Mayor General Serafín Sánchez Valdivia - héroe de Sancti Spiritus |
"Me
han matado, eso no es nada ¡siga la marcha!", fueron las últimas palabras pronunciadas
hace 117 años por el bravo general espirituano Serafín Sánchez Valdivia, el
amigo del Héroe Nacional cubano José Martí, el guerrero de las tres guerras de
independencia, el patriota integral que puso todo a disposición de la libertad
de Cuba.
Desde los inicios de las lucha emancipadoras
cubanas, el patriota Serafín Sánchez mostró su capacidad de sacrificio y
valentía, ante las situaciones más difíciles, llegando a alcanzar los grados de
Mayor General del Ejército Libertador por su heroísmo en combate.
Serafín Sánchez Valdivia nació en Sancti
Spíritus, en 1846. Se incorporó, desde sus inicios, al movimiento
insurreccional en Las Villas. Combatió durante toda la Guerra de los Diez Años
y estuvo también entre los organizadores del movimiento de la Guerra Chiquita
en 1879.
Gozó de la amistad de José Martí y desarrolló
una formidable labor de propaganda revolucionaria en Cayo Hueso.
Para Martí, Serafín fue uno de los hombres
más útiles en la emigración por su prestigio y lealtad. Su primer encuentro se
produjo en Nueva York en julio de 1891. Desde entonces no se desvincularon más,
anudando una amistad y un compañerismo que solo la muerte pudo quebrantar.
Serafín estuvo poco tiempo en Nueva York.
Martí lo necesitaba en Cayo Hueso y entre los años 1892 y 1895, que fue un
período intenso de trabajo revolucionario y organizativo, permaneció en el
cayo, donde ganaba su sustento como tabaquero.
Allí mantuvo un contacto permanente con
Martí, quien le escribió más de un centenar de cartas en las que manifestaba su
entrañable cariño y el aprecio por todo lo que hacía a favor de la causa.
En la Guerra del 95 libró batallas exitosas
y se ganó la admiración de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo.
El 18 de noviembre de 1896, en el Paso de
las Damas, durante un rudo enfrentamiento con fuerzas españolas, superior en
número a las suyas, el General Serafín Sánchez fue herido de muerte, sobre su
caballo, machete en mano, conminó a sus seguidores a continuar la lucha.
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