Uno de los orgullos de los habaneros es sin
dudas el restaurant-bar El Floridita, un emblemático establecimiento ubicado en
el centro de La Habana que ya está cumpliendo 197 años de fundado, -según el
sitio digital turístico Web Tripadvisor está entre los 27 primeros
establecimientos de su tipo del mundo-, y la revista británica Drink
International lo ubica entre los 50 mejores bares del planeta.
Se cuenta que un astuto comerciante español
abrió el 6 de julio de 1817 –otros aseguran que fue el 10 de julio-, un bodegón
al que nombró La Piña de Plata, en la céntrica esquina de Obispo y O’Reilly, en
el barrio de Montserrate, en el corazón de la Habana Vieja.
En aquel entonces, por su cercanía a una de
las entradas de la llamada Habana intramuros, el establecimiento era un paso
obligado de numerosos transeúntes, que calmaban su sed con horchatas y
degustaban algunos emparedados: “pero se extiende el uso del hielo en La Habana
y se empieza a mezclar con el aguardiente, el ron, dando paso a los cócteles”.
Cuenta el colega Juan Diego Nusa en un
trabajo publicado en Granma Internacional, que muy rápido el lugar cobró éxito y
se convirtió en sitio popular y de obligada visita, por lo que el dueño de La
Piña de Plata se amplía a un local aledaño, adicionando una larga barra de
caoba, -que se calcula tenga más de 115 años-, hasta llegar a su actual entrada
principal por la calle Montserrate esquina a Obispo.
El lugar fue renombrado como La Florida y
paulatinamente su clientela comenzó a identificarlo como Floridita, un sitio
que conserva su decoración estilo Regency desde los años 50, que sobresale por
su frágil elegancia y a la vez extrema robustez, con mucha sobriedad en la
ornamentación y un excepcional trabajo de marquetería y gusto.
El cantinero
Constante, padre del Daiquirí
En 1914 llega a La Habana en busca de
fortuna el español de origen catalán Constantino
Ribalaigua y Vert (1888-1952).
Como muchos de sus compatriotas, Constantino se queda en Cuba, cautivado por la
dulzura del Caribe. Y en su caso hizo historia. Cuatro años más tarde pasa a
ser el dueño del Floridita, en donde había entrado como barman.
Constantino Ribalaigua "Constante", en la barra de El Floridita |
El catalán es espabilado y sabe que se ha de
diferenciar de los demás. Conoce los secretos de la barra y encuentra
rápidamente la solución. Por esos años el genio de su arte lo hace llevar el
sabroso daiquiri, que ya era muy popular por la región oriental, a la batidora.
Trae de Estados Unidos la primera máquina de
picar hielo que habrá en Cuba y pondrá el acento en su creación: el Daiquiri
Floridita. Él combina como nadie los sabores.
Coge una onza y media de ron, una
cucharadita de azúcar, el zumo de medio limón verde
cubano y cinco gotas de
marrasquino y lo sirve en una copa de boca ancha previamente helada y con hielo
frappé. ¡Y se produce el milagro! Nace el Daiquiri Floridita, un genuino
símbolo cubano desde entonces.
Pronto el lugar es conocido como “La
Catedral del Daiquiri” y Constantino Ribalaigua, el barman Constante, como lo
llaman los cubanos, como el rey de los cocteleros, por haber extendido por el
mundo está refrescante bebida.
Ernest
Hemingway y El Floridita
Ernest Hemingway acrecentó la bien ganada
fama de El Floridita con una frase que atrajo
a turistas de todo el planeta:
"Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en La Floridita".
En la década de los años 30 del siglo XX,
Ernest Hemingway se instaló en el Hotel Ambos Mundos, a pocas cuadras del
Floridita, bar en el que acostumbraba beber daiquirí casi todos los días y,
especialmente, la variante Papa Doble, creada en su nombre y llamada así debido
a que en Cuba se conocía afectuosamente al escritor como "Papa".
Cuando se mudó a Finca Vigía, en las afueras
de La Habana, habitualmente viajaba hasta la capital para beber su daiquirí
favorito, en el que él llamaba "el mejor bar del mundo".
El famoso escritor estadounidense terminó
por convertirse en el principal atractivo turístico para visitantes que llegan
de todo el mundo a conocer el Floridita, al punto en que una estatua de un
Hemingway acodado en el extremo de la barra es la gran atracción del bar.
Hemingway no podía evitar mencionar en su
obra a Floridita: "Islands in the stream" ofrece una detallada
descripción del bar donde pasó largas horas de su vida.
Además de Hemingway, por las mesas y la
barra del Floridita pasaron Gary Cooper, Tennessee Williams, Marlene Dietrich,
Jean-Paul Sartre, Giorgio Armani, Ornella Muti, Imanol Arias, Jean-Michel
Jarre, Matt Dillon, Paco Rabanne, Ted Turner y Jane Fonda, Pierce Brosnan,
Naomi Campbell, Compay Segundo, Ana Belén y Víctor Manuel, Graham Greene, los
Duques de Windsor, Gene Tunney, Luis Miguel Dominguín, Ava Gardner, Spencer Tracy,
Rocky Marciano, Joaquín Sabina, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Javier
Sotomayor, Kate Moss, Fito Páez, Danny Glover, Jack Nicholson, entre otras
personalidades mundiales.
Reconocimientos
internacional a la casa del Daiquirí cubano
En 1953, la Revista Esquire lo reconoció
como uno de los siete bares más famosos del mundo.
En 1992 recibió el premio "Best of the
Best Five Star Diamond" de la Academia Norteamericana de Ciencias
Gastronómicas.
En Inglaterra se encuentra el bar Floridita
London, en España el Floridita Madrid, y en California, Estados Unidos, El
Floridita Restaurante, que emulan el ambiente cubano de su homónimo habanero,
con su "perfecta mezcla de glamour y decadencia de una era pasada".
El Floridita Dublin, en Irlanda, también homenajeó la famosa esquina de Obispo
y Monserrate, pero finalmente cerró sus puertas.
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