Con
absoluta libertad el Papa le habló a todos, desde los púlpitos erigidos para él
en Santiago de Cuba y La Habana ,
desde donde dejó vibrar su mensaje para que todos los cubanos, dentro o fuera
de la Isla ,
escucharan su voz pidiéndole a Dios por la unidad y la concordia.
El
Santo Padre ya está entre las murallas del Vaticano europeo, y en Cuba aún se
saborea su visita pastoral. La alegría y hospitalidad de los cubanos de a pie,
se vio reflejada en cada uno de los que, espontáneamente, acudieron a
acompañarlo en su visita pastoral.
Los
únicos perdedores en esta histórica visita fueron los enemigos de Cuba, dentro
y fuera de los contornos geográficos de esta maravillosa isla, como calificara
el seguidor de Pedro, quien elevó su voz acusando categórico a quienes
pretenden rendir por hambre a un pueblo que sabe defender su soberanía y su
independencia.
Desde
dentro, las bien pagadas “Damas de Blanco” no alcanzaron su minuto de gloria
ante las cámaras de televisión y los fotorreporteros de todo el mundo que se
reunieron en Cuba para informar de la visita papal. El “minuto” que pidieron a
Benedicto XVI para dejarle saber que eran enemigas consumadas de su propio
pueblo, jamás fue concedido.
El
huelguista profesional Guillermo Fariñas hizo nuevamente el ridículo tratando
de dictarle al distinguido visitante, las pautas de su visita con una agenda
redactada desde Miami, mientras la modosita bloguera Yoani Sánchez, tuvo que
contentarse con ver las impresionantes muestras de apoyo popular ofrecidas al
Papa y a las autoridades, desde la pantalla de su televisor.
En
Miami, los retorcidos batistianos Ninoska Pérez Castellón y Armando Pérez Roura
estarán hipertensos y con las bilis revueltas al ver como más de 800 peregrinos
procedentes de Estados Unidos, cubanos emigrados en su gran mayoría, se
juntaron con alegría junto al pueblo en su tierra natal para cantarle alabanzas
a la Virgen Mambisa ,
y la mafiosa congresista Ileana Ros-Lethinen estará pensando como sancionar a
la santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana por no cumplir los edictos del
Imperio.
Definitivamente,
Dios está con Cuba y con su pueblo, y una vez más, le dio la espalda a sus
peores enemigos. Como mismo les dio la espalda en las arenas de Playa Girón, o
en las lomas del Escambray, o en las calles viciadas de odio de un Miami que
sirve de guarida a los cultores del odio y el terror.
Como
un día Jesucristo expulsó a los mercaderes del templo sagrado, Dios ampara a
los cubanos que no aceptan mercenarios en sus calles. Esos mismos que ni
siquiera son bienvenidos en la
Casa del Señor, cuando tratan de utilizarla como balcón para
sus pagadas traiciones.
El
Santo Padre se marchó de Cuba con la satisfacción de haber conocido a un pueblo
digno y como su antecesor Juan Pablo II, calificó su visita como inolvidable, y
con su habitual sabiduría, el Papa se convenció que los cubanos dignos, no
tienen precio ni se venden al mejor postor.
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