El pasado 31 de
diciembre, el Washington Post publicó un editorial exigiendo el
regreso a Estados Unidos de Alan Gross, un contratista del gobierno norteamericano condenado
a15 años de prisión por introducir ilegalmente en territorio
cubano, equipos de telecomunicaciones destinados a grupos contrarrevolucionarios
que pretenden subvertir el orden dentro de la Isla.
En el editorial, el Washington
Post afirma hipócritamente, que Cuba ve como "moneda
de cambio potencial" al señor Gross, para lograr la liberación de
los Cinco Cubanos, a los que califica como “un grupo de agentes de
inteligencia cubanos” condenados a penas severas en los Estados
Unidos.
René González Sehwerert, el
único de los Cinco patriotas cubanos que ha sido liberado de la cárcel
después de cumplir una injusta condena de 15 años, pero que aún se
encuentra obligado a servir una libertad condicional en los Estados
Unidos, envió una respuesta contundente al editor del Washington Post.
René está animando
a otros a leer el editorial del Post y escribir sus propias
cartas al editor para desafiar las imprecisiones en este
tendencioso material y para impulsar en los medios de comunicación estadounidenses,
las verdaderas razones de la justa causa de los Cinco Héroes cubanos.
Carta de René a los
editores del Washington Post (traducida al español de su original en inglés)
Estimados afectos:
Aquí les va mi traducción al español, que ya varios me han pedido. Que cará, si ya escribí el original en inglés qué más da.
Estimados afectos:
Aquí les va mi traducción al español, que ya varios me han pedido. Que cará, si ya escribí el original en inglés qué más da.
Yo (René González)
Estimado editor:
Estimado editor:
Su editorial en relación
con el caso de Alan Gross -y de pasada con el de los Cinco Cubanos- está tan
cargado de imprecisiones que sólo puede explicarse -al menos en parte- por la
increíble decisión por la prensa norteamericana de no publicar nada acerca del
juicio de "espionaje" más largo de la historia del país, que resultara
en tan duras sentencias que sugerirían un peligro para los Estados Unidos del
que todo el mundo en el planeta debió haber sido alertado. No lo sobrecargaré
con todas esas imprecisiones y me referiré sólo a un puñado de ellas.
Es cierto que es ilegal
para Cuba conectarse a la Internet. Después de todo, al país
entero se le prohibe por el gobierno de los EUA conectarse al cable submarino
que corre paralelo a la costa cubana, justo al norte de la isla. Es un reto a
la credibilidad que el Washington Post no sea capaz de hallar la verdad acerca
de un asunto factual tan simple. Que el
mismo gobierno que prohibe a la isla entera conectarse a la red entonces diseñe
una operación clandestina para decidir qué cubanos tendrán el privilegio de
circunnavegar las mismas prohibiciones que él impone a toda la ciudadanía de la
isla puede muy malamente ser considerado de carácter humanitario.
Que la comunidad judía
de Cuba tenga algo que ver con esa operación ha sido una de las mentiras más
repetidas de los últimos dos años. El cinismo de haber jugado a
la carta judía en este caso cae sobre alguien más que no es algún funcionario
oficial cubano, y ha sido la base de la mayor desinformación en este asunto. Seguramente sería también fácil para el Washington Post
encontrar la verdad con sólo hacer contacto con las personas a quienes el
editorial cita como visitantes de Mr Gross en la prisión: Los líderes judíos de
Cuba, cuya comunidad disfruta de todos los beneficios cuando se trata de
comunicarse que un país bajo tantas limitaciones en ese sentido les puede
ofrecer.
Mucho antes del arresto
del Señor Gross el Grupo de Detenciones Arbitrarias de la Comisión de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, más de cien miembros
del parlamento Británico, diez premios Nobel, el Senado Mexicano en pleno, 56
miembros del Parlamento Canadiense y miles de personalidades, organizaciones
civiles y políticas alrededor del mundo reclamaron el fin del tratamiento
vengativo y arbitrario a los Cinco. Le hubiera tomado a cualquier organización
noticiosa, incluido el Washington Post, solamente leer la decision del Panel de
Apelaciones del 11no Circuito -Agosto 5, 2005-, donde las actividades
terroristas contra Cuba que nosotros monitoreábamos son enumeradas, para
explicarse porqué tantas personas nos apoyan.
Eso también explica mi
incapacidad para ofrecerles mi dirección postal o mi número de teléfono. Después
de todo, durante mi sentencia, los fiscales pidieron a la jueza -quien lo
otorgó- "que al defendido debería prohibirsele asociarse con terroristas o
visitar lugares en que se sabe que terroristas, personas que promueven la
violencia o figuras del crimen organizado frecuentan". Ellos olvidaron, no obstante, ofrecerme a mí la misma
protección contra los terroristas, quienes gozan de toda la libertad para venir
tras de mí con sólo conocer mi ubicación.
Algunas veces las malas
acciones traen consecuencias no previstas, y esto aplica a este caso. Cada
uno de aquellos que decidieron derramar en nosotros Cinco su odio hacia el
gobierno cubano, ha puesto ahora a ese gobierno en una posición en la que le
sería imposible ejercer la generosidad que -para tomar sólo un ejemplo- fue
ejercida hacia los invasores de Bahía de Cochinos. Yo no tengo nada personal
contra el Señor Gross y le deseo el bien, pero no es sabio -tal y como sugiere
su editorial- creer que el reciclaje de la misma arrogancia y mentiras le harán
algún favor. No tiene sentido maltratar a alguien y al mismo tiempo demandar
que sea generoso. Esa lógica debería
terminar, cuanto antes lo mejor para nuestros dos pueblos.
Yo le sugiero
respetuosamente que todavía hay tiempo para el Post de tomar este asunto
seriamente. Abran un debate real sober todos estos asuntos y no sigan
desandando el mismo camino trillado que no conduce a ninguna parte.
Dice la Biblia que
"la verdad os hará libre". Esto pudiera ser aplicable
hoy al Señor Gross.
Respetuosamente.
René González Sehwerert
Respetuosamente.
René González Sehwerert
Tomado del sitio digital
Cuba
Cinco
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