por
Miguel Fernández Martínez
Este 20 de septiembre asistí a
un acto de justicia cuando el gremio de periodistas cubanos decidió honrar con
el Premio a la Dignidad a Gerardo Hernández Nordelo, René González Sheweret,
Antonio Guerrero Rodríguez, Ramón Labañino Salazar y Fernando González Llort
–el mundialmente conocido grupo de Los Cinco Héroes cubanos.
A nombre de sus hermanos de lucha estaba
presente René, representando la tenacidad y valentía de estos cinco hombres que
supieron -y saben- enfrentar al terrorismo que se fragua contra Cuba desde el Norte, y
con él, los familiares de Gerardo, Antonio, Ramón y Fernando, quienes
recibiendo el aplauso merecido de los periodistas cubanos.
Mientras Mirta recibía el diploma de su hijo
Antonio, Chavela el de su hermano Gerardo, Elizabeth el de su esposo Ramón, y
Magaly el de su hijo Fernando, al ver a René feliz alzando el suyo junto al
presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Antonio Moltó, se me
arremolinaron muchísimas imágenes, mudas, almacenadas durante
estos 16 años de cautiverio.
Recordé mi llegada a Miami, en febrero de
1999, apenas cuatro meses después del aparatoso arresto; de los titulares
manipulados en El Nuevo Herald y en el Diario Las Américas, de las atorrantes
acusaciones que descargaban los voceros de Radio Mambí.
Tengo vivos los recuerdos del juicio, los
estados de opinión que se formulaban a diario en la prensa, la radio y la
televisión, la satanización de aquel grupo de cinco hombres que se negaron a
plegarse a los pies de los enemigos de su Patria.
Disfruté compartir con mucha gente
solidaria, que silenciosamente y en un Miami hostil, aportaba su mínimo
esfuerzo para ayudar a las familias en sus visitas a las prisiones, o a otros
que se esmeraban en difundir la verdad del caso, en medio de aquella ciudad
politizada hasta el tuétano y donde el odio desenfrenado a todo lo que tenga
que ver con Cuba pulula en cada esquina.
No olvidaré la alegría de Holmes o de
Cándido cuando llegaban para ver a Ramón y René, sus hijos presos; o los
expresivos rostros de Aily, Laura y Lisbeth, las hijas de Ramón; o a Irmita e
Ivette, que visitaban a su padre René, o las charlas con el inolvidable Roberto,
tratando de encontrar un resquicio jurídico que los librara del cruel castigo.
Recordaré siempre los muros de ladrillo de
la cárcel de Terra Haute, en Indiana, donde estaba preso Fernando y hasta donde
viajaba Rosa Aurora para ver a su esposo encarcelado. Las esperas, el frío, la
impaciencia por tener noticias de los héroes.
Mientras René respondía en la mañana de este
20 de septiembre las preguntas de Pepe Alejandro, Luis Sexto o Marta Rojas, me
vinieron a la memoria aquellas horas de incertidumbre en la madrugada del 7 de octubre de 2011, cuando al fin lo
liberaron. Las llamadas telefónicas de los amigos, las primeras fotos del
encuentro con sus hijas y su padre, la llegada a Miami.
Tampoco olvido el viaje improvisado a la cima del Turquino, el 14 de marzo del 2010, -Día de la Prensa Cubana-, con
aquel grupo de jóvenes periodistas –Dayán, Elaine, Roberto Miguel, Sergio Abel,
Alain, Sahily y Marisol- que me acompañaron en la escalada para hacer suyo el
reclamo mundial de libertad desde el techo de Cuba y colocar la primera bandera
para exigir la libertad de los Cinco hermanos.
. Todas esas y muchas otras historias se me unieron
en la conciencia, mientras René alzaba su diploma, digno, valiente, patriota
hasta la médula, reconociendo con sencillez que un héroe está “debajo de
cualquier piedra”, listo para defender la Patria cuando más lo necesite.
En ese Premio a la Dignidad a los Cinco
Héroes, va todo el reconocimiento de más de cuatro mil periodistas cubanos que,
como el mismo René decía, los reconocemos como hombres de carne y hueso, que
supieron –y saben- sobreponerse a cualquier sufrimiento y que siguen
representando la dignidad de un pueblo que hizo una Revolución precisamente
para eso, para elevar la dignidad humana.
Este 20 de septiembre fui feliz y me
convencí que con el esfuerzo de todos, Gerardo, Antonio y Ramón, muy pronto
estarán de vuelta en casa, para unirse a René y Fernando, los Cinco Héroes
antiterroristas de toda Cuba.
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