Por Miguel Fernández Martínez
Para la cubana Vladia Rubio, lo importante
es visibilizar lo cotidiano, sea a través de una cuartilla escrita que
terminará en la plana de un periódico o revista, o sobre una cartulina que se
convertirá en obra de arte.
Para esta mujer, pintar es la mejor manera
de encontrarse cara a cara con las hermosuras y fealdades de lo cotidiano, una
manera de decir que quizás quedó postergada por el ejercicio de su otra pasión:
el periodismo.
Vladia necesita decir, sin límites ni espacios,
y desde los pinceles y las tintas defiende la tesis que lo importante es
comunicarse, ahora desde el mundo de la cartulina en blanco que terminan
convertidas en obras de arte.
Reconocida como una de las más leídas
periodistas cubanas de los últimos años, Vladia Rubio dejó su impronta en
importantes medios de comunicación como el periódico Granma y Bohemia, la más
importante revista de Cuba y la más antigua de su tipo en Iberoamérica.
Especializada en el periodismo de
investigación, particularmente en las problemáticas sociales, Vladia incursiona
en la poesía y es autora de los libros Cartas a Gabriel (Premio Iberoamericano
de Ética Elena Gil), y los volúmenes En la calesa del tiempo, y Reportajes,
textos dedicados al quehacer periodístico.
A pocas horas de inaugurar su exposición
personal Hecho en casa, en la que tendrá como escenario el edificio Jerasulem
del Miramar Trade Center, en esta ciudad, Prensa Latina conversó con la artista
plástica sobre esta nueva proyección, desconocida para muchos, en su carrera
profesional.
"Más que dormida, andaba a sotto voce.
Desde que me alcanza la memoria, siempre dibujé y pinté, pero hace solo unos
meses decidí hacerlo público. Ya no me eran suficientes las palabras",
afirma.
El trazo y la línea precisa no le eran
ajenos, pues antes de graduarse como Licenciada en Periodismo en la Universidad
de La Habana en 1987, con Título de Oro, hizo estudios -inconclusos- de
arquitectura, los que le inculcaron, según comenta, "un mayor respeto por
la línea y ciertas precisiones, también necesarias para este trabajo con tinta
y aguada".
En su obra, marcada por una fuerte
influencia lorquiana, la mujer tiene un protagonismo indiscutible,
convirtiéndose en el centro discursivo de sus pinturas.
"No es nada casual que la mujer tenga
un protagonismo en mis cuadros. Buena parte de las obras de arte, en todos los
lugares y tiempos, han tenido y tienen una impronta autobiográfica, aun cuando
se trate de un franco abstraccionismo", afirma.
Las piezas que ahora expone tienen de alerta
y de reivindicación, utilizando como metáfora el simbolismo de lo cotidiano en
la rutinas de la fémina de hoy.
"La inmensa mayoría de las mujeres
cubanas conocemos bien del lastre que significa en nuestras vidas la atención a
las tareas domésticas. Aun cuando junto al botón que reponemos a la camisa
cosamos toneladas de amor y ternura, también a cada puntada va adosada una
dosis de rebelión, de decir no más o por qué yo", enfatizó.
"Es algo muy ambivalente -agrega-, o al
menos así lo percibo, donde coexisten sentimientos encontrados que van tejiendo
toda una singular belleza: la belleza de lo prosaico y rutinario, más solo
pretendo rescatar tal ambivalencia, llamar la atención sobre esa conflictiva
belleza, no levantar pancartas emancipadoras o convocar a "floridos
escapes".
Según la periodista devenida artista
plástica, la pintura le permite la magnífica opción de la polisemia. "Una
obra es a la vez tantas obras como receptores tiene. No pocas veces me asombro
al enterarme de lo que alguien pudo ver en un cuadro mío. Es como si se me
fueran de las manos y echaran a andar mundo con un lenguaje propio, recreándose
constantemente, igual a como pasa con los hijos".
Con un exquisito uso de las tintas, las
pinturas de Vladia se caracterizan por una línea segura pero sobre todo
sugerente, que obliga al espectador a buscar más de una lectura detrás de cada
pieza.
Desde el claro-oscuro, donde el color muchas
veces se ausenta y todo queda entre una mística gama de grises, Vladia se
propone conquistar, desde el pensamiento, a quién se pare ante sus obras. Con
elegancia y poesía pone a pensar, más que a mirar.
"Esa ductilidad es una de las
fortalezas que le encuentro a la tinta y la aguada, y que igual se traduce en
su potencialidad para transmitir arrullos o alaridos", subraya.
De Vladia Rubio y su obra queda mucho por
decir, ya sea en periódicos o revistas, en paredes llenas de cuadros o a través
de su poesía, otra arista que satura los sentimientos de esta mujer
multifacética, que solo pretende que se le recuerde como Vladia, "así de
simple y complicado".
http://prensa-latina.cu/index.php?task=viewcat&cat=Exclusivos
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