FOTO: Omara García Mederos/AIN |
Se fue Luis Carbonell, sin despedirse de la
vida, en esas partidas silenciosas que quedan para las eternidades. Ni siquiera
nos dejó compartir sus 91 que ya estaban próximos, y tomó rumbo al Cielo para
desde allí, seguir declamando sus mejores versos.
Ya no será igual cuando oigamos esa Negra
Fuló: - ¡Oh Fuló! ¡Oh Fuló!/ quedó luego de mucama,/ para cuidar a la señora/ y
planchar la ropa del señor./ ¡Esa
negra Fuló!/ ¡Esa negra Fuló!
Ni volveremos a disfrutar la picaresca del
maestro cuando declamaba María Belén, / María Belén: con tus nalgas en vaivén,
/ de Camagüey a Santiago.../ de Santiago a Camagüey.
No por gusto se le conoció como el Acuarelista
de la Poesía Antillana, aun cuando tuvo que frustrar los sueños de su madre de
que fuera médico o abogado. “Quise complacerla, pero dentro de mí se imponía
cada vez con más fuerza el deseo de recitar”.
Calificado muy tempranamente por el maestro
Ernesto Lecuona como un “genio de la poesía negra”, Luis Carbonell tuvo su gran
prueba de fuego el 11 de marzo de 1948,
cuando ofreció un recital Poesía
afroantillana en el Carnegie Hall de Nueva York, en el cual declamó textos de
los cubanos Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, José Zacarías Tallet, Félix B.
Caignet, Rafael Esténger, Vicente Gómez Kemp y Raúl Vianello, del
puertorriqueño Luis Palés Matos, el venezolano Manuel Rodríguez Cárdenas y los
españoles Federico García Lorca y Alfonso Camín.
Después vendría una carrera de éxitos que le
acompañaron hasta el último día de la vida, mimado y respetado por su público,
y por su pueblo, que lo vio siempre como una de sus grandes glorias.
El famoso humorista argentino Pepe Biondi
dijo de Carbonell: “Usted no recita. Usted dibuja los versos, los pinta. Usted
es un acuarelista de la poesía”.
Como un merecido homenaje de la cultura
cubana, en 2003 se le confirió el Premio Nacional de Humorismo y el Premio Nacional
de Música.
En la
memoria imperecedera de esa cultura que tanto enalteciste, vivirás siempre con
tu picaresca y tu sabiduría, repicando esos versos que dicen: Por la encendida
calle antillana/ va Tembandumba de la Quimbamba./ Flor de Tortola, rosa de
Uganda,/ por ti crepitan bombas y bámbulas,/ por ti en calendas desenfrenadas/ quema
la Antilla su sangre ñáñiga./ Haití te ofrece sus calabazas;/ fogosos rones te
da Jamaica;/ Cuba te dice: ¡dale, mulata!/ Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!
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