Winston Churchill joven |
Por Pastor Guzmán Castro, Periódico Escambray, de Sancti Spíritus. La posible muerte de Winston Leonard
Spencer Churchill en predios espirituanos en 1895, que habría cambiado
la historia de Inglaterra y de Europa, parece motivo suficiente para que
alguien “enfermo” por la investigación se dedicara a profundizar en
acontecimientos que vinculan al famoso político británico con Sancti Spíritus y
Arroyo Blanco, en el centro de la Isla, en los días previos a la invasión
mambisa a Occidente a finales de aquel año.
Todo empezó cuando Jesús Ramos, “Chuchi”, director del
Museo Municipal de Jatibonico, le sugirió a Lourdes María Méndez Vargas,
miembro de una antigua familia de Arroyo Blanco vinculada a los
Sánchez-Bonachea, que investigara esos lazos filiales y la polémica estancia del
joven Churchill en estos predios. Luego, otros sucesos ayudaron a darle a la
empírica historiadora el empujoncito decisivo.
Lourdes descubrió en una enciclopedia digital una
imprecisión histórica, según la cual el futuro Primer Lord del Almirantazgo y
Primer Ministro del Imperio Británico, entonces con apenas 21 años, “almorzó
con el Generalísimo Máximo Gómez en Arroyo Blanco y conversaron en la Casa
Comunal en una mesa tal” a finales de noviembre de 1895, en
plena Guerra de Independencia.
“¡Un simple tenientico de húsares en una plaza
fortificada española! -comenta con ironía-; ese es un disparate que de alguna
manera van a tener que corregir”.
Después ella tuvo la
suerte de que el destacado periodista Ciro Bianchi Ross le facilitara el libro de memorias de Churchill
titulado Mi primera juventud, un texto bastante añejo y raro.
En el citado texto Lourdes encontró todo un capítulo
dedicado por Churchill a su estancia en la isla que precisamente él
tituló Cuba, donde refiere de modo magistral -no se debe olvidar
que Churchill fue en 1953 Premio
Nobel de Literatura- sus impresiones sobre todo lo que veía y los avatares
de la gesta independentista.
Un aventurero nato
Lourdes María Méndez Vargas |
La pregunta flota en el
aire: ¿cómo y por qué llega aquel jovenzuelo inglés a la entonces colonia
española en plena guerra? La licenciada en Relaciones Internacionales,
quien vivió y laboró muchos años en La Habana y en el exterior con su esposo,
el periodista y diplomático Fernández Vilela -fallecido en 1996- toma aliento
mientras ordena sus papeles.
Según Lourdes, en aquel año de 1895 el joven Churchill,
un muchacho de apenas 20 años que era oficial ya del famoso IV Regimiento de
Húsares, se aburría terriblemente en Londres en unas vacaciones, y embulló a un
compañero para lanzarse a una aventura dondequiera que hubiera pelea.
Dadas las relaciones del padre, Randolph Churchill, se
hace la solicitud por medio del embajador del Reino Unido en Madrid. El
Gobierno español autoriza el viaje y envía a la isla la notificación al Capitán
General Arsenio Martínez Campos para que atiendan aquí a Winston y a su amigo,
otro joven húsar de apellido Barmen.
Sancti Spíritus, el lugar del acontecimiento, está en el centro de la Isla |
Luego ambos toman un
vapor a La Habana y de allí continúan en un tren blindado a Santa Clara, donde
se encuentra entonces Martínez Campos, quien ha decidido remitirlos al Estado
Mayor de la columna del general Suárez Valdés, pero como ya esta ha salido en
dirección a Sancti Spíritus, los dos militares británicos viajan en tren hasta
Cienfuegos y de esa ciudad lo hacen por mar a Tunas de Zaza, para finalmente
dirigirse por ferrocarril a Sancti Spíritus.
En tierra espirituana
Para Lourdes está confirmada la estancia de Churchill y
Barmen en la villa del Yayabo.
“Esos dos muchachos duermen aquí una noche que fue,
tentativamente, la del 24 o del 25 de noviembre de 1895, esperando a la madrugada
siguiente ser integrados al Estado Mayor de la columna dirigida por el general
Suárez Valdés.
