El 6 de octubre de 1976, un avión civil de
Cubana de Aviación estalló en pleno vuelo a causa de la explosión de dos bombas
que fueron colocadas en su interior. Había partido del aeropuerto de Barbados
con destino a La Habana. En la nave viajaban 73 personas: un exitoso
equipo mixto de jóvenes esgrimistas
cubanos, funcionarios de Corea del
Norte, ciudadanos barbadenses y la tripulación. Todos murieron.
Al poco tiempo se supo toda la verdad. El
crimen había sido ideado por los terroristas de origen cubano Luis Posada
Carriles y Orlando Bosch. La ejecución se puso en manos de los ciudadanos
venezolanos Hernán Ricardo y Freddy Lugo.
Treinta y siete años después el expediente
contra los terroristas sigue abierto.
A raíz de los sucesos, los cuatro asesinos
fueron sometidos a juicio en Venezuela y condenados a prisión. Pero apenas las
cumplieron. En menos de una década todos estaban libres, resultado de acciones
de la mafia cubana de Miami en complicidad con autoridades venezolanas.
Luis Posada Carriles es un hoy un ilustre
ciudadano que en Miami se dedica a pintar cuadros sin descuidar, por supuesto,
su vocación terrorista, y pese a su avanzada edad sigue involucrándose en
cuánta campaña anticubana se promueva desde allí.
Orlando Bosch murió plácidamente en abril de
2011 en su residencia de Miami, y estaba considerado como un buen ciudadano en
su comunidad. Este hombre cargaba un voluminoso paquete de hechos violentos.
Fue jefe de la llamada Coordinadora de Organzaciones Revolucionarias Unidas,
conocida como CORU, descrita por el propio FBI como “el paraguas de una
organización terrorista anticubana· De Bosch diría el exfiscal estadounidense Dick Thornurgh que era un
terrorista no arrepentido”
Los
venezolanos Ricardo y Lugo desparecieron y su paradero es desconocido.
El Crimen de Barbados abre también una
interrogante sobre la veracidad de la guerra que presuntamente libra el
gobierno de Estados Unidos contra el terrorismo. De hecho confirma que cuando
este es usado a favor de los intereses de Washington deja de ser una amenaza a
la seguridad de la nación.
En el mandato de Bush padre Orlando Bosch
fue rehabilitado como ciudadano, luego
los otros presidentes que lo sucedieron en la Casa Blanca han contemporizado con los criminales, que viven y han vivido
tranquilamente en suelo estadounidense sin
ser molestado para nada.
No parece que habrá nuevas condenas para los culpables ni
para quienes los han apañado durante tanto tiempo. Solo la sanción moral de los
pueblos y las personas honestas y decentes de todo el mundo.
El sabotaje a un avión civil cubano en 1976
quedará entonces como un ejemplo de la
hipocresía del gobierno de Estados Unidos
y para ilustrar a las generaciones futuras de la naturaleza criminal de
los grupos anticubanos radicados en Miami.
Tomado
del sitio digital de Radio Habana Cuba
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