poeta cubano Luis Rogelio Nogueras, Wichy, el Rojo |
Gracias, poesía,
por enseñarme que el camino a la verdad
que los medios son también parte del fin;
gracias por recordarme que sólo el futuro no deja
huellas,
por mis defectos que me hicieron humano,
por mi hora de pena y mi hora de gloria.
Gracias por tu dulce y terrible compañía.
No me abandones.
Con razón, el filólogo y profesor universitario
Ernesto Sierra asegura que Luis Rogelio Nogueras ya entró en la Literatura y en
ella crece, reconociendo su original voluntad estética y su espíritu
neovanguardista, ayudaron a sacudir ciertos rasgos esquemáticos de la
literatura cubana de sus días.
“Con su muerte –afirma Sierra-, consumió uno
solo de sus destinos, entre los miles que atesora en cada lector que se acerca
a su obra para deslumbrarse. Debemos pensar que desde el Paraíso poético donde
debe estar persiguiendo musas con fines imaginables”.
“Luis Rogelio está pidiéndonos menos homenajes y más reimpresiones, o quizá, ambas
brutal manejo del verdugo).
No intentes susurrarle tu amor o tus penas
(tu voz lo asustaría como un trueno en mitad de la
noche).
No remuevas el agua de la laguna no respires.
Para ser tuyo tendría que morir.
Confórmate con su salvaje lejanía
con su ajena belleza
(si vuelve la cabeza escóndete en la hierba).
No rompas el hechizo de esta tarde de verano.
Trágate tu amor imposible.
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.
Wichy era "un escritor vuelto hacia
todos los misterios que él mismo contuvo", al decir de su amigo y
compañero de andanzas poéticas Guillermo Rodríguez Rivera. Fue un hombre sensible a su
cotidianidad que pensaba que –y cito-, "sin amor la vida es una gaveta
vacía, y para el escritor no hay literatura sin amor, como no hay huella sin
pie".
“Hemingway estaba convencido de que se
escribe mejor cuando se ama –dijo alguna vez Luis Rogelio. Yo soy de la misma
opinión. Aún más, todos mis papeles arden húmedamente de amor. Me pregunto cada
amanecer frente al espejo con cuánto amor comienzo la jornada, y si es poco,
nunca es poco, entonces salgo a la calle y me robo el primer amor que pasa”.
“Amo la palabra amor y sus destellos. Amo a
mi mujer mientras se peina, amo la vida y su expresión concreta, humana,
palpable, la Revolución", sentenció Wichy.
correrte un poco las bragas,
separar las piernas
sobre el buró
junto a la máquina de escribir
harías poesía,
pero claro que no debes comentarlo
con tus amigas,
mucho menos con tu esposo,
difícilmente entenderían
que se trata
de un asunto literario.
Otro de
sus grandes cómplices, el poeta Víctor Casaus, lo recuerda un “novelista y
cineasta, poeta y ensayista, hermano de sus hermanos, nativo pelirrojo del
Trópico y del mundo —y en especial de esta Isla— que amó a su manera, a su
tiempo, a su aire nuestro y memorable”.
“Aquí está naciendo y viviendo otra vez –decía
Casaus-, en un puñado de imágenes y papeles este creador completo y complejo:
un simple mortal, un hombre; pero fuerte, ingenioso y justo en la medida
humana. Y es bastante".
Wichy nació y vivió para hablarnos en poesía.
Su corta vida giró alrededor del sentimiento humano y a describirlo, con su particular
manera de decir, se dedicó hasta el último minuto de sus apenas 40 años de
existencia.
La periodista Idania Trujillo, repasando los
derroteros de Wichy el Rojo, reafirma que, “indudablemente, su amor más intenso
y definitivo fue la poesía, esa que anda por todas partes, detrás de lo
difícil, aunque se esconda, en cada
hendija de la noche, en cada golpe agazapado, en cada trampa”.
¡Felicidades
Wichy, en tus 70 cumpleaños!
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