Por quinta vez en menos de un mes, el diario The New York Times
vuelve a publicar un extenso editorial sobre Cuba, esta vez reconociendo los
incontables intentos desestabilizadores de Estados Unidos, diseñados para
provocar el derrumbe del gobierno cubano.
Bajo el título In Cuba, Misadventures in Regime Change (En Cuba, desventuras al intentar derrocar un régimen), el Comité
Editorial del influyente diario neoyorquino hizo un repaso este domingo, desde
la aprobación de la Ley Helms-Burton, en 1996 y hasta fecha reciente, de los
innumerables planes fraguados en Washington contra la estabilidad nacional en
la isla.
El Times destaca que estos proyectos
subversivos, solo sirvieron como fundamento para que el gobierno estadounidense gastara 264 millones de dólares, durante los últimos 18 años, en un intento por
instigar supuestas reformas democráticas en Cuba.
Reconoce que, lejos de haber logrado su
objetivo, las iniciativas resultaron contraproducentes, pues estos fondos “se
convirtieron en un imán para charlatanes y ladrones”.
“Los sigilosos programas han agravado la
hostilidad entre las dos naciones, le han dado a Cuba una bonanza
propagandística y han bloqueado oportunidades de cooperar en áreas de interés
mutuo”, resalta el The New York Times.
Señala además, a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por sus misiones furtivas
dentro de la isla, tratando de implementar proyectos ilegales en Cuba.
El editorial detalla como la inversión en
iniciativas para derribar el gobierno cubano aumentó de unos cuantos millones
anualmente, a más de 20 millones de dólares en 2004, durante los primeros añosdel gobierno de George W. Bush (2001-2009), cuando la mayoría de los contratos
se otorgaron sin mayores controles a grupos de cubanoamericanos.
Comenta como uno de estos grupos invirtió el
dinero recibido en una estrategia de lobby internacional, de cuestionable
legalidad, para persuadir a gobiernos extranjeros a que apoyaran el impopular
embargo (bloqueo) que Estados Unidos impone sobre la isla.
Otro –dice el Times-, envió montones de
revistas de historietas cómicas a la misión diplomática estadounidense en Cuba,
desconcertando a sus funcionarios.
El dinero proveniente de fondos federales,
también se utilizó por los grupos cubanoamericanos de Miami para comprar ropa y
comida, pero nunca fue posible verificar cuánto llegó a manos de la
contrarrevolución interna, como se tenía previsto.
Según un informe publicado en noviembre de 2006 por la Oficina de Rendición de Cuentas (GAO), un contratista usó los
fondos de programas para comprar una motosierra de gas, equipos electrónicos,
entre ellos juegos de Nintendo y Play Stations, una bicicleta montañera,
abrigos de cuero, carne de cangrejo, y chocolates Godiva. Al momento de hacer
una auditoría, los gastos no fueron justificados.
El editorial de The New York Times agrega
que, a pesar de los resultados de la
investigación de la GAO en 2006,
el Congreso de Estados Unidos autorizó en 2008, 45 millones de dólares
para los proyectos contra Cuba, una cifra récord.
En diciembre 2009, las autoridades cubanas
arrestaron a Alan Gross, un subcontratista estadounidense que viajó a la isla
cinco veces como parte de una iniciativa de USAID, fingiendo ser turista, para
contrabandear equipo de comunicación que no es permitido en la isla, destaca el
Times.
Después de esto –prosigue-, funcionarios de
USAID y el Departamento de Estado argumentaron que era hora de suspender los
programas encubiertos contra Cuba, mientras que legisladores cubanoamericanos
se resistieron enérgicamente para asegurarse de que siguieran en marcha.
Después del arresto de Gross, la USAID no
volvió a enviar contratistas estadounidenses a Cuba, pero permitió que las
misiones las desempeñaran latinoamericanos, muchos de ellos detectados por el
servicio de inteligencia cubano.
Recuerda que una reciente investigación de Associated Press (AP) reveló un controvertido programa de la compañía Creative Associates International, que desarrolló un sistema de mensajes de texto
rudimentario, similar a Twitter, conocido como ZunZuneo para generar
desestabilización social dentro de Cuba.
AP reveló en agosto –continúa el Times-, que
USAID estaba enviando a jóvenes latinoamericanos a identificar personas que
pudieran ser “agentes de cambio social”, bajo el pretexto de organizar eventos,
entre ellos un seminario sobre el virus VIH.
El editorial termina advirtiendo que, en
lugar de proyectos encubiertos para derrocar el gobierno cubano, los líderes
estadounidenses deben encontrar mecanismos a través de una coordinación con el
Gobierno cubano.
“Washington tiene que reconocer que a lo
único que puede aspirar, es a influir de manera positiva en la evolución de
Cuba hacia una sociedad más abierta. Para eso, es más productivo lograr un acercamiento diplomático, que insistir en métodos artificiosos”, concluye el
editorial de The New York Times.
tomado del sitio digital de Prensa Latina
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