Por
Onelia Chaveco (Agencia Cubana de Noticias)
Los personajes literarios creados por Samuel
Feijoo, ya fueran mitos o de ficción,
aún andan por ahí desandando la geografía cubana, y debieron reunirse este 31
de marzo para celebrar el centenario de la llegada a este mundo de un escritor
raro e irreverente, como le calificaban quienes mejor le conocieron.
Nacidos casi todos de las profundidades del
campo cubano, Feijoo escarbó bien la
tierra, se sumergió en pozas y ríos para extraer de allí y mostrarnos con todo
el brillo de la piel negra y mojada al güije, mito mayor de Cuba.
Cuántos años o siglos tiene un güije, cuáles
códigos le inmortalizaron, qué vericuetos de la sociología lo arraigó en el
entramado social: solo Samuel lo conocía,
Sin embargo, el investigador del folclore
cubano quitó las cáscaras eruditas y devolvió a niños y ancianos, a estudiosos
y menos estudiados, un Güije simple, asequible para que pudiera entenderse
aquella mitológica existencia.
Fue así que resumió al legendario personaje
como ese duendecillo negro, de cabellos rizados y dientes largos, con
temperamento juguetón y enamorado, que suele aparecer desnudo por esos ríos y
arroyos.
Por ahí anda aún a la espera de que otros
investigadores continúen la obra feijosiana en la protección de ese patrimonio
inmaterial, el cual guarda mejor el alma del pueblo campesino que siempre ha
tenido Cuba.
Y si vamos a la otra dimensión de sus
personajes, los de ficción, también sacados de la cotidianidad, ahí existen
muchos de ellos, testigos de las miserias y las hambres del guajiro en una
nación expoliada como fue Cuba hasta 1959
Algunos
recordarán las aventuras de Juan Quinquín en Pueblo Mocho, una obra llevada al
cine y que mostraba la explotación del hombre y la mujer de las zonas rurales.
El personaje femenino de Teresa Canelo, la
novia de Juan Quinquín, vive en el lugar donde
Samuel la conoció de chica, mientras él pasaba aquellas largas
temporadas con la familia de Manolo Canelo, en la Josefa.
Su hermana Ena, recuerda los juguetes que
Feijoo cargaba desde el pueblo para los niños pobres de esa comarca. Sobre
aquella infante pobre y hermosa de cabellos casi blancos escribió también
Samuel en su Diario abierto.
Ni que decir de la obra plástica poblada de
los seres más raros que su imaginación pudiera recrear, pero además no faltaba
su afán por enseñar los rudimentos a la
gente de pueblo,
No puede hablarse de este hombre sin
mencionar la labor de editor, sobre todo en las revistas Signos e Isla.
Enrique Román, periodista, quien compartió
varias veces con Feijoo, escribió que
“era el etnólogo sin título y por vocación que recuperaba, sin mucho método,
una miríada de información y datos sobre las costumbres y la poesía espontánea
del campesinado del centro de la isla”.
Nacido el 31 de marzo de 1914 en San Juan de
los Yeras, antigua provincia de Las
Villas vivió gran parte de su fecunda
vida en el territorio de Cienfuegos, donde se recuerda en su centenario al
escritor, pintor, periodista, y en síntesis al ser humano que aportó una obra
única y de trascendencia.
Tomado de
la Agencia Cubana de Noticias (AIN)
No hay comentarios:
Publicar un comentario