Por Miguel Fernández. Acaba
de morir en España Manuel Fraga, el viejo político que transitó sin demasiado
ruido del franquismo a la democracia, y quien se va a la tumba con muchas más
interrogantes que verdades, en su andar por los entramados políticos ibéricos.
El fundador del Partido
Popular, la principal fuerza de derecha en España, se despide de la vida
después de vivir 89 años. Con su partida del mundo de los vivos, los españoles
avanzarán un poco más en el proceso de olvidar a la dictadura franquista que
estremeció al país por casi cuarenta años, y a los verdugos que se valieron de
ella para imponer el terror.
Fraga muere y deja
sentimientos encontrados. Llorarán, sin dudas, sus correligionarios de la
derecha, y los que vieron en él a un protagonista durante la transición
pacífica a la democracia después de la muerte del general Francisco Franco.
Pero también muchos recordarán que murió sin responder ante la justicia por
oscuros acontecimientos que siempre lo rodearon.
Hoy será un día
diferente para los familiares de Julián Grimau, que fue torturado y fusilado con
el beneplácito de Fraga, en mayo de 1963, por su participación en la Guerra
Civil Española junto a la República. O las familias de los obreros mártires de
la masacre de Vitoria, en marzo de 1976, o las víctimas de Montejurra, en mayo
del propio año. Difícilmente llorarán quienes recuerden al ministro Fraga junto
al terrorista ultraderechista, miembro de la Triple A, Rodolfo Eduardo Almirón
que fue su jefe de seguridad y su matón de turno.
Se dice que Fraga fue
tan controversial, que a pesar de sus tantos años en la política, jamás alcanzó
sus más altos propósitos. “Ni el general Franco, durante la dictadura, ni el rey
Juan Carlos, durante la transición confiaron lo suficientemente en él como para
encargarle la presidencia del Gobierno” acota una nota publicada en el diario
La República.
Durante la cruenta
dictadura fascista, fue Ministro de Información y Turismo, y se le recuerda
como el impulsor del boom turístico en España, y también se le recuerda como el
redactor de la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 que estableció una forma de
censura más sutil que la que había imperado con anterioridad.
Fue además Embajador
de España en el Reino Unido e Irlanda del Norte durante el régimen de Franco,
y tras la muerte de éste, ocupó el cargo de Vicepresidente de Interior y
ministro de Gobernación durante la corta presidencia de Arias Navarro.
Fundador en 1977 de Alianza Popular, el futuro Partido Popular
(PP), Fraga fue uno de los padres de la nueva Constitución española.
Diputado del parlamento europeo, y presidente de la Xunta de Galicia desde 1990
hasta 2005.
Citando al diario La República,
“De Fraga se han dicho muchas cosas, unas buenas y otras malas. Su imagen ha
sido siempre la de un hombre hiperactivo y autoritario. Para unos, es la imagen
de Galicia y ejemplo de cómo un político puede adaptarse a los tiempos. Para
otros, representante del inmovilismo y último resquicio de la dictadura de
Franco”.
Murió el último
franquista y con él, -al Cielo o al infierno- irán memorias que todavía laceran
profundamente al pueblo español.
Que descanse en paz, el
viejo Fraga.
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