Celia Sánchez Manduley |
En el
aniversario 34 de su muerte
No es posible hablar de la Revolución cubana,
sin mencionar el nombre de Celia Sánchez Manduley, quien se destacó en el
movimiento clandestino de las provincias orientales, y cuando tomó el camino de
las montañas se convirtió en un miembro efectivo del Ejército Rebelde.
Desde entonces y hasta su muerte en 1980, fue la insuperable
auxiliar del Comandante en Jefe Fidel Castro.
El 11 de enero es un día de esos que no
pasan inadvertidos, es un día triste para el pueblo de Cuba por cumplirse 34
años del fallecimiento de La Heroína de la Sierra y el Llano. La noticia
parecía increíble. El día se tornaba gris. Las emisoras de radio y televisión
difundían tristeza, había fallecido a las 11:50 de la mañana de aquel viernes.
Celia fue aquella mujer siempre dispuesta a ayudar a resolver
cualquier situación. No hubo problema humano por solucionar en los que ella
rehusara intervenir y que no lo hiciera con modestia, decisión y también con
ferviente pasión revolucionaria.
Nacida el 9 de mayo de 1920, fue fundadora y
dirigente del Movimiento 26 de Julio, primera mujer guerrillera en Sierra
Maestra y alta dirigente del Estado revolucionario cubano fue fiel a su
principio hasta el último día de su vida.
Con su infinita capacidad de crear recuerdos
imperecederos, junto a su padre vindicó al Héroe Nacional cubano José Martí, en
el año de su centenario (1953), colocando en la cresta del pico Turquino el
busto del Apóstol, que desde allí oteaba el horizonte como reclamando la
conclusión de su obra.
Celia no sabía que ese mismo año, en
Santiago, un centenar de jóvenes iniciarían el intento
de reivindicarlo,
inmolándose en el cuartel Moncada. Tampoco imaginó que volvería a aquella
cúspide acompañando al líder de los moncadistas, vestida de verde olivo, como
primera guerrillera con un fusil colgado en su tierno hombro de mujer.
Celia junto al Comandante en Jefe Fidel Castro |
Con el humanismo que heredó de su padre y la
sensibilidad de la madre, organizó con los nombres de Norma, Aly, Carmen,
Liliana o Caridad, la base de apoyo del incipiente movimiento guerrillero,
creciendo ella misma con el vigor incontenible de esa fuerza y convirtiéndose
en la sencilla e insustituible Celia, con cuyo nombre la ha eternizado nuestro
pueblo. No en balde, Armando Hart afirmó en su oración fúnebre que “será
imposible escribir la historia de Fidel Castro sin reflejar a la vez la vida de
Celia.”
Celia junto al comandante Ernesto Ché Guevara |
Tuvo tiempo para recopilar una detallada
documentación de la lucha revolucionaria, que sentó cátedra y promovió
seguidores y que ha enriquecido la historia de la Revolución Cubana.
“La tía”, como muchos la llamaban
cariñosamente, con su flor predilecta, la mariposa, adornando a veces su
cabello o entre los dedos, como mujer delicada y tierna que era, estaba atenta
y alerta a todo.
Con
información tomada de los sitios digitales Cubadebate y del periódico Adelante
No hay comentarios:
Publicar un comentario