Ni siquiera la lluvia impidió que los
salvadoreños llegaran a Olocuilta, un famoso rincón en el departamento de la
Paz y donde cada año se reúnen miles de
personas para festejar el Día Nacional de la pupusa, un símbolo culinario de esta nación centroamericana.
La pupusa, indiscutiblemente el plato más
tradicional de la mesa salvadoreña, se ha ido imponiendo en el gusto popular
por siglos y de generación en generación, y aun cuando no se sabe su origen,
muchos aseguran que nació en estas tierras centroamericanas, en lo que hoy
ocupa el occidente de El Salvador.
Varios investigadores y etnólogos
salvadoreños coinciden en reconocer que el origen del nombre pupusa proviene de
la lengua nahualt y su presencia en el hábito alimentario de los pobladores de
estas regiones se remonta a épocas prehispánicas.
Desde
hace 9 años, Olocuilta se convirtió en un templo gastronómico bautizado como el
Pupusódromo, donde puedes encontrarse pupusas en todas sus variedades.
Ya sean confeccionadas en modernas parrillas
o en tradicionales comales, la pupusa es alegría permanente en la mesa de
millones de salvadoreños, quienes cada año retoman el reto de confeccionar una
pupusa gigante, en su Día Nacional, y que en este 2013 alcanzó los 4,15 metros
de diámetro y 700 libras de una masa de arroz con frijoles, chicharrones, loroco,
queso y atún.
Aunque algunos afirmen que quien se caiga en
Nueva York, o tome agua del Sena, en París, queda encantado con estas ciudades,
en El Salvador hay que vivir la experiencia de la pupusa, una maravilla
culinaria a la que nadie se resiste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario