El
flautista y director de orquesta cubano Antonio Arcaño Betancourt nació en La
Habana el 29 de diciembre de 1911. Con la línea musical inaugurada por
Arcaño y sus Maravillas, entran en el medio sonoro de Cuba factores
rítmicos, melódicos y armónicos que determinarían el cauce posterior del
género.
Recordemos
que esos danzones fueron llamados de ritmo nuevo, que sus melodías presentaban
con su inseparable calidad y originalidad, la adopción de la mejor expresión
universal (que junto a fragmentos sinfónicos y una notable incorporación de
trozos del jazz enriquecieron el danzón) y que armónicamente, su
complejidad y “atrevimiento” aún hoy sorprenden. Revolucionó el género
danzoneril, a base de interpretaciones novedosas y de alta calidad. Tuvo,
en cada instrumento, al mejor músico.
Vivió
su niñez y adolescencia en Regla y en Guanabacoa. Inició sus estudios de solfeo
y teoría con Armando Romeu; en el aprendizaje de la flauta estuvo guiado
por José Antonio Díaz Betancourt. Su primera actuación en público
fue en el cabaret La Bombilla; más tarde se presentó en el cabaret La
Panera de Monte Carlo.
Sus
contactos con Pedro López, Orestes y Coralia López, pero sobre todo
con el flautista Francisco Delabart (Panchito Flauta Mágica), fueron
decisivos para el ulterior desarrollo de Arcaño como músico danzonero.
A
principios de 1930 trabajó con la orquesta de la academia de baile
Galatea, junto a Silvio Contreras, piano; Miguel Valdés, violín;
Orestes López, contrabajo; Remberto Betancourt, saxofón; José Ramón
Vives, trompeta; Barberito, batería, y Julio Viñola, güiro.
También
fue flautista de la orquesta del pianista y compositor Armando Valdespí,
hasta que a mediados de la década del 30, pasó a la Orquesta Gris, del pianista
y compositor de danzones Armando Valdés Torres.
A
fines de 1935 el cantante y guitarrista Fernando
Collazo fundó la orquesta Maravilla del Siglo, y nombró a Arcaño director
musical de la misma, que integraban, además, Ricardo Reverón, piano; Virgilio
Diago y Elizardo Aroche, violín; Rodolfo O’Farrill, contrabajo; Ulpiano
Díaz, timbal; Oscar Pelegrín, güiro, y Fernando Collazo, cantante y
administrador —poco después Rodolfo Reina sustituyó a Elizardo Aroche.
En noviembre de 1937,
Arcaño fundó su propia orquesta, La Maravilla de Arcaño: Antonio Arcaño,
director y flauta; Jesús López, piano; Elizardo Aroche y Raúl Valdés,
violín; Israel López (Cachao), contrabajo; Ulpiano Díaz, timbal, y Oscar
Pelegrín, güiro. En este período cantaron con la orquesta Miguelito García,
René Márquez, René Álvarez, Gerardo Pedroso, Rafael Ortiz (Mañungo), y
Miguelito Cuní.
En
su primera etapa el repertorio incluía danzones de Silvio Contreras, Luis
Carrillo, Ricardo Reverón, Juan Quevedo y Armando Valdés Torres. El tema
musical era la habanera La paloma, del compositor español Sebastián
Yradier.
En
los primeros años de la década del 40 la orquesta cambió de nombre: ahora se
llamará Arcaño y sus Maravillas, que con su nuevo ritmo toca los danzones
solamente instrumentales, con lo que se elimina a los cantantes. Los
compositores principales de esta etapa fueron Israel López (Cachao),
Orestes López, Antonio Sánchez Reyes (Musiquita), Enrique Jorrín, Félix
Reina, José Esteban Urfé, Miguel Tachit y Dora Herrera.
La
agrupación de Arcaño se formó fundamentalmente con los músicos que integraban
la Orquesta de la Academia de baile Sport Antillano, cuyo estilo, que se
imponía entre los bailadores, Arcaño desarrolló al máximo. Cada músico se
destacaba por su virtuosismo y lograron un ensemble poco común en la
época; su lema fue «un as en cada instrumento, y una maravilla en su
conjunto».
Para
sus actuaciones radiales la orquesta se llamó Radiofónica, y sus músicos
fueron: Elio Valdés, Antonio Sánchez, Enrique Jorrín, Salvador
Muñoz, Félix Reyna, Fausto Muñoz y Pedro Hernández, violín; Raúl
Valdés y Miguel Valdés, viola; Orestes López, Rodolfo O’Farrill y Rodríguez,
cello; Gustavo Tamayo y Julio Pedroso, güiro; Jesús López, piano; Israel López,
contrabajo, y Eliseo Pozo (El Colorao), tumbadora. Este último
instrumento fue una innovación en este tipo de orquesta y completó la base
rítmica que demandaba el danzón de nuevo ritmo que había nacido
en 1938.
Posteriormente,
y en otro momento de su historia, entraron en la Orquesta Nilo Sierra,
contrabajo; y Silvio Martínez y Chucho Esquijarrosa, timbal.
La
complejidad de los arreglos y la búsqueda de nuevos timbres, hizo que en
ocasiones a esta agrupación se le incorporaran otros instrumentos: celesta,
campanólogo y órgano. La Radiofónica sólo actuó en la Emisora Mil
Diez. El tema de la orquesta fue cambiado por el danzón de Antonio Sánchez
Reyes Arcaño y sus Maravillas, del que se interpretaba el último trío.
La
orquesta de Arcaño popularizó versiones de muchas obras del repertorio
sinfónico, que calaron en el gusto de los bailadores: de Antonio Sánchez
Reyes, Los bombines (Concierto núm. 1 para piano y
orquesta de Piotr Ilich Chaikovsky); de José Esteban Urfé, María Eugenia
(Concierto en la menor 'para piano y orquesta de Edward Grieg); de Orestes
López, Rapsodia en azul(Rapsody in Blue, de George Gershwin); de Israel
López, Canta, contrabajo (Canción triste, de Serguei Koussevitzky);
de Dora Herrera, Siempre te he querido (Preludio en do sostenido
menor, de Serge Rachmaninov); de Miguel Tachit, La viuda
alegre («Vals» de La viuda alegre, de Franz Lehar). No fueron ajenos
a estos creadores de danzones los temas de los filmes de la época; sin embargo,
en todos los casos, en el último trío o montuno utilizaban la célula rítmica
sincopada que Arcaño bautizó como nuevo ritmo.
La
orquesta de Arcaño y sus Maravillas tocó su último baile
en Alquízar en 1958.
Posteriormente
Arcaño se dedicó a dar clases de música en sindicatos obreros, escuelas de
música y a formar nuevos intérpretes del danzón.
También
fue colaborador del Centro de Investigaciones Folklóricas que dirigía
el pianista y musicólogo Odilio Urfé, y de la Empresa de Grabaciones y
Ediciones Musicales (EGREM).
Tomado
de la enciclopedia digital cubana EcuRed.cu
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