Por Edmundo García*
Hace solo unos
días, en el programa “TN 3”
que el Canal 41 América Tevé transmite en Miami a las nueve de la noche,
ocurrió una de las cosas más bochornosas que yo recuerde en esta ciudad, donde
no son pocas las cosas bochornosas que pasan.
Me refiero a una
injuria situada por encima de la media de esas barbaridades que se repiten
aquí.
Lo vi con mis
propios ojos en el citado programa, o programucho, porque el de Alexis Valdés
en el mismo horario por el canal de la competencia le gana y prácticamente los
deja en cero cada día.
Yo estaba
convaleciente, debió ser el programa del pasado viernes 30 de noviembre. No
había empezado a trabajar en la radio pero prometí por otros medios que
comentaría sobre esta falta de respeto en cuando pudiera; cosa que hice en la
emisión de La Tarde
se Mueve del martes 4 de diciembre (http://lanochesemueve.us/la_noche_se_mueve_005.htm
o http://rprogreso.com/index2.html), o sea, al segundo día de mi
reincorporación el espacio radial. Y como pueden ver, en este, mi primer
artículo después de varias semanas.
Para que tengan una
información mínima, les cuento que dicho “TN 3” se vende como un espacio de entretenimiento
conducido por Carlos Otero, Omar Moinello y Nadia Rowinsky, una actriz uruguaya
que llegó hace poco más de un par de años a Miami a tratar de sobrevivir la
crisis económica, como ella misma contó en una entrevista al presentador Jaime
Bayly (http://www.youtube.com/watch?v=pozdcrAyu_s).
“TN 3” tiene un segmento que llaman
“La aduana de Cuba” donde tratan de reproducir, creen ellos que chistosamente,
las cosas que desde su punto de vista sucederían en una aduana cubana.
Precisamente ellos
que no han regresado a Cuba a constatar cómo trabajan hoy sus instituciones.
“TN 3”
presenta de forma simplista y general a los funcionarios aduanales como unos
vividores fácilmente corruptibles, capaces de dejar pasar cualquier tipo de
objeto con tal de que se les pague una suma de dólares o se les haga un regalo.
Esto falta a la
verdad. Un funcionario corrupto lo hay en cualquier lugar, pero eso no
significa que sea corrupto el sistema.
En Cuba hay una
gran lucha contra la corrupción, esa es la verdad y ustedes lo saben. Gusten o
no gusten las reglas que se aplican, hay que reconocer que la lucha contra la
corrupción es seria, y eso lo pueden atestiguar quienes sí viajan a su país de
origen. ¿Pero qué pasó de escandalosamente ofensivo en
esa aduana de “TN 3”?
Hasta determinado momento las calumnias representadas podían
tomarse como algo propio de Miami.
No es que fuera
bonito, no es que fuera respetuoso, ni serio; pero se manejaba en los límites
de lo típico miamense, en los estándares de la calumnia derechista. Cosas que
rutinariamente se hacen en Miami para complacer a esa minoría cansona y
vencida, devota del “ninoskismo perezrourismo” en extinción: que si en Cuba se
estafan a los turistas cubanoamericanos que van de visita, que si se les
miente, que si una cosa vale tanto pero tienen que pagar más cuanto, que si les
roban.
Todo como parte de
un show muy mal escrito y muy mal actuado; además mentiroso y mal intencionado.
Resulta que en
medio de esta insana rutina aparece la joven actriz Ali Sánchez interpretando a
una turista cubanoamericana que intenta pasar por los controles de la aduana
una fruta papaya.
Entonces dos
funcionarios (uno de ellos interpretado por el actor José Coll) le dicen a la
turista que bueno, que no puede entrar con una papaya, jugando con la alusión
sexual, con el doble sentido de la palabra; un recurso bastante burdo,
demasiado evidente.
El sketch parecía
condenado a terminar puesto que no había logrado ni siquiera un momento de buen
humor, pero sucede entonces que la supuesta turista cubanoamericana quiere
explicar que la papaya a la que ella se refiere no es más que eso que se conoce
como “fruta bomba”, logrando que se provoque una gran alarma tras la
pronunciación marcada de la palabra “bomba”.
Es precisamente ahí
cuando el personaje “Magali”, otra supuesta funcionaria de la aduana,
caracterizada por la joven actriz Zajaris Fernández, se tira al piso como para
protegerse de la “bomba” anunciada y viene entonces el agravio, la ofensa: la
frase que dice al agacharse es la más dolorosa y bochornosa de cuantas podrían
haberse usado; una frase que hiere más allá de ideologías y filosofías.
Esa actriz se vio
obligada a aceptar, o decidió, o le vendieron la cretinada de gritar cuando se
tira al piso, como si fuera un chiste: “¡Pégate al agua Felo, pégate al agua!”.
Esto es algo que
probablemente manchará su imagen profesional mientras viva.
