doctor Félix Báez Sarría, infectado de Ébola en Africa |
No más
se dio la noticia del contagio de nuestro médico en África, miles de mensajes llegaron
desde todas partes
por Leticia Martínez Hernández/ periódico Granma
No por
esperado, dejó de impactar. Desde que se supo
que nuestros colaboradores estarían dando batalla contra el Ébola, justo
en el centro de la epidemia, se despertó en todos el temor de que alguno
pudiera enfermarse. Por eso cuando se publicó que el doctor Félix Báez Sarría
se había contagiado, de un tirón Cuba entera se dispuso a acompañarlo.
Entonces
comenzaron a aparecer mensajes de aliento que sumaban miles en cada uno de los
sitios web cubanos que replicó la noticia, como si en ellos viajara hasta
Sierra Leona el mejor bálsamo, ese elaborado con dosis inmensas de amor. Con
Félix y su familia está Cuba entera.
Era
imposible no conmoverse con el lector Rigoberto cuando en la página de Cubasí
parecía gritar para que lo oyeran allá en Kerry Town: “¡Fuerza Félix, todo un
pueblo está contigo, muchos de los que hoy te damos aliento, estuviéramos cumpliendo
con el deber como lo estás haciendo tú si nos hubiera tocado, no te desanimes,
ten presente lo alto que has puesto el nombre de Cuba, recuerda que tú también
eres un héroe de la Patria!”.
O con
Jorge Luis en Cubadebate: “…tienes a 11 millones de cubanos en tu cabecera
deseando que venzas al Ébola. Te veremos de nuevo en Cuba como un triunfador
que eres…”
Desde
Suiza, Martín escribió en la página de Granma: “En mis pensamientos, estoy con
él. ¡Qué valientes son estos hombres y mujeres! Un abrazo”. Y Jerez de la
Frontera: “En estos hombres va el decoro de muchos otros, va la dignidad de
todo un pueblo forjada en el fragor de cien años de lucha por nuestra verdadera
independencia, va la más alta muestra de internacionalismo proletario de
nuestra Revolución”.
En
Kerry Town, sus compañeros de misión también enviaron letras de apoyo para
Félix. Así lo hizo saber Roberto Enrique en la web de nuestro diario: “…nos
mantendremos firmes por ti, por Cuba y por la humanidad”.
Y hubo
quienes también aconsejaron: “Los demás colaboradores, por favor, cuídense y
cumplan con todas las medidas de protección”, escribió Michelangelo. En tanto
Vilma dejaba esta opinión: “Hermanos, no pueden tener el menor descuido, deben
ser en extremo cautelosos… Cuidense por ustedes, por su familia y por este
pueblo que vive pendiente del trabajo que realizan y orgulloso de poder mostrar
al mundo el mayor gesto de modestia y altruismo en muchos años... Estamos todo
el tiempo con ustedes y los queremos vivos de retorno... La Patria los
contempla orgullosa”.
Mientras,
Osvaldo Victores se apertrechaba de optimismos: “Si es cubano se nos salva,
para eso hemos resistido y pasado las mil y una noches”. Y Uno del Piquete,
como se nombra en Internet, decía: “Fuerza hermano que nosotros los cubanos
tenemos un gran historial de invencibilidad, te esperamos aquí con los brazos
abiertos”.
Ante
tanto amor, el hijo de Félix daba gracias también en la página web de Cubasí:
“Me llamo Alejandro. Quiero agradecer a todos aquellos que de una forma u otra
animan y dan esperanzas a nuestra familia y mi padre. Quiero reconocer también
a las autoridades de la salud que hicieron posible que mi papá comenzara a
recibir atención médica tan pronto y lo trasladaran a Ginebra para ser atendido
con todos los medios. Yo sé que todo saldrá bien y en unos meses esto será solo
una historia para contar. Por otro lado, ánimo a los que aún están allá
cumpliendo con su hermosa labor a pesar del riesgo que implica y les agradezco
por cuidar de mi papá mientras yo no estoy, todas nuestras esperanzas están con
ustedes… Papá sé fuerte todo va a estar bien, aquí está toda Cuba esperando por
ti”.
Así se
vestía de ánimos el pesar de Félix. Así un país entero se ponía en vilo por uno
de sus hijos, en medio de un día demasiado gris para nuestra habitual luz.
Quizá allí, en el Hospital Universitario de Ginebra adonde lo llevan para
sanarlo con los mejores métodos del mundo, alguien pueda leerle la infinidad de
mensajes armados de afectos. Entonces comprenderá en toda su magnitud, como lo
dijo el lector, que millones de cubanos estamos en la cabecera de su cama.
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