La coreógrafa, bailarina y maestra mexicana
Guillermina Bravo, piedra fundacional de la danza moderna en México, falleció
el pasado miércoles 6 de noviembre, a los 92 años de edad, en la ciudad de
Querétaro.
Los
restos de la destaca artista fueron velados inicialmente en el Centro Nacional
de Danza Contemporánea que fundó hace 22 años, y el viernes recibió un homenaje
en el Palacio de Bellas Artes.
Nacida en Chacaltianguis, Veracruz en 1920,
era la figura más relevante de la danza mexicana en el siglo XX, según la calificara
la crítica especializada.
La Bruja, como se le conoció, fue madre de
la danza moderna mexicana, protagonista indiscutible del movimiento
nacionalista que dio rostro al México post revolucionario con obras
coreográficas emblemáticas como "El Zanate", música de Blas Galindo y
diseños de Gabriel Fernández Ledesma; "Recuerdos a Zapata",
ballet-cantata con música de Carlos Jiménez Mabarak; y "Alturas de Machu
Pichu", música de Beethoven y diseños de Julio Prieto.
La maestra Guillermina Bravo dejó como
patrimonio alrededor de 57 montajes de su autoría, y a lo largo de su carrera
fue objeto de numerosos reconocimientos, como el premio José Limón (1989) y el
premio Nacional de Ciencias y Artes (1979), convirtiéndose en la primera mujer
en obtener este galardón.
En 1993, en el marco del Festival de Danza
de San Luis Potosí, se creó el premio que lleva su nombre. Fue designada desde
1994 como creadora emérita del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
En 2011 recibió un homenaje en el Palacio de
Bellas Artes por sus 90 años, celebración que significó su última aparición
pública aunque continuó trabajando cotidianamente en el Colegio Nacional de
Danza Contemporánea.
A propósito de ese reconocimiento, la
coreógrafa dijo que "vivía la vida en la realidad".
Con información
tomada del sitio digital mexicano Informador
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