Por Edmundo
García* - www.latardesemeve.com
El martes 5 de noviembre se realizaron en el
condado Miami Dade unas elecciones en las que participó el 7% de los votantes;
según precisó hoy jueves el Alcalde Tomás Regalado en una entrevista para
CNÑ-Latino.
Más bien el martes fue el día señalado para
acudir a las urnas, porque en realidad se está votando desde hace rato a través
de los discutidos procedimientos de boletas ausentes y votos anticipados, para
los que hubo 14 días.
Por el uso fraudulento de las boletas
ausentes hay políticos de Miami encarcelados y otros en investigación. Y muchos
más bajo cuestionamiento moral de la comunidad, porque ese tipo de fraude se
basa en la manipulación de ancianos y personas con impedimentos físicos que no
pueden trasladarse hasta los precintos electorales.
Una votación organizada de esta manera la
decide la maquinaria. ¿Qué es la maquinaria? Pues un grupo de personas que
desde unos meses antes de las elecciones se dedica a dejar mensajes en los
teléfonos a favor del político que les paga; que ubica propaganda electoral en
los correos de las familias o la entregan de puerta en puerta.
Hay empleados electorales que van a los
comedores de personas de bajos recursos a recordarles que tienen alimentos
gracias al político de turno que se intenta elegir.
En Miami se sabe que en las semanas previas
a las elecciones la comida en esos lugares mejora, que se organizan excursiones
y bailes con presencia de los candidatos. Y que cuando llega el momento preciso
disponen de una flota de autos y guaguas para trasladar personas a los
precintos electorales.
El día de elecciones en Estados Unidos,
sobre todo de esas llamadas “especiales”, se aleja cada vez más de aquella
democracia de la que hablaban los fundadores de este país, y describía José
Martí en sus crónicas neoyorquinas.
Una de las cosas que no se han dicho es que
además de esta elección del martes 5 de noviembre, en el año 2013 se han
celebrado otras 17 elecciones “especiales” en Miami.
La votación anticipada, dominada por los
grandes intereses y la maquinaria política, se ha convertido en determinante.
Cuando a las 7 de la noche del martes se cerraron los precintos electorales y
comenzó el conteo, a los pocos minutos la comisión electoral del gobierno de
Miami Dade lanzó los primeros números parciales y solo en un caso, en el de la
elección del alcalde de Homestead (y un poco en el de Miami Beach donde se
reclama una segunda vuelta), hubo un cambio respecto a esa arrancada. Horas
después los resultados finales coincidían con lo que parece haber resuelto el
voto anticipado y ausente.
De lo que prácticamente no se ha hablado en
la prensa es que el verdadero protagonista de las recientes elecciones en Miami
fue el abstencionismo. Alrededor del 93 % del electorado miamense no participó.
Y se inventaban justificaciones como que el día estaba lluvioso o que se había
cambiado el horario y en Miami a las personas no les gusta salir de noche.
El alcalde reelecto de Hialeah Carlos
Hernández habló en la mañana del miércoles en Radio Mambí, donde estaban sus
protectores Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, de su “aplastante”
victoria con un 81.21% de los votos. Lo que no dijo Hernández, alcalde de una
ciudad de 231,941 habitantes según datos
oficiales del 2012, es que ese 81.21% significa solo 14,823 votos, de un
pequeño total de 18,253 votos emitidos.
Sin contar que Carlos Hernández no se
refiere a la “democracia cualitativa”, a la calidad política de la elección; un
proceso que en Hialeah estuvo lleno de comportamientos indebidos y ofensas
entre los candidatos. Hasta el punto de que el propio Hernández ha anunciado
que en lugar del clásico estrechón de manos entre competidores, va a demandar a
su contendiente Julio J. Martínez por la cosas que le dijo durante la campaña.
Quisiera aclararles a los lectores que la
“transparencia” estadística de estas elecciones se encuentra afectada por la
dispersión de datos en un documento oficial de más de 300 páginas; indexadas en
999 precintos. No obstante, se aprecia en octubre de 2013 un cómputo de
1,279,203 electores registrados en el condado.
Además de los números hay otros indicadores
de la baja participación electoral en Miami. La propia Ninoska Lucrecia Pérez
Castellón, que defiende el golpe de estado de Batista, el de Pinochet y el de
Roberto Micheletti, pero que cree que las elecciones miamenses son un modelo,
tuvo que reconocer en la tarde del martes que cuando fue a votar le dijeron que
además de ella ese día solo habían votado otras 6 personas.
Pero no crean que en Miami el abstencionismo
se considere un problema. Todo lo contrario: aunque todo el mundo aparezca en
los medios invitando a votar, para los políticos es una bendición la abstención
porque la baja participación facilita los resultados. Por eso lo primero que se hace es sacar las elecciones
de alcaldes y comisionados locales de
los términos presidenciales y de los medios términos, donde acuden más
personas. El cálculo es exacto: mientras menos voten con más facilidad se
impone la maquinaria; no hay forma de contrarrestarla.
Los llamados servidores públicos, que de lo
primero que deberían encargarse es de mejorar los mecanismos de participación
democrática, lo que realmente buscan es perpetuar un sistema que mantiene esa
participación al mínimo. Un sistema que por supuesto incluye el empleo de una
prensa sumisa que también colabora a favor del grupo dominante, que es el que
posee el dinero.
El dinero es tan determinante que el
candidato Alex Domínguez, que perdió el martes en la disputa por un puesto en la Comisión de Miami ante
Frank Carollo, le confesó a la periodista Melissa Sánchez para un artículo en
El Nuevo Herald que: “Es evidente que si uno no acepta dinero de los cabilderos
se verá afectado en las elecciones”.
Porque de eso se trata todo, de la cantidad
de recaudaciones que es capaz de hacer un político para poner en marcha la
maquinaria. No importan mucho sus cualidades cívicas ni su competencia
profesional, porque esa lucha a brazo partido por un puesto con un salario de
600 dólares sólo se explica por la cantidad de contratos y negocios que el
poder político le permite acometer después.
Yo pregunto a los disidentes turistas que
andan por Miami: ¿Es esta democracia la que quieren imponer en Cuba? ¿Es esta
corruptela electoral lo que le van a proponer a los cubanos? O van a ser
sinceros y contar lo que vieron: que la mayoría de los miamenses no vota,
porque la mayoría de los miamenses no confía en la clase política, ni confía en
el sistema que la impone.
Edmundo
García es periodista cubano residente en Miami, conductor del espacio radial La
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