“La tarde previa a la partida comen en compañía del
general español y a las cuatro de la madrugada salen los dos ingleses de esta
ciudad, engalanados con sus uniformes azules de húsares.
“Aquí -apunta la historiadora, empieza una descripción
preciosa sobre su impresión acerca de la belleza de estos campos que él no dice
espirituanos”.
Según Churchill: “La larga columna española se deslizó
como una serpiente por los interminables bosques y ondulaciones de una vasta y
hermosa campiña que rezumaba humedad y resplandecía con el sol”.
El futuro político británico apunta: “Llegamos a Arroyo Blanco
el 29″; “es decir -comenta Lourdes-, que sale de aquí en la noche del 25 o el
26 de noviembre y llega a Arroyo Blanco el 29 y allí pasa un par de noches
pernoctando en campaña en sitios que no aclara, pero uno de los cuales yo
supongo que fue Taguasco.
“Resulta que Winston Churchill cumple 21 años ese 30 de
noviembre en Arroyo Blanco y así lo escribe textualmente. Ese propio día sale
la columna de Suárez Valdés con estos británicos agregados. Llevan rumbo
sureste, a la zona de Ciego de Ávila”.
El bautizo de fuego
Ya a escasos kilómetros de Arroyo Blanco empieza el
hostigamiento mambí y Churchill siente los primeros tiros de la campaña. La
columna hace alto y duerme en algún sitio que el húsar no define y continúa en
la mañana del día primero de diciembre acercándose al avispero mambí de La
Reforma.
Lourdes destaca especialmente este hecho, porque se
acababan de encontrar allí los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo -que
había llegado la víspera-, el Gobierno en Armas y su escolta, así como Serafín Sánchez y
toda la jefatura del Ejército Libertador que se estaba constituyendo ese día,
organizándose como contingente invasor. En total posiblemente más de 4 500
hombres.
“Tú no tienes idea de la euforia con la que esa gente
confrontó al enemigo. Estaban exaltadas de tal manera esas tropas cubanas que
no dejaron dormir esa noche a la columna de Suárez Valdés y a Churchill
incluido. Tanto fue así que el general ibérico no se atrevió a enfrentar
directamente el campamento de La Reforma y así coinciden en indicarlo todas las
fuentes.
“Pero estuvieron perfectamente ubicados y disparándose de
ambos bandos, mientras ellos -los españoles- están acampados en Los Rusos,
cerca de Majagua, y al amanecer del día dos los cubanos salen de La Reforma ya
organizados. Suárez Valdés, al parecer esta vez quiere combate y persigue a las
fuerzas cubanas, atacando su retaguardia.
“El choque es tremendo y Maceo acude y rechaza
violentamente a los españoles, pero nótese que el jefe hispano no trata de
copar, sino de empujar al contingente mambí, que es más numeroso. Suárez Valdés
se queda atrás con su Estado Mayor y, por supuesto, con Churchill y su
compañero Barmen”.
Aquel brillante joven, sindicado más tarde de haber
pronunciado las palabras iniciales de la Guerra Fría -Fulton,
USA, 1946- va haciendo interesantes acotaciones en su diario luego convertido
en libro y hay un momento en que se refiere a los mambises y expresa: “vienen
armados de un cuchillo temible llamado machete”.
De esta investigación Lourdes ha derivado otras dos
interesantes observaciones; una, que el primer jefe español que chocó con el
Ejército Invasor no fue el coronel Luque, en Iguará, dos días más tarde. Fue el
general Suárez Valdés, con cuyas tropas iba Churchill, y el encuentro se
produce entre La Reforma y Majagua.
La segunda es que probablemente en esta ocasión la
prudencia de Suárez Valdés le salvó la vida a Winston Churchill, porque si no
la historia, seguramente, hubiera sido otra. El joven inglés también señaló sus
propias conclusiones de aquellos hechos: “No creíamos que los españoles
llevasen su guerra en Cuba a un rápido final”. Estaba en lo cierto. La
contienda, en realidad, estaba empezando.
Tomado del sitio digital
Cubadebate.cu
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