Hoy se cumplen 22 años de que el Comandante
en Jefe Fidel Castro, junto a un pueblo sacudido nuevamente por tener que
llorar la muerte de otro de sus hijos víctima del terrorismo, despedía el duelo
de Rolando Pérez Quintosa, un sargento de policía que a sus 24 años, se
convertía en Héroe de la
República de Cuba al ofrendar su vida frente a los enemigos
del pueblo.
Refiriéndose a los asesinos de Pérez
Quintosa, Fidel aseguraba ese día que "intentaban marchar al "paraíso
del Norte", trataron de secuestrar una
embarcación; pero ya tenían
el deliberado propósito de matar, si fuera necesario, para conseguirlo.
El 9 de enero de 1992, elementos contrarrevolucionarios
atacaron a cuatro miembros del Ministerio del Interior en la base náutica de
Tarará, para robar una embarcación para dirigirse a Estados Unidos, alentados
por la criminal ley estadounidense de Ajuste Cubano, que alienta la emigración
ilegal desde la Isla.
Pérez Quintosa, aun herido mortalmente,
denunció a los asesinos de sus compañeros, ya que en el criminal hecho
perdieron la vida los combatientes Yuri Gómez Reinoso, Rafael Guevara Borges y
el sargento de tercera Orosmán Dueñas, sorprendidos, amarrados y acribillados a
balazos impunemente por un grupo de apátridas que pretendían robar una
embarcación en esta base naútica.
"Casi está de más decir (...) que estos
señores si logran escapar, a pesar del cuádruple asesinato y de la triple violación,
habrían sido recibidos en Estados Unidos como héroes, como tantos otros; como
recibieron a los principales asesinos que mataron a miles y miles de cubanos
durante la tiranía de Batista, con todo su dinero, con toda su fortuna robada
al pueblo y con absoluta impunidad; como han recibido a lo largo de estos años
a tantos delincuentes que buscaron amparo en Estados Unidos”, subrayó Fidel en
la despedida del duelo del joven policía asesinado.
Por 37 días Pérez Quintosa luchó por salvar la
vida, con un equipo médico que no escatimó recuersos y esfuerzos por salvarlo,
pero la muerte le ganó la batalla al joven héroe.
"Nunca se dio una batalla, me atrevería
a decir, tan intensa por salvar una vida, y soy
testigo de eso. Un presidente de Estados Unidos no habría recibido jamás la
atención que recibió Rolando; por un presidente de Estados
Unidos, con todo y la enorme riqueza de ese país,
no se hubiera hecho lo que
aquí hicieron nuestros médicos y nuestros científicos por la vida de
Rolando, porque una medicina inspirada en los principios del
mercantilismo no sería capaz de hacer lo que hicieron nuestros médicos,
técnicos, enfermeros y científicos por salvar la vida de este
joven.
"....¡Cómo sufrió! Se dice fácil 37
días, pero hay que ver en qué condiciones vivió esos 37
días, cuánto tiene que haberse acordado del hijo, de la esposa, de la
hermana, de los padres, de los familiares, de los compañeros. ¿Qué pasaría
por su mente? Me pregunto a veces si
habría podido percatarse del
enorme interés que mostró nuestro pueblo por su salud y por su vida.
"...En general, cuando se viene a dar
sepultura a una persona querida, se hace una
historia de su vida. Yo me limito a decir que la historia de Rolando es la
historia de nuestra magnífica juventud, es la historia de nuestra
Revolución. Un muchacho noble, bueno, patriota, revolucionario, abnegado,
valiente, trabajador, disciplinado; pudo ser cualquiera de nuestros
estudiantes, como se ha dicho, pudo ser cualquiera de nuestros
jóvenes, pudo ser cualquiera de nuestros combatientes”, agregó el líder histórico de la Revolución cubana.
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