Nota editorial del diario cubano Granma. En los últimos días, medios de prensa y representantes de
algunos gobiernos tradicionalmente comprometidos con la subversión contra Cuba
han desatado una nueva campaña de acusaciones, aprovechando inescrupulosamente
un hecho lamentable: el fallecimiento de un preso común, que quizás solo en el
caso de Cuba, se convierte en noticia de repercusión internacional.
El método utilizado es
el mismo de siempre, que pretende imponerse infructuosamente, a golpe de
repetición, para satanizar a Cuba, en este caso, a partir de la deliberada
manipulación de un acontecimiento totalmente inusual en nuestro país, a diferencia
de otros.
El denominado
"preso político" cumplía una sanción de privación de libertad de 4
años, tras un proceso justo durante el cual estuvo en libertad y de un juicio
conforme a derecho, por haber golpeado brutalmente y en público a su esposa, agredir
a los policías y resistirse violentamente a la detención.
Esta persona murió a
causa de un fallo multiorgánico asociado a un proceso respiratorio séptico
severo, a pesar de haber recibido toda la atención médica necesaria, incluidos
los medicamentos y el tratamiento especializado, en la sala de cuidados
intensivos del principal centro hospitalario de Santiago de Cuba.
¿Por qué algunas
autoridades españolas y de la Unión Europea se apresuraron a condenar a Cuba
sin intentar siquiera informarse sobre el tema? ¿Por qué usan, siempre y de
antemano, la mentira cuando de Cuba se trata? ¿Por qué, además de mentir,
censuran la verdad? ¿Por qué a la voz y la verdad de Cuba se le niega, sin
ningún disimulo, el más mínimo espacio en los medios de comunicación internacional?
Se actúa con gran
cinismo y doble rasero. ¿Qué calificativo le darían ellos a la brutalidad
policial puesta de manifiesto en España y en la mayor parte de la "culta y
civilizada Europa", muy recientemente, contra el movimiento de los
"indignados"?
¿Quién se ha preocupado
por la dramática situación de hacinamiento en las cárceles españolas que
albergan a una población penal inmigrante muy alta, que sobrepasa el 35 % del
total de reclusos en el país, según el último informe disponible del sindicato
de prisiones ACAIP, fechado el 3 de abril del 2010? ¿Quién se ha preocupado por
investigar el fallecimiento en julio del 2011, en el centro penitenciario de
Teruel, en España, de Tohuami Hamdaoui, un preso común de origen marroquí, que
perdió la vida tras una huelga de hambre voluntaria que duró varios meses?
¿Quién ha referido que el recluso se había declarado inocente?
¿Acaso ha perdido la
memoria y la noción de la realidad el vocero chileno que nos calumnia cuando
afirma que el difunto era un disidente político que se mantuvo 50 días en
huelga de hambre? Debe conservar recuerdos de sus días de líder estudiantil
vinculado a los militares golpistas de Pinochet que masacraron a su pueblo y
extendieron la desaparición y la tortura a todo el Cono Sur mediante el
"Plan Cóndor", pero no se le conocen declaraciones sobre la brutal
represión contra los estudiantes que se manifiestan pacíficamente en defensa
del derecho humano a la educación universal y gratuita. ¿Será de los que
quisieron rebautizar en los libros escolares a la dictadura como régimen
militar? ¿Habrá dicho algo sobre la represiva y arbitraria Ley Antiterrorista
que se aplica a los mapuches de la huelga de hambre?
No podía faltar en esta
campaña el gobierno de Estados Unidos, principal instigador de cualquier
esfuerzo por desacreditar a Cuba, con el único propósito de justificar su
política de hostilidad, subversión y bloqueo económico, político y mediático
contra el pueblo cubano.
Impresiona la hipocresía
de los voceros de Estados Unidos, país que ostenta un pobre récord en materia
de derechos humanos, tanto dentro de su territorio como en el mundo. El Consejo
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha reconocido que en ese país ocurren
a diario graves violaciones en materia de los derechos de la mujer, la trata de
personas, la discriminación racial y contra minorías étnicas, las condiciones
inhumanas en las prisiones, el desamparo de los reclusos, un patrón racial
diferenciado y los frecuentes errores judiciales en la imposición de la pena de
muerte, la ejecución de menores y enfermos mentales, los abusos del sistema de
detención migratorio, las muertes en la militarizada frontera sur, los actos
atroces contra la dignidad humana y los asesinatos de víctimas inocentes de la
población civil por parte de efectivos del ejército estadounidense en Iraq,
Afganistán, Paquistán y otros países, y las detenciones arbitrarias y torturas
perpetuadas en el ilegal centro de detención de la Base Naval de Guantánamo que
usurpa nuestro territorio.
