Eliecer Ávila, un joven
cubano procedente de una pobre familia guajira y -gracias a la
Revolución-graduado en la UCI, se está quemando todas las etapas para
convertirse en otro cyberdisidente, es decir alguien que lamenta escasez
de recursos y falta de libertad pero que de repente se transforma en “twitero”,
escritor-analista (léase periodista improvisado) y pronto -según sus palabras-
también bloguero.
No pude evitar leer su
última publicación en el Diario de Cuba. El título es “La
maquinaria de la información”. Debo decir que, inicialmente, el artículo me
había interesado. Eliecer hace una premisa sobre el poder de los grandes medios
que están vinculados con los círculos de poder económico-político que
lideran, planifican y provocan los principales acontecimientos internacionales.
Sigue enfatizando la importancia de internet como herramienta para los pueblos
del mundo para obtener informaciones alternativas, libres de influencias
políticas.
Pero, tras esa pequeña
premisa de solo seis líneas, empieza el mismo papel de “opositor al gobierno”.
Aparecen, referiéndose a Cuba, palabras como ideología cerrada que
controla los medios, industria que controla todas las insituciones,
organizaciones y personas que pueden emitir cualquier tipo de contenidos
dirigidos al pueblo, románticos izquierdistas que del exterior idolatran
al gobierno de Cuba pero que no vivirían un solo mes con un
empleo y una libreta de racionamiento de las que tenemos nosotros.
Sigue una larga lista de
cosas que un extranjero no podría resistir viviendo en Cuba (casa de yagua,
piso y tierra; el tan odiado picadillo de soya; las colas en las tiendas; el
precio prohibitivo de un viaje al extranjero; una “insoportable” vida
ajena de internet y de todas las tecnologías), es decir todos los típicos
problemas que sufren personas amenazadas por un régimen dictatorial.
Como si eso no fuera
suficiente, empieza a atacar los “puntos fuertes” del gobierno de Cuba: salud y
educación. El muchacho (recordemos, desde guajiro hasta ingeniero informático)
no niega los logros en esos ámbitos -que en Cuba son mejor que en muchos
otros países- pero el cubano pasa menos del uno porciento de su
vida dentro del aula o de un hospital. A Eliecer esto ya no lo satisface,
necesita algo más: alimentos (¿cuáles?), ropa, zapatos, vivienda,
electrodomésticos, transporte adecuado (¿a qué nivel de vida?), es decir la
canasta de productos básicos de cualquier sociedad del Tercer Mundo.
Aquí aparece, según mi
lectura, mucha incoherencia. Eliecer ha introducido su artículo con una admisión
del poder de los grandes medios que sirven a intereses políticos y económicos y
afirma que no quiere que se repita todo lo que dice Occidente, pero al mismo
tiempo lamenta el hecho de que los medios en Cuba reflejan los hechos de
una forma totalmente distinta a como los refleja todo el mundo.
Y por supuesto sale a la
luz el tópico del “bloguero independiente” que, más que alguien que reclama
libertad de información, parece un periodista de CNN. Los “monstruos”, las
encarnaciones del mal, los países canallas son siempre los mismos. De los casi
doscientos países que actualmente forman la comunidad internacional, solo tres
países interesan al muchachito -Libia, Siria e Irán- y, por casualidad, se
trata de los mismos tres países objeto de la actual campaña mediática de los
países del Norte.
El gobierno cubano,
según él, debería decir que Muamar el Gadafi era un asesino, que Bashar
Al-Assad es un genocida y que Mahmud Ahmadineyad es un peligroso terrorista. El
hecho de que los medios cubanos no dicen esas cosas, genera la que él define
“maquinaria de la información” a través de la cual el gobierno cubano controla
y manipula la información mundial.
Es raro ver que Eliecer,
como todos los cyberdisidentes, está interesado solo a particulares
acontecimientos internacionales. En otra entrada (Carta abierta a
Yoani Sánchez) me
preguntaba, y retóricamente le preguntaba a ella, por qué razón nunca
habla de Arabia Saudita, de las monarquías petroleras del Golfo Périsco o de
países latinoamericanos como Colombia y Chile.
El papel siempre es el
mismo: que se les llame Yoani Sánchez, Laura Pollán, Guillermo Fariñas o
Eliecer Ávila, siempre se trata de personas que reclaman falta de recursos pero
que de repente llegan a disponer de dinero para enviar mensajes a Twitter, de
una computadora para escribir artículos y, tal vez, de una conección a internet
para enviar sus escritos a los “periodicos” de Miami; siempre se trata de
personas que supuestamente reclaman libertad y derechos humanos pero que no se
atreven a criticar ciertos acontecimientos internacionales.
Concluyo citando una
afirmación del presidente de Ecuador, Rafael Correa: “es increíble que en un
país donde supuestamente no hay libertad de expresión, alguien pueda hacer
tales afirmaciones”.
Tomado del sitio digital
Capítulo
Cubano, de Vincenzo Basile
No hay comentarios:
Publicar un comentario