Diputado Tony Hernández Mena foto: Oriol de la Cruz/AIN |
Por
Miguel Fernández Martínez
Me costó encontrar su ficha biográfica en
los días que se anunciaba la propuesta de candidatos al parlamento cubano, pues
aún viendo su foto, no me acostumbrada a reconocer a Antonio Rolando Hernández
Mena, quien para mi era simplemente, Tony el fotógrafo.
Ya sabía que había resultado electo como
delegado del Poder Popular de una circunscripción en La Habana Vieja, donde
vive con Ligia, su esposa, en un modesto apartamento en un piso de vecindad, en
la emblemática Plaza de la Catedral habanera.
Desde ese rincón histórico, Tony inicia cada
día su permanente recorrido detrás de las imágenes, cámara en mano, y que
termina tras las computadoras de la Agencia de Información Nacional (AIN),
desde donde trabaja como cualquier cubano de a pie.
Tomador de café empedernido, fumador y
jaranero, Tony siempre tiene una sonrisa para sus amigos, una frase servicial,
y sobre todo, la disposición perpetua de defender las cosas en las que cree.
“No esperaba que mis vecinos me eligieran
como delegado de base del Poder Popular, fue algo que me sorprendió, tanto a mi
como a mi esposa, no tenía la menor idea de que la población se fijara en mi, y
aunque todos los vecinos se llevan bien conmigo, no pensé nunca que depositaran
su confianza de esta manera”, me dice, mientras conversamos sobre el futuro.
“En lo adelante cumpliré esta nueva tarea,
con el único compromiso que tengo que es con el pueblo y con la Revolución”,
agregó.
Mientras colgaba su inseparable cámara
fotográfica al hombro, me comenta que ha visitado el Palacio de Convenciones en
funciones de trabajo, pero que nunca soñó con verse sentado en una de esas
butacas, formando parte del Parlamento.
“Por mi cabeza jamás pasó que pudiera tener
tan alto mérito”, afirma con sencillez.
Las elecciones de este domingo 3 de febrero
removieron demasiadas memorias en Tony, quien no puede desprenderse de su
origen, a pesar de los nuevos retos.
Aún se le enredan las palabras a este
habanero nacido en el Hospital Salvador Allende, en la barriada del Cerro,
cuando recuerda que a los 9 años su familia decidió enviarlo a vivir a una
finca en Manacas, provincia Villa Clara.
“Como era un niño travieso y mi mamá estaba
enferma, me mandaron a vivir con mis tíos a la finca el Bagá, un espacio
campestre de una caballería de tierra propiedad de la familia”, cuenta mientras
juguetea con la cámara que le cuelga del brazo.
Rememora que este cambio se convirtió en una
fuerte experiencia, pues de su modo de vida capitalino, pasó a vivir en un
lugar donde no había servicio eléctrico, ni modernidades, ni calles de asfalto,
ni las comodidades de la ciudad.
“Allí aprendí a trabajar –dice-. Cuando
terminaba de estudiar tenía que incorporarme al trabajo, sembrar el pedazo de
tierra y aunque fiestara en la noche, me levantaban a las cuatro de la
madrugada a ordeñar las vacas”.
“Fue lo mejor que me pudo pasar. En ese
pedazo de campo cubano aprendí lo que soy hoy, y si volviera a nacer, -se le
humedecen los ojos-, quisiera que sea en ese mismo lugar”.
Tony cuenta que a los 21 años regresó a La Habana y estudió
aviación en la Base de San Julián y en San Nicolás de Bari, donde se convirtió
en piloto-instructor de planeadores,hasta que llegó el período especial a fines
de la década de 1980 y su vida dio un vuelco profesional.
“Mi padre me propuso que aprovechara el
tiempo en estudiar y me presenté a una convocatoria para estudiar periodismo, y
de paso comencé a trabajar en el laboratorio fotográfico del periódico
Trabajadores. “Yo empecé en la prensa cubana desde abajo, estudiando y
trabajando y trabajando en un cuarto oscuro”.
Ya graduado como periodista, se trasladó al
periódico El Habanero hasta que se desintegró con la creación de las nuevas
provincias de Mayabeque y Artemisa, y pasó a trabajar a la AIN.
En la AIN Tony hace de todo. Editor en el
departamento de fotografía, fotoreportero en importantes coberturas
periodísticas, pero donde más realizado se siente es cuando detrás de la
computadora, roba minutos a su tiempo para participar en las redes sociales, un
espacio que le sirve como trinchera para defender la Revolución de sus enemigos
de clase.
“Hoy la Revolución hay que defenderla en
todos los espacios, lo mismo con un fusil que en las redes digitales”, afirma.
Finalizadas las elecciones, aún Tony no cree
que por voto popular representará a sus vecinos en la Asamblea Nacional del
Poder Popular cubano, aunque está conciente que los retos serán diferentes en
lo adelante.
“Ahora me debo a mi gente, a los que
confiaron en mi, y me toca atender sus problemas, escuchar sus reclamos, porque
al final ellos son la razón de ser de esta tarea, y junto a ellos, combatir
todo lo que está mal hecho y todas las acciones negativas, porque si no ayudamos
al pueblo a resolver sus problemas, estamos perdidos”, afirma enérgico.
“La Revolución no tiene sentido si no
enfrentamos con valor y responsabilidad los verdaderos problemas del pueblo, y
eso es lo que me toca”.
Le llamo la atención que en lo adelante,
todos comenzarán a identificarlo como Tony, el diputado, a lo que responde enérgico
que esta nueva tarea no variará nada en el plano personal ni en sus relaciones
con compañeros, amigos y vecinos.
“Eso no cambiará en nada, el único cambio
será en más responsabilidad, pero al final, seguiré siendo el mismo de siempre:
Tony, el fotógrafo.
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