El autor de este blog junto a Serapio (Sancti Spíritus 2010) |
Un día, en el verano del
2010, desandando las calles espirituanas, un buen colega y amigo me propuso conocer al
humilde compositor, y nos fuimos hasta el parque Serafín Sánchez, en el corazón
de la villa.
Allí estaba Gerardo Echemendía
Madrigal, con sus inseparables maracas bajo el brazo, a solo unos metros de la
estatua que a él dedicó en vida el artista plástico Félix Madrigal. Cuando al
fin nos presentaron, me estrechó la mano y con un contundente: “Mucho gusto,
Serapio para servirle”, el ilustre músico popular me dio la bienvenida.
De él supe que una tarde
de 1944, estando en la fonda de La Gran China, mientras se celebraban las
fiestas del Santiago, entre el bullicio de comensales y bebedores arremolinados
en torno a la barra con olor a ron y aguardiente, alguien, a punto de
despedirse le dijo a un amigo: ¡Oye, si tú pasas por mi casa, dile a mi mujer
que no me espere!
Aquella frase llegó a
los oídos de Serapio y comenzó a tomar forma musical. El tatareo de un nuevo pasacalles
en los labios del joven llamó la atención de la concurrencia y a golpe de clave
cubana marcada sobre el cristal de una botella y la barra del bar sirviendo
como improvisada tumbadora, Serapio cantaba, sin saber que nacía uno de los más
famosos estribillos cubanos aquello de: “Si tú pasas por mi casa y si ves a mi
mujer, tú le dices que hoy no me espere, que yo con Pueblo Nuevo me voy a echar
un pie.”
Esa misma noche, la
rumba pasó de boca en boca, fue aprendida, y cantada como si la hubiesen
conocido desde hace tiempo. Y la cantaron no sólo los comparseros de Pueblo
Nuevo, sino también los integrantes de otras comparsas. La cantó la ciudad, con
los piquetes que se fueron a los barrios, a recorrer con los cueros percutidos
toda la inquietud de la noche, ávida de retar la presencia húmeda de la
madrugada, sobresaltada por el fervor del Santiago que se desparramaba por las
caderas enajenadas.
Y con el tiempo, la cantó toda Cuba.
Murió Gerardo Echemendía
Madrigal, a quien todos conocían como Serapio y con su muerte, la cultura
cubana enlutece y la música espirituana pierde a uno de sus mejores hijos. Pero
allí está, por las eternidades, en un iluminado rincón de la plaza, donde su
pueblo le rendirá merecido tributo.
Bonjour de Paris,
ResponderEliminarJe suis passé à deux ou trois reprises à Sancti Spiritus : je croyais que cette statue "piétonne" représentait Benny More, et j'en avais parlé sur mon blog...
Une correspondante cubaine m'a signalé cette erreur !
Mea culpa, mea maxima culpa.
Je suis un fanatique de Cuba depuis maintenant une dizaine d'années ; je reviendrais donc voir ton blog.
Trés cordialement.