Por
Onelia Chaveco (Agencia Cubana de Noticias)
Los personajes literarios creados por Samuel
Feijoo, ya fueran mitos o de ficción,
aún andan por ahí desandando la geografía cubana, y debieron reunirse este 31
de marzo para celebrar el centenario de la llegada a este mundo de un escritor
raro e irreverente, como le calificaban quienes mejor le conocieron.
Nacidos casi todos de las profundidades del
campo cubano, Feijoo escarbó bien la
tierra, se sumergió en pozas y ríos para extraer de allí y mostrarnos con todo
el brillo de la piel negra y mojada al güije, mito mayor de Cuba.
Cuántos años o siglos tiene un güije, cuáles
códigos le inmortalizaron, qué vericuetos de la sociología lo arraigó en el
entramado social: solo Samuel lo conocía,
Sin embargo, el investigador del folclore
cubano quitó las cáscaras eruditas y devolvió a niños y ancianos, a estudiosos
y menos estudiados, un Güije simple, asequible para que pudiera entenderse
aquella mitológica existencia.
Fue así que resumió al legendario personaje
como ese duendecillo negro, de cabellos rizados y dientes largos, con
temperamento juguetón y enamorado, que suele aparecer desnudo por esos ríos y
arroyos.
Por ahí anda aún a la espera de que otros
investigadores continúen la obra feijosiana en la protección de ese patrimonio
inmaterial, el cual guarda mejor el alma del pueblo campesino que siempre ha
tenido Cuba.