masetti y el Ché Guevara era una realidad tangible.
Después llegó a Nueva York, como
corresponsal de PL, enfrentando la agresividad de los enemigos de Cuba que
llegaron a intimidarlo y amenazarlo de muerte en la barriada de Queens.
Timossi lo definió como un "cronista de
pura sangre y reportero de fino olfato, sabía que se encontraba en el lugar y
el momento oportunos, en el parto de un hecho histórico, que él quería verlo y
contarlo".
Por estos días, en que Prensa Latina festeja
sus primeros 55 años vida, muchos evocan el recuerdo de García Márquez como el
periodista que afirmó siempre que ese oficio "lo ayudaba a no perder
contacto con la realidad".
Ahora, cuando se recogen hitos y memorias de
la agencia en su más de medio siglo de existencia, el Gabo estará ausente en el
rosario de ponentes que rememorarán la historia, escrita con pluma y fuego
desde los cuatro puntos cardinales del planeta.
Amigo entrañable de Fidel Castro, García
Márquez supo apreciar desde temprano la monumental figura del líder
revolucionario a quien le unió una estrecha amistad de muchos años.
"A Gabo lo conozco desde siempre
-afirmó Fidel en una de sus Reflexiones-, y la primera vez pudo ser en
cualquiera de esos instantes o territorios de la frondosa geografía poética
garciamarquiana".
"Como él mismo confesó, lleva sobre su
conciencia el haberme iniciado y mantenerme al día en la adicción de los
best-sellers de consumo rápido, como método de purificación contra los
documentos oficiales", agregó el líder histórico de la Revolución Cubana.
Otro de los fundadores de PL, el poeta,
investigador y periodista cubano Angel Augier, lo recordó en aquellos primeros
años de la agencia, resaltando su autenticidad personal, su profundo calor
humano acompañado de talento y simpatía singulares y sus raíces en el alma popular,
en el sentimiento de lo autóctono latinoamericano, tan evidente en su persona.
"Todo esto habría de expresarse
genialmente en su futura obra literaria, para exaltarlo a la fama, sin que esta
haya afectado los valores originales de su autenticidad personal, de su
modestia y sencillez campechanas", afirmó Augier.
El Premio Nobel de Literatura, obtenido en
1982 fue el reconocimiento a una obra monumental, reflejo de su manera
cotidiana de ver la vida de nuestros pueblos de Amérca.
"Su literatura es la prueba fehaciente
de su sensibilidad y adhesión irrenunciable a los orígenes, de su inspiración
latinoamericana y lealtad a la verdad, de su pensamiento progresista",
sentenció el líder cubano Fidel Castro.
El Gabo se fue de este mundo, pero nos dejó
como legado esa mirada de lo real-maravilloso que tan magistralmente describió,
y de su realismo mágico que terminó embrujando a millones de lectores.
Tomado
del sitio digital de Prensa Latina
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