Por Miguel Fernández
Martínez.
La contienda electoral de 2012 en Estados
Unidos se perfila como la más cara de todos los tiempos, cuando están en juego
11 gobernaciones, los 435 asientos de la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y
la poltrona presidencial.
Estimados conservadores anuncian que la carrera
por el poder costará este año alrededor de seis mil millones de dólares, un
millardo más que en las votaciones de 2008, donde resultó electo presidente el
demócrata Barack Obama.
A pesar de la crisis económica que asola a
los norteamericanos en los últimos años, el costo de las campañas electorales sigue
elevándose. Solo hay que comparar la cifra que gastarán demócratas y
republicanos en esta disputa, con los sufragios intermedios de 2006, a un costo de 2,85
mil millones; los de 2002, donde se gastó 2,18 mil millones, y los 1998 que
lanzó por la borda 1,61 mil millones de dólares.
Aún cuando en los pasillos del Congreso estadounidense
se habla de recortes y de políticas de austeridad, el capital que se invertirá
en la campaña general de 2012, equivaldría al Producto Interno Bruto (PIB) de
un país como Nicaragua.
Los gastos estarían dirigidos principalmente
a la publicidad, de acuerdo al análisis
de expertos, que suponen acumulará miles de millones de dólares en las arcas de
cadenas de televisión como CBS, Fox News, ABC, NBC y CNN, las que resultarán
las más beneficiadas.
Según Sheila Krumholz, directora del Centro
de Política Responsable (CRP según sus siglas en inglés), los estimados de
gastos en las venideras elecciones se calculan a partir de la decisión de la Corte Suprema , que
provocó un terremoto en el financiamiento de las campañas.
El máximo órgano de justicia estadounidense,
apuntando a la
Primera Enmienda de la Constitución que
prohíbe al gobierno fijar límites a empresas y sindicatos en sus gastos
independientes para fines políticos, falló contra la Comisión Federal
Electoral (FEC) que buscaba establecer términos de recaudación.
La querella judicial fue interpuesta por la
organización Ciudadanos Unidos (CU), quienes se opusieron a los reclamos de la FEC , ante la existencia de
grupos que “gastan con impunidad, en ocasiones sin revelar públicamente de
dónde reciben el dinero", destacó Krumholz.
El veredicto de la Corte Suprema de
Justicia se produjo después que la FEC trató de prohibir la
divulgación de un documental contra la candidata demócrata Hillary Clinton,
durante los comicios de 2008.
Según las legislaciones vigentes en Estados
Unidos, las contribuciones personales a candidatos no pueden sobrepasar los
cinco mil dólares en el período electoral de 2012, estableciendo límites de dos
mil 500 dólares en votaciones primarias, y la misma cantidad en elecciones
generales.
Se permite adicionalmente, hacer
aportaciones de hasta 15 mil dólares a las agrupaciones políticas nacionales y
además, contribuir con cinco mil dólares a los Comités de Acción Política
(PAC), grupos que recaudan dinero en apoyo a candidatos, pero que tienen que
reportar sus finanzas a la
Comisión Federal Electoral.
Después del veredicto adoptado por la Corte Suprema de
Justicia, se abrió paso una nueva figura política que se conoce como los Súper
PAC, manipulados a través de corporaciones o sindicatos, para encauzar
donaciones monetarias ilimitadas, destinadas a respaldar a candidatos
individuales.
La directora del CRP, refiriéndose a estas
estructuras políticas, declaró que muchas organizaciones usan estas
prerrogativas para exceder lo que pueden contribuir individualmente. “Es una
manera de acumular poder y tener más influencia", apuntó Krumholz.
Un ejemplo ilustrativo del poder económico
de estos Súper PAC lo ofreció en 2010 American Crossroads, el mayor de Estados
Unidos, fundado por Karl Rove, el "arquitecto" de la campaña
presidencial de George W. Bush, quien gastó 21 millones de dólares para
defender a candidatos conservadores en las elecciones legislativas.
La única limitación impuesta a estas
agrupaciones es que no pueden tener una coordinación directa con los comités de
los candidatos, aunque sí pueden gastar en mensajes políticos negativos contra
sus oponentes.
Estas “libertades” publicitarias generan un
espectáculo que convierte a las campañas políticas en el show predilecto de la
televisión, donde ya es habitual ver
“despedazarse” públicamente a los oponentes de cada partido, incluso de
correligionarios en tiempos de primarias.
El presidente Barack Obama, quien optará por
la reelección, ya tiene en sus arcas más de mil millones de dólares de
contribuciones, superando la cifra de 760 millones conseguidos en las
elecciones de 2008, donde enfrentó al candidato republicano John McCain.
Sólo en el último trimestre de 2011, el
candidato demócrata participó en más de 15 actos de recaudación de fondos,
estrategia financiera que se intensificará en la recta final de la contienda.
En 2008, según cálculos de los periódicos
norteamericanos The Washington Post y Time, Obama gastó en su carrera
presidencial 10,7 dólares por cada uno de los más de 69 millones de votos que
alcanzó en las urnas.
Este año, no quedan dudas que tendrá que
invertir más por cada muestra de apoyo, en momentos en que su popularidad está
por debajo del 50 por ciento.
Los republicanos, por su parte, no se quedan
atrás en conseguir dinero. Mitt Romney, el candidato que más posibilidades
tiene para obtener la nominación del partido rojo, en sus primeras 23 citas
electorales de las primarias, se ha gastado 55 millones de dólares.
Tomando en cuenta que poco más de tres millones
de personas han tomado partido por el exgobernador de Massachusetts, significa
que cada voto le ha costado cerca de 17 dólares percápita.
Ron Paul, que marcha en la cola de los
aspirantes republicanos, ha gastado 29 millones de dólares y con menos de un
millón de votos a su favor, invierte a razón de 31 dólares por cada
simpatizante que le apoya.
Rick Santorum, exsenador de Pennsylvania y
considerado por muchos como el más conservador entre los aspirantes
republicanos, ha gastado cerca de 15 dólares por cada elector, mientras que
Newt Gingrich, expresidente de la
Cámara de Representantes, invierte nueve dólares por cada
persona que aspira verlo llegar a la presidencia.
En esta carrera electoral de 2012, los
“elefantes” republicanos, a pesar del dinero recaudado, llegarán a noviembre
debilitados por unas primarias agotadoras, que están sacando a flote las peores
“virtudes” de sus aspirantes, además de no conseguir hilvanar un discurso
coherente con el interés de las mayorías.
Los demócratas, que optarán por un segundo
mandato con Obama al frente, no tienen más opciones que ganarle a los
republicanos con argumentos diferentes a los utilizados en 2008, pues buena
parte de los electores estratégicos que le dieron la victoria, no volverán a
votar en la misma proporción, a pesar de la fuerza del dinero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario