Joaquín Sabina está cumpliendo hoy 65 años.
El andaluz que anunció que lo mejor era “morirme contigo si te matas/ y matarme contigo si te mueres / porque el
amor cuando no muere mata / porque amores que matan nunca mueren….”, sigue
acaparando las ilusiones de sus seguidores, que ya acumulan varias generaciones
en todo el mundo.
Con 14 años comenzó a escribir poemas y a
componer música en una banda formada por amigos, los Merry Youngs, que se
dedicaban sobre todo a tocar covers de grandes del rock como Elvis Presley,
Chuck Berry y Little Richard.
La canción española, heredera de una larga
historia marcada por decenas de influencias, alcanzó uno de sus puntos álgidos
en los años 70, gracias a músicos como Sabina.
Y es que siempre en oposición al gobierno
franquista —lo cual plasmaría también en sus canciones—, el español decidió
radicar a inicios de 70 en Londres donde, fiel a sus ideales, comenzó a escribir
sus primeros trabajos, al tiempo que organizaba cineclubes en los que
presentaba películas de Luis Buñuel, prohibido entonces en España.
Ya sea en solitario o con grandes amigos y
compañeros de vida, Joan Manuel Serrat, Pancho Varona y Antonio García de
Diego, Sabina ha conseguido algo que ni sus contemporáneos lograron: retratar a
través de sus letras la lucidez e inconformidad de una generación que no estaba
conforme con los regímenes.
Sabina ha publicado 17 discos de estudio,
cinco en directo y tres recopilatorios. Joan Manuel Serrat ha sido su más
reciente cómplice, gracias a la gira “Dos pájaros de un tiro” y La orquesta del
Titanic, con la que llegó a la ciudad de México en 2013.
Como él canta, todos aprendimos a tener “mi
escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,/ una lámpara de Alí Babá
dentro de una chistera, /no sabía que la primavera duraba un segundo, / yo
quería escribir la canción más hermosa del mundo”.
Y lo logró. Sabina escribió para todos sus
seguidores “la canción más hermosa del mundo”, cualquiera de sus incontables
obras que nos siguen animando a buscar mejores senderos después de bañarnos con
su eterna poesía.
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