Apenas se conoce en el
mundo que en noviembre del 2011, en los Estados Unidos, tres personas murieron
en medio de una huelga de hambre masiva de prisioneros en California. Según los
testimonios de los presos alojados en las celdas contiguas, los guardias no les
ofrecieron ninguna asistencia, e incluso deliberadamente ignoraron sus gritos
de auxilio, a diferencia de su abusiva práctica de someter a los huelguistas a
alimentación forzada.
Semanas antes, había sido
ejecutado el afroamericano Troy Davis a pesar de la copiosa evidencia que
demostraba el error judicial sin que la Casa Blanca ni el Departamento de
Estado hicieran nada.
En los Estados Unidos,
90 prisioneros han sido ejecutados desde enero del 2010 hasta la actualidad,
mientras que otros 3 222 reos esperan su ejecución en el corredor de la muerte.
Su gobierno reprime asiduamente con brutalidad a quienes se atreven a denunciar
la injusticia del sistema.
Este nuevo ataque contra
nuestro país tiene una franca intención política que nada tiene que ver con una
legítima preocupación por la vida de las cubanas y cubanos. Se fustiga con la
complicidad de emporios financiero-mediáticos como el Grupo Prisa y el que
administra la CNN en Español, en el mejor estilo de las mafias de Miami. Se
acusa de manera irracional al gobierno de Cuba, al que se culpa, sin siquiera
haber investigado mínimamente la realidad de los hechos. Se condena primero y
se juzga, si acaso, después.
Es visible en este caso
que ni las autoridades que se han referido con inmediatez y torpeza a este
hecho, ni el aparato al servicio de la agresión mediática contra Cuba, se
tomaron siquiera el trabajo de confirmar la información. Poco importa la verdad
si lo que se pretende es fabricar artificialmente y vender una imagen falsa de
supuestas violaciones flagrantes y sistemáticas de las libertades en Cuba que
algún día justifique una intervención con el fin de "proteger a cubanos
civiles indefensos".
Resulta evidente la
intención de imponer una matriz de opinión diabólica, encaminada a mostrar un
deterioro sensible de la situación de derechos humanos en Cuba, construir una
supuesta "oposición victimizada que muere en las cárceles", donde
incluso se le niega el acceso a los servicios de salud.
El mundo entero conoce
la vocación humanista de nuestros médicos y personal de la salud, que no
escatima esfuerzos ni los escasos recursos con que cuenta el país —en gran
medida debido al criminal bloqueo que sufre nuestro pueblo desde hace más de 50
años— para salvar vidas y mejorar el estado de salud de su pueblo y de muchos
otros en todos los confines de la Tierra.
Cuba cuenta con el
respeto y la admiración de los pueblos y de muchos gobiernos que reconocen su
obra social en la isla y en el mundo.
Los hechos hablan más
que las palabras. Las campañas anticubanas no harán mella en la Revolución
cubana ni en su pueblo, que continuará perfeccionando su socialismo.
La verdad de Cuba es la
del país donde el ser humano es lo más valioso: una esperanza de vida al nacer
de 77.9 años como promedio; una cobertura de salud gratuita para todo su
pueblo; un índice de mortalidad infantil de 4.9 por cada mil nacidos vivos,
cifra que supera los estándares norteamericanos y es la más baja en el
continente, ligeramente inferior que la de Canadá; toda una población
alfabetizada y con pleno acceso a todos los niveles de educación de manera
gratuita; un 96% de participación en las elecciones generales del 2008, un
proceso democrático de discusión de los lineamientos económicos y sociales,
previo al VI Congreso del Partido.
La verdad de Cuba es la
del país que ha llevado sus universidades y escuelas a los centros
penitenciarios, en los que los reclusos fueron oportuna e imparcialmente
juzgados, reciben salario igual por su trabajo y disponen de elevados niveles
de atención médica sin distinción de raza, sexo, credo ni origen social.
Quedará otra vez
demostrado que la mentira, por muchas veces que se la repita, no necesariamente
se convierte en verdad, porque "un principio justos, desde el fondo de una
cueva, puede más que un ejército".
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