"Dieciséis años, con sus días, sus noches y sus angustias, han pasado nuestros Héroes en injusta encarcelación..."
El 12 de septiembre de 1998, cinco cubanos fueron
arrestados en Miami por agentes del FBI y condenados arbitrariamente, incluso
antes que su caso fuera llevado al tribunal.
Su
misión en Estados Unidos era monitorear las actividades de grupos y
organizaciones responsables de actividades terroristas contra Cuba. Sus
nombres: Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, René González y
Fernando González.
Estos últimos cumplieron enteramente su
condena, están de vuelta en la Patria y están incorporados de lleno a la lucha
por liberar de la injusta prisión a sus otros hermanos.
Todos fueron condecorados como Héroes de la
República de Cuba. Este caso demuestra la verdadera intención política del
gobierno de los EE.UU contra Cuba y su hipocresía en la lucha contra el
terrorismo.
Cuba, la Isla Infinita les ofrece está hermosa y sentida crónica de la joven periodista cubana Leticia
Martínez.
Basta
de sumas
Por Leticia
Martínez
Han sido dieciséis años, con sus
aniversarios, sus cumpleaños, sus bodas, sus
funerales, sus 31 de diciembres y
sus primeros de eneros; con sus jornadas memorables, con otras indescriptibles
por dolorosas; con las cartas que no llegan, con las llamadas telefónicas
racionalizadas; con el pesar de no estar cuando más se les necesita; con la
tortura de saberse libres pero tan atados; con el deseo suspenso de besar
cuando clarea o de abrazar cuando alguien se ha ido para siempre.
Han sido 5 840 días. ¿Lo ha leído bien? 5
840 días sin el amor cercano que los forjó como los hombres inmensos que son. 5
840 días con sus amaneceres, sin sorbos del café de casa; con las mañanas sin
el adiós de sus hijos a la puerta del colegio; con sus almuerzos fríos, en
bandejas; con sus tardes sin la “corredera” por llegar antes a casa para
adelantar quehaceres; con sus
noches sin periódicos, ni noticieros con
Serranos, ni el sillón preferido, ni la música del vecino del lado, ni la
caricia de la madre en la cabeza antes de dormir, tranquilos, sin sobresaltos,
en la cama de siempre.
¡Han sido 140 160 horas! Terribles 140 160
horas en que la espera parece interminable, con un montón de minutos, de
segundos. Un siglo de tiempo en patria ajena, rodeados de gente extraña,
algunas malas. Un siglo de tiempo en que mucha tierra, mucho mar y demasiada
maldad los han mantenido tan lejos que duele.
Y
mientras el reloj no para, han crecido los hijos, han cumplido sus
quince primaveras, han tenido reuniones de padres sin papá, se han
graduado de
la Universidad, han nacido nietos, sobrinos, ahijados en todo el mundo.
Mientras tanto, las madres pasan la frágil línea de los ochenta y los años
comienzan a
pesar como planetas.
Desde hace “milenios” debimos haber dejado
de sumar, porque las heridas dejan
surcos indelebles, porque la vida pasa sin
contemplaciones ni para los héroes. Volvemos a otro 12 de septiembre, a otro
año en que seguiremos pensando en que será el último.
Por eso, pero sobre todo por ellos y sus
amores, formemos parte de esta nueva jornada arrolladora, de esta avalancha que
desde muchísimas partes del mundo se “cocina” por estos días. Y no dejemos de
preguntarnos cada jornada qué hicimos por la liberación de esos hombres que
ofrendaron sus años, sus días, sus horas, para que yo escriba desde la
tranquilidad de Cuba o usted lea desde el mismo sosiego que me habita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario