Newt Gingrich, uno de
los aspirantes a la nominación por el Partido Republicano en las próximas
elecciones presidenciales en Estados Unidos, envió al exilio histórico cubano una
amenazante
carta contra las autoridades y el pueblo de la isla, con el fin de ganar
votos entre la comunidad cubanoamericana de Miami, en la puja que sostiene con
su más poderoso contendor Mitt Romney.
La carta, publicada este
viernes en el sitio digital Newt.org,
y difundida en español por las principales radioemisoras anticubanas del sur de
La Florida, está dirigida a Unidad Cubana, una “sombrilla” de organizaciones
contrarrevolucionarias de declarado corte extremista, está llena de promesas
contra la Isla, en caso de que Gingrich alcance llegar a La Casa Blanca.
Sin tapujos, el pre-candidato
presidencial republicano reconoció en su misiva que es un ferviente partidario de
conseguir el aislamiento y la desestabilización de Cuba, acciones que apoyó
desde su posición de Presidente del Congreso norteamericano, junto a figuras de
corte fascista como la congresista Ileana Ros-Lehtinen y el exlegislador Lincoln
Díaz-Balart, de quien dice “sentirse orgullosos”.
Todo parece indicar que
no hay reciprocidad con él, pues Ros-Lethinen y Díaz-Balart, ya ofrecieron su
apoyo político al rival de Gingrich, Mitt Romney.
El exlíder del Congreso
de Estados Unidos, ahora aspirante a la presidencia, se comprometió con los
exiliados radicales cubanoamericanos a aplicar una agenda política pro-activa
para acelerar, según sus pronósticos, “la transición a la democracia en Cuba”.
Prometió, además, la
plena aplicación de la criminal ley Helms-Burton, incluyendo el Título III, -aplazado
por tres presidentes estadounidenses- y un recrudecimiento del bloqueo
económico, comercial y financiero que desde hace más de 50 años, aplica el
gobierno norteamericano contra el pueblo de Cuba.
Otra de las promesas de
Gingrich a sus virtuales votantes cubanos en Miami, fue emprender acción legal
contra el presidente cubano Raúl Castro y el líder histórico de la Revolución, Fidel
Castro, por los incidentes de 1996 en que dos aeronaves del grupo
contrarrevolucionario Hermanos al Rescate fueron derribadas después de violar
el espacio aéreo de la isla.
En su larga lista de
compromisos pre-electorales, Gingrich aseguró que si alcanza la presidencia,
restablecerá las medidas restrictivas contra los viajes y las remesas
familiares de los emigrados cubanos, aplicadas por el expresidente George W.
Bush, así como revisará y reevaluará todas las órdenes ejecutivas de la
administración Obama en relación con viajes a Cuba, el comercio y la
inmigración, incluyendo el tratado migratorio entre Cuba y Estados Unidos de 1994,
firmado por el gobierno de Bill Clinton.
Y como para no dejarlos
fuera de pastel de promesas, Gingrich anunció además que apoyará
fervientemente a los grupos internos de la contrarrevolución, manejados política
y financieramente desde los Estados Unidos.
El tema Cuba, nuevamente,
se convierte en slogan de campaña presidencial, aunque en estos tiempos, ya los
emigrados cubanos, -incluso los “cabeza-caliente” del exilio radical- están hastiados
de promesas que no se cumplen.
Cada cuatro años, llegan
los candidatos a La Casa Blanca a Miami, se disfrazan con guayabera, tabaco en
mano y una taza de café a decir en los portales del Versailles: ¡Viva Cuba
Libre!, a pesar de no tener idea que ese grito tiene la paternidad de 11
millones de cubanos atrincherados en su isla, que no creen en promesas
electorales.
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