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sábado, 12 de julio de 2014

El Floridita: 197 años de uno de los mejores bares del mundo en el corazón de La Habana



   Uno de los orgullos de los habaneros es sin dudas el restaurant-bar El Floridita, un emblemático establecimiento ubicado en el centro de La Habana que ya está cumpliendo 197 años de fundado, -según el sitio digital turístico Web Tripadvisor está entre los 27 primeros establecimientos de su tipo del mundo-, y la revista británica Drink International lo ubica entre los 50 mejores bares del planeta.
   Se cuenta que un astuto comerciante español abrió el 6 de julio de 1817 –otros aseguran que fue el 10 de julio-, un bodegón al que nombró La Piña de Plata, en la céntrica esquina de Obispo y O’Reilly, en el barrio de Montserrate, en el corazón de la Habana Vieja.
   En aquel entonces, por su cercanía a una de las entradas de la llamada Habana intramuros, el establecimiento era un paso obligado de numerosos transeúntes, que calmaban su sed con horchatas y degustaban algunos emparedados: “pero se extiende el uso del hielo en La Habana y se empieza a mezclar con el aguardiente, el ron, dando paso a los cócteles”.
   Cuenta el colega Juan Diego Nusa en un trabajo publicado en Granma Internacional, que muy rápido el lugar cobró éxito y se convirtió en sitio popular y de obligada visita, por lo que el dueño de La Piña de Plata se amplía a un local aledaño, adicionando una larga barra de caoba, -que se calcula tenga más de 115 años-, hasta llegar a su actual entrada principal por la calle Montserrate esquina a Obispo.
   El lugar fue renombrado como La Florida y paulatinamente su clientela comenzó a identificarlo como Floridita, un sitio que conserva su decoración estilo Regency desde los años 50, que sobresale por su frágil elegancia y a la vez extrema robustez, con mucha sobriedad en la ornamentación y un excepcional trabajo de marquetería y gusto.

El cantinero Constante, padre del Daiquirí
   En 1914 llega a La Habana en busca de fortuna el español de origen catalán Constantino
Constantino Ribalaigua "Constante", en la barra de El Floridita
Ribalaigua y Vert (1888-1952). Como muchos de sus compatriotas, Constantino se queda en Cuba, cautivado por la dulzura del Caribe. Y en su caso hizo historia. Cuatro años más tarde pasa a ser el dueño del Floridita, en donde había entrado como barman.
   El catalán es espabilado y sabe que se ha de diferenciar de los demás. Conoce los secretos de la barra y encuentra rápidamente la solución. Por esos años el genio de su arte lo hace llevar el sabroso daiquiri, que ya era muy popular por la región oriental, a la batidora.
   Trae de Estados Unidos la primera máquina de picar hielo que habrá en Cuba y pondrá el acento en su creación: el Daiquiri Floridita. Él combina como nadie los sabores.
   Coge una onza y media de ron, una cucharadita de azúcar, el zumo de medio limón verde
cubano y cinco gotas de marrasquino y lo sirve en una copa de boca ancha previamente helada y con hielo frappé. ¡Y se produce el milagro! Nace el Daiquiri Floridita, un genuino símbolo cubano desde entonces.
   Pronto el lugar es conocido como “La Catedral del Daiquiri” y Constantino Ribalaigua, el barman Constante, como lo llaman los cubanos, como el rey de los cocteleros, por haber extendido por el mundo está refrescante bebida.

Ernest Hemingway y El Floridita
   Ernest Hemingway acrecentó la bien ganada fama de El Floridita con una frase que atrajo
a turistas de todo el planeta: "Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en La Floridita".
   En la década de los años 30 del siglo XX, Ernest Hemingway se instaló en el Hotel Ambos Mundos, a pocas cuadras del Floridita, bar en el que acostumbraba beber daiquirí casi todos los días y, especialmente, la variante Papa Doble, creada en su nombre y llamada así debido a que en Cuba se conocía afectuosamente al escritor como "Papa".
   Cuando se mudó a Finca Vigía, en las afueras de La Habana, habitualmente viajaba hasta la capital para beber su daiquirí favorito, en el que él llamaba "el mejor bar del mundo".
   El famoso escritor estadounidense terminó por convertirse en el principal atractivo turístico para visitantes que llegan de todo el mundo a conocer el Floridita, al punto en que una estatua de un Hemingway acodado en el extremo de la barra es la gran atracción del bar.
    Hemingway no podía evitar mencionar en su obra a Floridita: "Islands in the stream" ofrece una detallada descripción del bar donde pasó largas horas de su vida.
   Además de Hemingway, por las mesas y la barra del Floridita pasaron Gary Cooper, Tennessee Williams, Marlene Dietrich, Jean-Paul Sartre, Giorgio Armani, Ornella Muti, Imanol Arias, Jean-Michel Jarre, Matt Dillon, Paco Rabanne, Ted Turner y Jane Fonda, Pierce Brosnan, Naomi Campbell, Compay Segundo, Ana Belén y Víctor Manuel, Graham Greene, los Duques de Windsor, Gene Tunney, Luis Miguel Dominguín, Ava Gardner, Spencer Tracy, Rocky Marciano, Joaquín Sabina, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Javier Sotomayor, Kate Moss, Fito Páez, Danny Glover, Jack Nicholson, entre otras personalidades mundiales.

Reconocimientos internacional a la casa del Daiquirí cubano
   En 1953, la Revista Esquire lo reconoció como uno de los siete bares más famosos del mundo.
   En 1992 recibió el premio "Best of the Best Five Star Diamond" de la Academia Norteamericana de Ciencias Gastronómicas.
   En Inglaterra se encuentra el bar Floridita London, en España el Floridita Madrid, y en California, Estados Unidos, El Floridita Restaurante, que emulan el ambiente cubano de su homónimo habanero, con su "perfecta mezcla de glamour y decadencia de una era pasada". El Floridita Dublin, en Irlanda, también homenajeó la famosa esquina de Obispo y Monserrate, pero finalmente cerró sus puertas. 

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