Arzobispo Bruno Musaró, Nuncio Apostólico del Vaticano en Cuba |
Los supuestos ataques de Monseñor Musaró se
produjeron durante una misa celebrada en la localidad italiana de
Vignacastrisi, en el parque San Pío de Pietrelcina, donde afirmó que el pueblo
cubano vive “bajo condiciones de extrema pobreza y degradación”, según un despacho
publicado en el sitio digital italiano Lecce News, el 25 de agosto último.
El sitio italiano publicó un artículo
titulado “Cuba se muere”, donde comenta las declaraciones ofensivas hechas por
el religioso, quien cumple una labor diplomática en la isla caribeña.
Inmediatamente se hicieron eco del asunto
medios con un largo historial de campañas mediáticas contra Cuba como El Nuevo Herald, en Miami; el sitio digital Diario de Cuba, y con una mirada más crítica
lo hizo el blog de Yadira Escobar, también en la sureña ciudad floridana.
En Cuba, un silencio de sepulcro acerca del
tema, salvo una reciente cita del post de Yadira Escobar, en el blog Cubanito en Cuba.
Si acaso fueron ciertos los ataques
ofensivos contra Cuba, por parte de Monseñor Musaró, ¿por qué tanto silencio en
los medios cubanos?
Según lo que circula en las redes sociales y
en la prensa europea y norteamericana, Musaró, rompió todas las formalidades
éticas y diplomáticas, lanzando en Italia una avalancha de ácidas y mentirosas
críticas contra Cuba, país que lo acogió como representante de la Santa Sede.
De todos son conocidas las excelentes
relaciones que existen entre el Vaticano y Cuba, país que fue visitado en años
recientes por los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Pero a pesar de esas buenas y fructíferas
relaciones, nada justifica el silencio de nuestra parte, si realmente el
embajador del Vaticano atacó verbalmente a nuestro país.
Una vez más -en caso de ser ciertas las
declaraciones de Musaró- la prensa cubana silencia algo que está rodando por los
cuatro puntos cardinales y que solo nosotros los cubanos, no podemos conocer.
Estamos hablando de algo que sucedió hace ocho
días, ¡OCHO DIAS! Y ni una sola explicación se nos ha dado.
Ese silencio de nuestra prensa, tan dañino,
arcaico y atrincherado, que a pesar de las críticas hechas por el presidente
cubano Raúl Castro y el vicepresidente Miguel Diaz Canel, todavía algunos
funcionarios se aferran en mantener, es el que permite que nuestros enemigos
consigan hacer su labor de zapa para tratar de erosionar la credibilidad de
nuestro sistema.
La historia de Musaró, según la mirada que
los enemigos de Cuba han querido ofrecer, circula a sotto voce entre nuestros
conciudadanos, sin otra versión que anteponga la reacción de los ofendidos.
Si realmente este clérigo disfrazado de
cubanólogo ofendió a Cuba, merece una contundente respuesta por parte de
nuestras autoridades, pero primero, nuestro pueblo y nuestra gente que no tiene
Internet y no puede estar al tanto de este tipo de noticias, también merece una
explicación de por qué tanto silencio por parte de quienes deben mantenernos
informados.
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