Como dice un buen amigo y colega, todavía en
Cuba muchos suponen que vivimos en la “república de la Siguaraya”. Los
problemas casi nunca se resuelven como deben, y regularmente se pasa de victimario
a víctima –y viceversa-, sin demasiada vaselina.
Roberto Carcassés, talentoso músico cubano,
líder de la banda Interactivo, saltó a titulares en las redes sociales después un
acontecimiento mediático que terminó convirtiéndose en show y trinchera para
pujar entre los tres bandos (defensores de la Revolución cubana, sus enemigos atrincherados
en Miami, y los solapados que usando los medios que brinda la Revolución en
instituciones estatales y universidades, la atacan con ponzoña).
Si quedan dudas, revisen los últimos
acontecimientos de la telenovela “La pataleta de Robertico”, que como buen
culebrón, y según anunció el blog Segunda Cita, de Silvio Rodríguez, terminó
con final feliz después que las autoridades del Ministerio de Cultura cubano se
reunieron hoy con el cantante “incendiario”.
Según el post, las conversaciones fueron tan
“positivas” que han decidido dejar sin efecto la sanción impuesta después de
sus declaraciones desafortunadas en la Tribuna Antimperialista.
Pero como siempre… el sofá por la ventana.
A pesar de las controversiales expresiones
del músico Roberto Carcassés, para muchos cubanos ofensivas y fuera de
contexto, ahora resulta que el único culpable de todo fue la institución cultural
que trató de condenarlo al silencio. Ya lo que dijo Carcassés dejó de ser
importante para los reformadores y nuevos visionarios de una Cuba a lo “american
way of live”.
Las redes sociales se saturaron de las
opiniones más diversas. Blogueros, redactores y chupatintas debatieron,
cuestionaron, y los últimos hicieron “el pan” en su permanente afán de
desmoralizar a la Revolución cubana de cualquier manera.
Todo empezó después de los desventurados
comentarios que hizo el músico durante su presentación en un concierto
convocado en la Tribuna Antimperialista de La Habana, para exigir la inmediata
libertad de Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino y Antonio
Guerrero, quienes junto a René González integran el conocido grupo de Los Cinco
antiterroristas cubanos que fueron encarcelados y condenados injustamente en
Estados Unidos en 1998.
En medio de esa multitudinaria concentración
popular, que reunió a miles de cubanos solidarios con la causa de Los Cinco, el
músico decidió hacer públicos sus
deseos de liberar la marihuana, obviar el mercenarismo de los asalariados de la
Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA) y regresar al
presidencialismo que pudrió los estamentos seudorepublicanos de la primera
mitad del siglo XX.
Eso fue lo que se le ocurrió al jazzista
gritar frente a la SINA, cuando se suponía que allí se estaba únicamente para
apoyar una causa que empeña al pueblo cubano por 15 años
Reza el viejo refrán que ”de buenas
intenciones está empedrado el camino del infierno”, y Robertico Carcassés, -con o
sin propósito-, le hizo el gran favor a los que esperaban minimizar el llamado
internacional de René y todo el pueblo de Cuba por la inmediata liberación de
Gerardo, Antonio, Fernando Ramón.
La discusión de este desagradable –por no
decir malintencionado hecho- no está en si el pianista tenía derechos o no a
expresarse, argumento que esgrimieron inmediatamente los mismos que se
alimentaron del show del Robert.
Carcassés usó mal la tribuna pública que le
brindaron con un propósito patriótico y comprometido, para expresar sus
opiniones personales.
Bien pudo hacerlo en otros espacios, pero
necesitó el show mediático. Así que no había demasiada ingenuidad en sus bien
pensadas frases reclamantes.
Sus palabras eran su sentir, y quizás las de
unos cuantos, pero no representaban ni el mío, ni el de los familiares de Los
Cinco, ni el de millones de cubanos que ese día lo dedicaron a un causa noble y
justa.
Me parece muy bien que el Ministerio de
Cultura se haya retractado en su medida disciplinaria contra el músico, que le
invalidaría presentarse en plazas públicas. Tampoco comparto las represalias.
Ese error no debe seguir cometiéndose. Nada justifica privar al público de la
excelente obra de un talentoso músico como Robertico.
Pero lo que no debe demorar es que las
instituciones empiecen a revisarse por dentro, cuestionar a quién organizó ese infausto
concierto donde había más deseo de brillar en pasarela que solidarizarse con la
causa de los antiterroristas cubanos.
Hay
que cuestionar cuáles criterios se tuvieron en cuenta en su concepción
artística, porque no era un show bailable sino un momento de compromiso con una
noble causa. Ahí es donde deben empezar a medirse responsabilidades, en vez de
botar el sofá, como siempre sucede.
No he sido el único en comentar sobre este
hecho que da mucho qué pensar. Otros músicos e intelectuales cubanos también se
expresaron.
Silvio
Rodríguez – blog Segunda cita
Digna Guerra – directora del Coro Nacional de Cuba
músico guantanamero Conrado Monier
Eduardo Sosa
Harold Cárdenas – blog La Joven
Cuba
Rouslyn´s blog
Enrique Ubieta – blog La Isla desconocida
Así son quienes quieren navegar en dos aguas y hacerse los bobos para ver para donde va la marea, allá en el campo donde me crié (Manacas, Villa Clara), mi familia siempre dice, o estas a favor o en contra, medias tinta es blandenguería y cobardía
ResponderEliminarTony Hernández Mena
Comparto la opinión del autor.
ResponderEliminarSi bien la sanción fue una medida precipitada y errada, los comentarios de esta persona fueron, en términos religiosos, un sacrilegio. Justamente en el 15 aniversario de tan injusta prisión a los mejores hijos de la Revolución, sale a decir lo que hubiera sido excelente en su CDR, o en una instancia superior, incluso de la Música. El oportunismo, la falta de respeto a los Cinco, a sus familiares, a los demás músicos, a los organizadores, al pueblo presente, la desubicación existieron, y de ahí no hay retorno. Ahí andan los USAnos comiendo basura satisfechos.
Muy bien Migue, de acuerdo total
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