Muchos cubanos
sabemos qué significa esa frase: son las últimas palabras que le dice el
copiloto al piloto Wilfredo Pérez cuando el 6 de octubre de 1976 el terrorista
Luis Posada Carriles (quien vive a sus anchas en Miami) junto a Orlando Bosch,
a través de Freddy Lugo y Hernán Ricardo, hacen estallar en el aire aquel avión
de Cubana de Aviación frente a las costas de Barbados.
Cuando el avión
cae, como última posibilidad, el copiloto piensa que se puede amortizar un poco
el golpe y apagar las llamas si el equipo acuatiza, si se pega al agua; pero el
fuselaje se partió en pedazos y no hubo sobrevivientes: 73 vidas inocentes se
perdieron en esa barbarie, incluyendo 13 deportistas del equipo juvenil de
esgrima a las que el terrorista Orlando Bosch se refería como “esas negritas
que iban a llevarle medallas a Fidel”.
La frase de
“¡Pégate al agua Felo, pégate al agua!” es el último momento que queda
registrado de esas vidas y así permanece en la memoria emotiva de muchos
cubanos y no cubanos, piensen como piensen.
Utilizarla como
broma en un programa tan mediocre como el “TN 3” del Canal 41 de Miami, es una
falta contra la sensibilidad humana. Repito que no hablo ni de política, ni de
ideología; hablo de compasión, de humanismo, de sentido común, de dignidad personal
y profesional.
A quien le interese
los detalles puede ver el sketch en este link, desde el tiempo 5.56:
http://www.youtube.com/watch?v=-n1ceZCsBkM
Les decía que no sé
si la actriz conocía exactamente lo que estaba diciendo. En entrevista dada a
El Nuevo Herald el viernes 1 de mayo de 2009, Zajaris Fernández dice que llegó
a Miami el 16 de abril de ese 2009, teniendo 24 años. Se graduó en el 2003 en la Escuela Nacional
de Arte (ENA); gratuitamente, como tantos otros actores de la televisión de
Miami.
A lo mejor ignora
esa parte de la historia, o tal vez la sabe pero obedece por esas casi cuatro
pesetas que es lo que paga el dueño Omar Romay en un canal como ese. En sus
declaraciones para El Herald, vaya casualidad, obtenidas por el malogrado ex
periodista Wilfredo Cancio Isla, Zajaris dice que vino a Miami dispuesta a
hacer cualquier cosa para vivir, algo que nos acaba de demostrar
(http://www.elnuevoherald.com/2009/04/30/439424/conocida-actriz-cubana-llega-a.html).
Pero la maquinación
de la ofensa pudo venir de algunos camajanes de la dirección o la producción de
“TN 3”, es
difícil saberlo porque este es un programa que curiosamente no suele ofrecer
créditos.
Sin embargo anoche
las cámaras de “TN3” mostraron a un cumpleañero llamado Claudio Paz que
identificaron como productor ejecutivo. Paz también es documentado como parte
del equipo de producción cuando el programa de Carlos Otero en el Canal 41 se
llamaba “Pellízcame que estoy soñando” (ahí había otro sketch dedicado a “La Aduana”, pero a la de
Miami, eso era por el 2010).
Junto a Claudio
Paz, en el equipo de producción de “Pellízcame” estaban también Eduardo Cáceres
Manso (Cachito), Naday Balbuena, Damián Romay y Eloy Ganuza. No sé cuántos de
ellos permanecen en “TN 3”
ni sé tampoco si la infame iniciativa de usar la frase a que me he referido
vino de alguno de ellos.
Lo que sí sé es que
ninguna de estas guataquerías a la extrema derecha vale la pena porque ellos
nunca perdonan a los que crecieron en la Cuba revolucionaria; no quieren a nuestras
generaciones por mucho que algunos renieguen de lo que fueron.
Esto debe constarle
sobre todo a Eloy Ganuza, productor del Canal 41, a quien los mismos
extremistas de la derecha cubanoamericana le instrumentaron una campaña muy
desagradable.
Convénzanse de una
vez: nada de lo que hagan va a saciar el clasismo y el racismo de la resentida
derecha de Miami. Porque en resumen, ¿para qué se hacen esos pagos como la
burla a los mártires del avión de Cubana? ¿Acaso para aplacar el miedo a
terroristas como Luis Posada Carriles, Pedro Remón o Gaspar Jiménez Escobedo?
¿Para lograr que Gus Machado, Diego Suárez o los Díaz-Oliver se anuncien en el
canal o le hagan propaganda? ¿Para que la Congresista Ileana
Ros-Lehtinen asista al programa de Oscar Haza o regale “primicias” al de Pedro
Sevcec?
Es muy poco, para
ellos siempre será muy poco y nunca dejarán de exigirles bajezas, simplemente
porque se sienten menos culpables y vencidos viéndolos frustrados como artistas
y amaestrados como mascotas.
*Edmundo García, periodista cubano residente en Miami,
conductor del programa radial La tarde se mueve, que transmite de lunes a
viernes, a las 5 pm por la emisora radial 1450 AM de Miami
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