domingo, 11 de diciembre de 2011

Tomás Gutiérrez Alea, o sencillamente… Titón


Hoy estaría cumpliendo 83 años Tomás Gutiérrez Alea, o sencillamente Titón, quien por derecho propio se ganó la condición de ser uno de los más importantes cineastas en la historia del cine cubano y latinoamericano. Un artista que dejó su impronta en más de una veintena de largometrajes, documentales y cortos, que marcaron para siempre la cinematografía isleña y Latinoamericana.
A Titón lo recordaremos siempre por títulos tan memorables como Memorias del Subdesarrollo, Las Doce Sillas y Fresa y Chocolate. Artista profundamente comprometido con el tiempo que le correspondió vivir, fue desde muy temprano uno de los íconos del Nuevo Cine Latinoamericano, apuntando aguda y certeramente hacia los conflictos de la identidad cultural y los lastres heredados del neocolonialismo.
Para Titón, el cine era un valioso instrumento de penetración de la realidad. En una entrevista que le hizo la periodista y también cineasta cubana rebeca Chávez, publicada en La Gaceta de Cuba, en 1993, Gutiérrez Alea aseguraba que “el cine no es retratar simplemente. El cine es manipular. Te da la posibilidad de manipular distintos aspectos de la realidad, crear nuevos significados, y es en ese juego que uno aprende lo que es el mundo”.

Yo tenía muchas inclinaciones: por la música, por la literatura, por la pintura, incluso por las cosas manuales: la mecánica, la carpintería, los trucos de magia, todas esas fueron cosas que poblaron mi niñez, agregaba Titón. “Tenía una aparente dispersión. Sin embargo, todo eso se sintetizaba en el cine y el día que tuve por primera vez una cámara de 8 milímetros en las manos fue la revelación, la certeza de lo que iba a ser, porque a través del cine podía desarrollar todas esas inclinaciones conjuntamente”.
Fundador de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que agrupaba a intelectuales de izquierda, se gradúa de abogado en 1951 y viaja a Roma para estudiar Dirección de Cine en el Centro Sperimentale di Cinematografía. En 1955, está junto a Julio García Espinosa entre los realizadores de El Mégano, un documental sobre la vida de los carboneros en la Ciénaga de Zapata considerado por críticos como lo mejor de la creación cubana en esa década, filme que fue secuestrado por la policía de la época.
Después del triunfo revolucionario de 1959, junto a otros jóvenes directores organiza la sección de cine de la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde, donde inicia la filmación de Esta tierra nuestra, primer documental realizado después del triunfo de la Revolución. En medio de aquella vorágine revolucionaria, Titón está entre los fundadores del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
“He participado siempre, desde antes de la Revolución, en la lucha, y a lo largo de estos años he participado activamente” afirma Titón en su entrevista con Rebeca Chávez. “Ha sido para mí un privilegio extraordinario haber vivido toda esta etapa de la historia de mi país, que ha sido dura pero al mismo tiempo ha servido para rescatar la dignidad del ser humano en nuestro país, lo cual te llena de alegría”.
Titón, o sencillamente Tomás Gutiérrez Alea, como firmaba sus películas, partió de esta tierra pero dejó una huella imborrable en la cinematografía mundial y nos enseñó que la inconformidad y la búsqueda, son las llaves para encontrar el camino al futuro.



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