El influyente diario estadounidense The New York Times acaba de publicar un extenso artículo titulado “La Impresionante Contribución de Cuba en la Lucha Contra el Ébola”, donde reafirma el
protagonismo de los médicos de la isla en la lucha contra el letal virus del
Ébola.
En el artículo, firmado por el Consejo
Editorial del diario neoyorquino, resaltan la reciente reflexión publicada del
líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, donde dice que Estados Unidos y
Cuba deben poner a un lado sus diferencias, así sea temporalmente, para
combatir una amenaza global.
El The
New York Times lo reconoce: Fidel Castro “tiene toda la razón”.
Cuba,
la isla infinita le deja a sus lectores el texto íntegro publicado en inglés y
español en The New York Times.
La
Impresionante Contribución de Cuba en la Lucha Contra el Ébola
Cuba es una isla pobre y relativamente
aislada. Queda a más de 7,000 kilómetros de los países africanos donde el ébola
se está esparciendo a un ritmo alarmante. Sin embargo, debido a su compromiso
de desplazar a cientos de médicos y enfermeros al eje de la pandemia, Cuba
podría terminar jugando el papel más destacado entre las naciones que están
trabajando para refrenar la propagación del virus.
La enorme contribución de Cuba, sin duda,
forma parte de sus esfuerzos por mejorar su estatus en el escenario mundial.
Aún así, debe ser aplaudida e imitada.
El pánico que ha generado la epidemia
alrededor del mundo no ha producido una respuesta adecuada por parte de las
naciones que tienen la capacidad de contribuir. Aunque Estados Unidos y otros
países han ofrecido su disposición a contribuir dinero, únicamente Cuba y unas
pocas organizaciones no gubernamentales están proporcionando lo que se necesita
con mayor urgencia: profesionales médicos dispuestos a atender pacientes.
Los médicos en África occidental necesitan
urgentemente apoyo internacional para construir centros de aislamiento y poner
en práctica mejores mecanismos para diagnosticar pacientes, antes de que
desarrollen síntomas avanzados. Más de 400 profesionales médicos han sido
infectados y, aproximadamente, 4,450 pacientes han muerto. Dado que se han
diagnosticado unos pocos casos en Estados Unidos y Europa, las autoridades
médicas temen que el virus pronto podría volverse una crisis mundial.
Es lamentable que Washington, el principal
contribuyente financiero a la lucha contra el ébola, no tenga vínculos
diplomáticos con La Habana, dado que Cuba podría terminar desempeñando la labor
más vital. En este caso, la enemistad tiene repercusiones de vida o muerte, ya
que las dos capitales no tienen mecanismos para coordinar sus esfuerzos a alto
nivel.
Para la administración Obama, este dilema
tiene que enfatizar la idea de que los frutos de normalizar la relación con
Cuba conlleva muchos más beneficios que riesgos.
De los extranjeros que trabajan en África
occidental, los médicos cubanos van a estar entre los más expuestos y, es muy
posible, que algunos contraigan el virus. La Organización Mundial de la Salud
está coordinando la labor de los médicos, pero no está claro cómo manejaría la
atención y el traslado de aquellos que llegaran a enfermarse. Para transportar
pacientes con ébola se necesitan equipos de expertos y aviones equipados con
cabinas de aislamiento. La mayoría de compañías de seguros han dicho que no
están dispuestas a trasladar pacientes con ébola.
El Secretario de Estado John F. Kerry elogió
el viernes el “coraje de todo profesional médico que está asumiendo este
desafío”, e hizo una alusión breve a la contribución de Cuba. El Ejército
estadounidense ha desplazado aproximadamente 550 soldados para respaldar a las
autoridades médicas en los países afectados.
Sería cuestión de sentido común y compasión
que el Pentágono les ofreciera asistencia a los cubanos, en caso de que alguno
se enfermase. Por ejemplo, debería darles acceso al centro médico que construyó
en la capital de Liberia, y ayudar con la evacuación de médicos enfermos. Es
indispensable reconocer que la labor de los especialistas cubanos contribuye al
esfuerzo mundial.
Sin embargo, las autoridades
estadounidenses, insensiblemente, se han rehusado a indicar si estarían
dispuestos a brindar algún tipo de apoyo.
Miembros del sector médico en Cuba son
conscientes de los riesgos que toman al asumir misiones peligrosas. Médicos
cubanos desempeñaron el rol principal en la lucha contra el cólera en Haití,
después del terremoto de 2010. Cuando algunos regresaron enfermos a Cuba, la
isla tuvo que combatir el primer brote de la enfermedad en una década. Si el
ébola llegara a Cuba, representaría un desafío más serio para la isla y la
región, lo que elevaría el riesgo de que se dispare el número de casos en el
hemisferio.
Cuba ha enviado médicos y enfermeros a zonas
de desastre durante décadas. Luego del huracán Katrina en 2005, el Gobierno en
La Habana ofreció enviar a equipos médicos para atender heridos en Nueva
Orleans. Líderes estadounidenses rechazaron ese ofrecimiento. Pero se alegraron
al oír, en días recientes, que Cuba estuviera movilizando un grupo para
misiones en Sierra Leona, Liberia y Guinea.
Con apoyo técnico de la Organización Mundial
de la Salud, el gobierno cubano capacitó a 460 médicos y enfermeros en cuanto a
las estrictas precauciones que son necesarias para atender a los pacientes que
padecen un virus altamente contagioso.
El primer grupo, conformado por 165
profesionales, llegó a Sierra Leona en días recientes. José Luis Di Fabio, el
representante de la entidad de salud, dijo que el equipo enviado a África
incluye médicos que han trabajado anteriormente en la región, lo cual los hace
aún más valiosos. “Cuba cuenta con un personal de salud muy competente”, dijo
Di Fabio, quien es de origen uruguayo.
Di Fabio dijo que las sanciones que Estados
Unidos mantiene sobre la isla han generado dificultades para el sector médico,
ya que varios centros carecen de equipos modernos y suministros suficientes.
En una columna publicada este fin de semana
en el diario del Gobierno cubano, Granma, Fidel Castro argumenta que Estados
Unidos y Cuba deben poner a un lado sus diferencias, así sea temporalmente,
para combatir una amenaza global. Tiene toda la razón.
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